Por Ludmila Praslova
El movimiento de la neurodiversidad, en gran medida, nació del deseo de ver las diferencias individuales en el funcionamiento psicológico como una dimensión de la diversidad, en lugar de como déficits. Esta diversidad, sin embargo, se sitúa dentro de muchos otros aspectos de las diferencias humanas que interseccionan con otras dimensiones, una de las cuales son las culturas a nivel nacional. Las culturas nacionales, junto con muchos otros niveles de culturas, como la étnica, industrial u organizacional, pueden moldear la experiencia neurodivergente y condicionar oportunidades laborales y vitales.
La psicología transcultural suele basarse en las dimensiones culturales para describir cómo funcionan las culturas y cómo dan forma a las experiencias humanas individuales. Las dimensiones de Geert Hofstede (por ejemplo, individualismo y colectivismo) se encuentran entre los marcos más populares. Estas dimensiones culturales pueden influir significativamente en cómo se percibe, experimenta, margina o apoya la neurodivergencia en diferentes sociedades. Las culturas nacionales no son “correctas” ni “incorrectas”, pero las distintas características de las culturas nacionales pueden hacerlas más o menos amables para las diferentes neurodivergencias.
Tanto la investigación como mis décadas de experiencia con la diversidad global indican que las dimensiones culturales no son “esta” o “la otra”, sino que varias características culturales pueden coexistir dentro de la misma sociedad y manifestarse de manera diferente entre sus miembros. Sin embargo, las dimensiones culturales están bien documentadas por la investigación y pueden ser útiles para describir las culturas a escala nacional y su impacto en el lugar de trabajo, siempre y cuando evitemos generalizaciones excesivas y la suposición de que los promedios a nivel cultural describen a todos los miembros de esa cultura. Las dimensiones culturales, si bien son importantes, son solo un conjunto de factores que configuran la experiencia individual.
DIMENSIONES CULTURALES Y SU IMPACTO EN LA EXPERIENCIA NEURODIVERGENTE
Así es como algunas de las dimensiones culturales clave podrían influir en la experiencia neurodivergente:
- Individualismo-colectivismo: Esta dimensión cultural ampliamente reconocida diferencia a las sociedades en función de si dan prioridad a los objetivos y necesidades del individuo sobre los del grupo (individualismo) o si, por el contrario, priorizan las metas y necesidades del grupo (colectivismo). Por lo general, las culturas individualistas, como la estadounidense, valoran los logros personales y la independencia, lo que puede ofrecer a los miembros neurodivergentes de la sociedad más libertad para defender sus necesidades y seguir sus propios caminos. Sin embargo, unos niveles muy elevados de individualismo también pueden conducir al aislamiento y a la pérdida del apoyo de la comunidad como fuente de bienestar. Por el contrario, las culturas colectivistas, como la mayoría de las culturas asiáticas y latinoamericanas, enfatizan la armonía y la interdependencia del grupo. Los entornos colectivistas podrían apoyar a los individuos neurodivergentes a través de un fuerte sentido de comunidad, pero también podrían asociarse con la presión de conformarse y encajar, dificultando la expresión de la propia individualidad.
Si bien el individualismo-colectivismo es la dimensión cultural más conocida, intersecciona con muchas otras características a nivel cultural, creando entornos culturales únicos. Una dimensión interseccional importante es la horizontalidad/verticalidad cultural, tal como la definen Harry Triandis y Michele Gelfand.
- Culturas horizontales-verticales: esta dimensión explora si las sociedades enfatizan la igualdad (horizontales) o aceptan y esperan relaciones jerárquicas (verticales). Las culturas horizontales (por ejemplo, Noruega, Australia) valoran las relaciones igualitarias y podrían fomentar entornos donde las personas neurodivergentes experimenten más igualdad e inclusión. Las culturas verticales (Estados Unidos, India), con su énfasis en la jerarquía y el estatus, podrían crear desafíos adicionales para las personas neurodivergentes a la hora de navegar por las dinámicas sociales y laborales, donde sus diferencias no “encajan” fácilmente dentro de las jerarquías establecidas. Se ha descubierto que las culturas horizontales están asociadas a niveles más reducidos de soledad.
La interacción del individualismo-colectivismo (I/C) y la verticalidad-horizontalidad añade una capa de matices a la comprensión de cómo las diferentes culturas perciben e integran la neurodiversidad. La clasificación de las culturas en dos ejes: I/C y Vertical/Horizontal (V/H) proporciona un marco más detallado para explorar cómo las actitudes culturales hacia la jerarquía y la igualdad impactan en la experiencia de los individuos neurodivergentes.
Culturas individualistas verticales (VI)
Las culturas individualistas verticales, como Francia y Estados Unidos, se caracterizan por un énfasis en los logros y el estatus relativo, a menudo a través de la competencia individual. En estas sociedades, se valora mucho el éxito y el ascenso social, y se anima a los individuos a distinguirse del grupo. Para las personas neurodivergentes, esto puede significar que sus habilidades y perspectivas únicas solo se valoren cuando conducen a logros o innovaciones importantes. Sin embargo, el entorno competitivo también puede crear presiones significativas, lo que supone un reto para quienes pueden necesitar adaptaciones o transitar caminos distintos que los lleven hacia la productividad.
Culturas colectivistas verticales (VC)
En culturas colectivistas verticales, como Corea y la India, la autoridad, la tradición y el bienestar del grupo son primordiales, a veces a costa de los individuos, si es necesario. Estas culturas enfatizan el respeto por la jerarquía y la importancia de cumplir el papel que cada uno desempeña dentro del grupo. Para las personas neurodivergentes, gestionar estas expectativas sociales puede ser un desafío, ya que es posible que tengan menos tolerancia a la desviación de las normas. Sin embargo, el fuerte sentido de comunidad y el apoyo colectivo también pueden proporcionar una sólida red de apoyo a los que forman parte de estas estructuras.
Culturas individualistas horizontales (HI)
Las culturas individualistas horizontales, como las de los países nórdicos y Australia, valoran la igualdad pero también hacen hincapié en la singularidad y la autosuficiencia. Estas sociedades animan a los individuos a ser independientes y a perseguir objetivos personales, pero sin el aspecto competitivo de las culturas individualistas verticales. Para las personas neurodivergentes, las culturas HI pueden ofrecer un entorno de apoyo que valore las diferencias individuales y proporcione espacio para el crecimiento personal, al mismo tiempo que promueven un enfoque igualitario para las interacciones sociales y las dinámicas laborales. Curiosamente, Specialisterne se originó en el contexto cultural de Dinamarca, una sociedad mayoritariamente individualista horizontal. Australia, que también es una sociedad individualista horizontal, cuenta con algunas de las iniciativas de neuroinclusión y empleo a nivel nacional más destacadas del mundo.
Culturas colectivistas horizontales (HC)
Las culturas colectivistas horizontales, menos frecuentes a nivel nacional y que encontraríamos en comunidades como el kibutz israelí o algunas sociedades tradicionales, priorizan la sociabilidad, la igualdad y la responsabilidad compartida. En estos entornos, las personas neurodivergentes podrían encontrar una comunidad acogedora que valore la contribución de cada persona al bienestar colectivo, sin imponer jerarquías estrictas ni presiones competitivas. Estos entornos podrían fomentar la inclusión y el apoyo a las personas neurodivergentes, aunque también influyen otros valores específicos del grupo.
Intersecciones de la cultura con la experiencia neurodivergente
La intersección de las dimensiones culturales con la neurodiversidad revela un panorama complejo. Las personas neurodivergentes pueden prosperar o enfrentarse a retos en función de cómo sus rasgos individuales se alinean o se desvían de los valores y expectativas de su contexto cultural. Por ejemplo, un individuo neurodivergente en una cultura individualista vertical puede sobresalir si sus habilidades únicas conducen a logros personales, pero puede tener dificultades en el entorno competitivo. Por el contrario, en culturas colectivistas horizontales, el apoyo comunitario podría facilitar un sentido de pertenencia y aceptación, aunque las oportunidades de reconocimiento individual pueden ser limitadas.
Comprender estos matices culturales es crucial para desarrollar prácticas inclusivas que respeten tanto los valores culturales como las necesidades de los individuos neurodivergentes. Se subraya la importancia de un enfoque multifacético de la neuroinclusión, que tenga en cuenta no solo la neurodiversidad, sino también el amplio contexto cultural en el que viven y trabajan las personas neurodivergentes. Al reconocer y abordar estas dimensiones culturales, las sociedades y organizaciones pueden apoyar mejor a las personas neurodivergentes, permitiéndoles tener éxito y sacar todo su potencial.
LAS ORGANIZACIONES TAMBIÉN SON CULTURAS
Además de la influencia de las culturas nacionales, las culturas organizativas desempeñan un papel crucial en la configuración de la experiencia laboral de las personas neurodivergentes. Dentro de una misma cultura nacional, las organizaciones pueden crear entornos que difieren significativamente en individualismo-colectivismo, verticalidad-horizontalidad y otras dimensiones. Por ejemplo, tanto los helados Ben & Jerry’s como Amazon son empresas fundadas en Estados Unidos, pero Ben & Jerry’s es conocida por una cultura organizacional excepcionalmente igualitaria. Estas culturas, a nivel organizativo, pueden influir profundamente en las experiencias, oportunidades y desafíos diarios a los que se enfrentan los empleados, ya sea contrarrestando o amplificando los efectos de la cultura nacional más amplia. Estas diferencias, a nivel organizativo, también pueden influir en la neuroinclusión.
Culturas organizativas y neurodiversidad
- Individualismo-colectivismo organizativo: Las organizaciones que se inclinan hacia el individualismo pueden dar prioridad a los logros personales, la innovación y la autonomía. Esto puede crear un entorno propicio para las personas neurodivergentes que destacan en la resolución de problemas y el pensamiento creativo. Sin embargo, también puede requerir sistemas de apoyo sólidos para garantizar que estas personas puedan desenvolverse de forma eficaz en el trabajo sin sentirse aisladas. Por el contrario, las organizaciones colectivistas se centran en el trabajo en equipo, los objetivos comunes y el éxito compartido. Un entorno de este tipo puede ofrecer redes de apoyo más sólidas para los empleados neurodivergentes, pero también puede requerir ajustes para garantizar que se reconozca y desarrolle el valor de las diferencias individuales.
- Verticalidad-horizontalidad organizativa: en las organizaciones de orientación vertical, la jerarquía y el estatus son importantes, lo que puede crear barreras para las personas neurodivergentes, que pueden tener dificultades con las expectativas convencionales de autoridad y protocolo. Por el contrario, las organizaciones de orientación horizontal enfatizan la igualdad y las estructuras planas, lo que puede facilitar una comunicación y colaboración más abiertas, beneficiando potencialmente a los empleados neurodivergentes al crear un ambiente de trabajo más inclusivo y flexible.
Impacto en los empleados neurodivergentes
La cultura organizativa puede impactar significativamente en la experiencia, el compromiso, la productividad y el bienestar de los empleados neurodivergentes. Por ejemplo, en una organización vertical individualista y altamente competitiva, un empleado neurodivergente podría enfrentar desafíos relacionados con la dinámica del lugar de trabajo y las interacciones sociales. Sin embargo, en una organización horizontal colectivista, el mismo empleado podría encontrar una comunidad de apoyo que valore sus contribuciones, lo que posiblemente conduzca a una mayor satisfacción y compromiso en el trabajo.
Creando culturas organizativas inclusivas
Las culturas están menos relacionadas con lo que la gente dice y más con lo que la gente hace. Con un compromiso orientado a la neuroinclusión, las organizaciones pueden tomar medidas proactivas para crear entornos que apoyen la neuroinclusión, independientemente de su posición inicial en las dimensiones de individualismo-colectivismo y verticalidad-horizontalidad. Algunas estrategias que pueden funcionar en distintos entornos culturales para ayudar a suavizar los efectos de las configuraciones culturales extremas y abrir puertas para futuras mejoras incluyen:
- Aprovechar las fortalezas neurodivergentes a través de empleos adecuados y creación de puestos de trabajo: las personas neurodivergentes tienen más probabilidades de prosperar cuando sus fortalezas únicas se combinan con tareas o funciones en las que pueden destacar. Un argumento a favor de esto puede alinearse tanto con el valor de maximizar los talentos individuales como con el valor de aportar una contribución al grupo. Se pueden encontrar ejemplos de éxito tanto en entornos individualistas como Australia (individualismo horizontal) como en entornos colectivistas como la India (colectivismo vertical).
- Redes de apoyo entre iguales: la creación de redes de apoyo entre iguales o grupos de afinidad para empleados neurodivergentes puede proporcionar una comunidad y ayudar a las personas a compartir estrategias para afrontar los retos del lugar de trabajo, incluidos los relacionados con contextos culturales especí Estas redes también ayudan a satisfacer una necesidad humana de pertenencia, universal en todas las culturas.
- Arreglos laborales flexibles: aplicar políticas de trabajo flexibles que se adapten a los distintos estilos y necesidades de trabajo también maximiza la productividad, algo por lo que luchan las organizaciones de todas las culturas. Esto podría implicar horarios flexibles, trabajo desde casa o acuerdos híbridos que se ajusten tanto a las necesidades del grupo como a las individuales.
- Promover la concienciación y la comprensión: educar a los empleados sobre neurodiversidad puede ayudar a facilitar la comprensión y, con el tiempo, traducirse en el desarrollo de una cultura cada vez más inclusiva que valore diferentes formas de pensar y trabajar.
No existe una cultura ideal, pero las organizaciones con cultura propia que evitan los extremos y combinan elementos de individualismo y colectivismo con un fuerte énfasis en la dignidad de todas las personas podrían crear entornos de trabajo neuroinclusivos, solidarios y de alto rendimiento.
Conclusión
Las culturas nacionales son un poderoso determinante de la neuroinclusión. Sin embargo, las culturas organizativas también pueden influir significativamente en la experiencia de los empleados neurodivergentes. Al comprender y moldear intencionalmente estas culturas, las organizaciones de todo el mundo pueden crear entornos donde las personas neurodivergentes puedan prosperar y donde todos los empleados puedan ser productivos y bien acogidos.