Un día como hoy, 21 de junio, en 1880, la Venerable María Josefa Recio y Angustias Gimenez partieron desde Granada a Ciempozuelos (Madrid) para fundar la Congregación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús junto a San Benito Menni.
“Nosotras, Padre, aunque pobres y miserables, solo queremos abandonarnos en sus manos, para que Dios haga de nosotras lo que quiera. Estamos decididas a sufrir lo que haga falta”.
Esta fue la respuesta que dieron nuestras fundadoras a la invitación del P. Menni. Un “Sí” a la imagen de María, con una confianza plena en la voluntad de Dios.
Solo podemos imaginarnos qué lucha se debe haber librado en los corazones, el apartarse de sus familias y renunciar a todo por Cristo, a quien encuentran en los enfermos, especialmente en las mujeres que padecían enfermedades mentales y eran abandonadas.
Nos relata María Angustias en sus cartas “Cuando a las dos de la mañana mi querida amiga me llamó, salté de la cama con alegría y agilidad, como si nunca hubiera sufrido, de modo que salimos de casa con adelanto y, en silencio, nos dirigimos a la estación (…) Invocamos la ayuda divina y subimos al tren”
Así vivimos esta vocación hospitalaria en la actualidad, abandonadas a la voluntad del Señor, inspiradas por nuestras fundadoras, rostros de misericordia y corazones apasionados por ser generadoras de vida y de esperanza, allí donde la vida y la salud tocan los límites de la debilidad. Una vocación que es invitación a vivir una aventura con Jesús, a optar por Él y a dejarnos interpelar por el dolor de las personas enfermas y responderles con cercanía, escucha, comprensión, atención y servicio.
En este año, donde nos encontramos para vivir nuestro XXII Capítulo General, nos sentimos llenas de alegría y agradecimiento, ya que gracias a la valentía de nuestras fundadoras, no solo continuamos en el camino de la hospitalidad, sino que también nos animamos a escuchar los signos de los tiempos, y ser respuesta para este mundo que busca y necesita un acompañamiento, a nivel físico, emocional y espiritual.
¡Hoy renovamos ese primer Sí! Pedimos la intercesión de nuestra señora del Sagrado Corazón, que nos ayude a renovar nuestra entrega y docilidad. María, primera hospitalaria, que nunca nos cansemos de querer ser una respuesta ante el clamor de nuestros hermanos y por todas las que sientan este llamado en el corazón, para que sepan responder con generosidad a esta propuesta.