Las socias y socios de la AEP en Madrid visitan el Teatro Real

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El pasado viernes 5 de julio varias socias y socios de la Delegación Territorial de Madrid, acompañados por el Presidente de la AEP, Ramón Peche, visitaron el Teatro Real de Madrid. Una actividad organizada por la Delegación madrileña, encabezada por su delegado Juan Luis Sierra, que contó con nuestra socia y responsable de visitas del Teatro Real, Begoña Espinosa de Gregorio, como anfitriona, la cual preparó una visita guiada perfectamente diseñada y aplaudida por nuestras socias y socios.

El “Real”, primera institución de las artes escénicas y musicales en España situado como ópera nacional de referencia y como una de las principales instituciones culturales española, goza además de una significativa proyección internacional. Por tanto, el objetivo de la visita era doble: por un lado, conocer de primera mano la historia del edificio desde el origen (ya que, desde su inauguración, en 1850, el edificio ha experimentado diversas reformas, usos diversos y cierres temporales, siendo un edificio rehabilitado totalmente en 1997, con 78.210 m2 de superficie y capacidad para 1.958 personas); y, por otro lado, conocer la decena de espacios singulares en los que se organizan eventos dentro del edificio del Teatro Real.

Nuestra anfitriona Begoña Espinosa nos recibió en el Foyer o Hall Principal, que es el espacio que da la bienvenida a todos los visitantes del Teatro Real: un amplio espacio que, por sus dimensiones y altura, permite que cómodamente los invitados puedan distribuirse en tres niveles, conectados a través de escaleras, que a su vez dan paso a amplios balcones, desde donde se puede disfrutar de los distintos y peculiares puntos de vista de este espacio.

La visita corrió de la mano de un experto guía, Ray Green Johnson, que con todo lujo de detalles y con mucha pasión, no sólo explicó el aspecto histórico del edificio y de cada una de las salas y salones recorridos, sino que también dio la oportunidad de visitar los espacios técnicos, es decir, todo lo que el espectador no ve cuando acude a la representación, pero que es fundamental para que todo funcione. Tras su telón, este emblemático edificio esconde una de las más avanzadas cajas escénicas de los teatros de Europa, cuya innovadora tecnología permite trabajar simultáneamente varias escenografías e intercambiarlas en tiempo récord, gracias a un sistema de plataformas superpuestas.

La Sala Principal, con una capacidad para 1.958 personas, goza de un reconocido prestigio internacional, no sólo por su diseño y decoración, sino también por su excepcional acústica. Su distribución hace que esta sala se pueda utilizar para reuniones de menos ocupación, sin perder nada de encanto. Dada la completa agenda cultural del Teatro Real, este espacio está disponible para su alquiler sólo en contadas ocasiones, siempre sujeto a la actividad artística del teatro, lo que concede a cualquier evento privado una exclusividad absoluta.

En estos días se está representando Madama Butterfly de Giacomo Puccini, por lo que tuvimos la gran oportunidad de ver la escenografía de esta producción desde el patio de butacas y, posteriormente, desde uno de los hombros del escenario, que viene de la mano de Paolo Fantin y que nos remite a la periferia degradada y anónima de una metrópoli asiática, posiblemente japonesa, en la que se ven luces de neón y enormes carteles publicitarios. Nada que ver con otras producciones más clásicas en las que las flores de cerezo, los Kimonos y abanicos dominaban la escenografía.

La parte más institucional y protocolaria de la visita tuvo lugar en el momento de conocer el antepalco y Palco Real. En este antepalco, perfectamente acondicionado para la asistencia de SS.MM., pudimos contemplar un magnífico retrato de la Reina Victoria Eugenia de Bernhard Osterman, flanqueado por retratos en miniatura del Rey Fernando VII y su esposa Doña Cristina.


Ante palco. Fuente: elaboración propia

Así mismo, tuvimos la oportunidad de recorrer los pasillos en los que se alojan los camerinos individuales de las estrellas del “bel canto”, las salas de peluquería, maquillaje, caracterización, sastrería, almacenes de vestuario y zapatería. Oficios que viven y conviven con los artistas a diario.

La sala de ensayo para la orquesta y las salas de ensayo para solistas están situadas en la última planta del edificio, con unas magníficas vistas a la Plaza de Ópera y a los tejados y buhardillas típicos de Madrid.

En la segunda planta, paseamos por una sucesión de cino salones cuyas decoraciones atienden a otra época de la historia: refinadas tapicerías, alfombras de la Real Fábrica de Tapices, cuadros de importantes pintores, mobiliario de la época y lámparas de araña que te transportan a una época anterior, y te sumergen en la experiencia de El Real. Salones con distintas capacidades y distintos usos como coctel, cena, almuerzo, presentación, recital, disponibles para albergar eventos.


Salón Felipe V. Fuente: elaboración propia

Con una decoración en la que destaca la refinada tapicería en tonos salmón que cubre completamente sus paredes, el Salón Felipe V de 130 m2 recibe su nombre, al igual que los otros salones de la segunda planta, de la calle a la que está orientado. Pero su especial atractivo reside en que en él se resume gran parte de la vida del teatro a través de los distintos cuadros que adornan sus paredes, obras en las que se representan los reyes que, de una manera u otra, han escrito alguna página en la historia del Teatro Real.

A nuestras socias y socios les llamó especial atención el escudo y el emblema de la tapicería de seda de la pared.


Fuente: elaboración propia

En el Salón de Baile, la decoración teatral, firmada por Pascua Ortega, hace alusión a los antepechos de los palcos originales. En ella, se recrean ambientes operísticos donde se exhiben trajes utilizados en montajes de ópera históricos, como Aida y Ana Bolena, e instrumentos musicales. Pero el rasgo más determinante es el techo estrellado: sus 630 terminales de fibra óptica reproducen el cielo de Madrid el día que se inauguró el teatro y son un poético homenaje a los teatros de corrala, como lo fue en su día el Real.

Así mismo, también pudimos descubrir algunas piezas de antiguas decoraciones que estuvieron en la sala Principal y adornan dinteles de puertas de acceso y hornacinas de este magnífico espacio.

No podíamos finalizar nuestra visita sin pasar por el restaurante Papagena, situado en la sexta planta y con unas impresionantes vistas al Palacio Real y los jardines de la Plaza de Oriente. El nuevo restaurante abre sus puertas bajo el nombre del encantador personaje de «La Flauta Mágica» de Mozart.

Restaurante Papagena. Fuente: elaboración propia

En definitiva, una enriquecedora e interesante actividad para las socias y socios de la capital que sirvió como punto de encuentro antes del cierre de la temporada y el merecido descanso estival. 

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