La prensa en los primeros días del Alzamiento, por EPB - F.N. Francisco Franco

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Eduardo Palomar Baró  

   Numerosos miembros del Frente Popular, integrado por revolucionarios socialistas, anarquistas y comunistas, celebraron la victoria en las elecciones del 16 de febrero de 1936 con salvajes desmanes, incendiando iglesias, conventos, apaleando a sacerdotes, ocupando contra todo derecho fincas rurales en Extremadura, violentando las puertas de las cárceles, dejando en libertad a miles de reclusos, etc.

   Ante esta peligrosa situación, el general Franco aconsejó a Manuel Portela Valladares, aterrorizado ante los desmanes del Frente Popular, declarar el estado de guerra. El Jefe del Gobierno obtuvo la correspondiente decisión del consejo de ministros, pero Niceto Alcalá Zamora se opuso a ella.

   Portela Valladares dimitió a toda prisa la presidencia del Gobierno, teniendo Alcalá Zamora que nombrar nuevamente a Manuel Azaña Díaz presidente del Consejo de ministros. Franco se puso ya en alerta, ya que Azaña era un enemigo encarnizado del Ejército. El nuevo Gobierno de republicanos burgueses pudo mantener la ley y el orden, pero sólo de forma pasajera, y se vio obligado a servirse del apoyo parlamentario de los partidos del Frente Popular, cuyos hombres revolucionarios habían de abalanzarse algún día a empuñar por sí mismo el timón del Estado.

   Una de las primeras medidas de Azaña fue privar de toda influencia a los miembros del Ejército que no le ofrecían confianza. El Jefe del Gobierno hizo alejar a Franco de la posición clave que ocupaba y trasladarlo con un nuevo cargo a las Islas Canarias. Manuel Goded Llopis fue relevado de su cargo de Inspector y enviado a Mallorca para hacerse cargo de aquella Capitanía. Emilio Mola Vidal, jefe supremo hasta entonces del Ejército de África, hubo de conformarse con el mando de la 12º Brigada de Infantería, con sede en Pamplona. Franco, antes de su salida de Madrid, se reunió con Emilio Mola, Joaquín Fanjul, Luis Orgaz, Miguel Ponte, Antonio Saliquet, José Enrique Varela, Rafael Villegas y otros Generales, así como con el Teniente Coronel Valentín Galarza Morante, del UME (Unión Militar Española). Se trató de la posibilidad de un levantamiento, encomendándose a Mola la coordinación de la totalidad de las fuerzas. A Galarza, agente del general Mola y su principal coordinador -le apodaban el Técnico- de la conspiración. Franco solicitó para sí la misión de informar sobre el desarrollo de los acontecimientos.

   Mola y no Franco, fue quien preparó el levantamiento. El General Mola conocía perfectamente las técnicas y problemas de una conspiración. El “director” no tenía, por cierto, una fácil misión. El Gobierno sospechó algo, y así Varela y Orgaz fueron castigados mediante traslado forzoso, después de lo cual Villegas se distanció de la conspiración. Esta, por otra parte, experimentó otro problema, al sumarse a ella los generales de tendencia republicana Gonzalo Queipo de Llano y Miguel Cabanellas Ferrer. Curiosamente, las máximas dificultades que tuvo Mola en sus negociaciones, fueron con los políticos de la derecha. La última incógnita era el General José Sanjurjo Sacanell, en quien recaía el designio de presidir el futuro régimen de transición, y que permanecía exiliado en Portugal.

   Mientras tanto la República avanzaba a pasos agigantados hacia la guerra civil. El Frente Popular quiso hacer de la celebración del 1º de mayo de 1936 una gran manifestación marcial con el objeto claro de intimidar al país. En sus formaciones ondeaba un mar de banderas rojas y de pancartas de Marx, Lenin y Stalin. La UGT y la CNT-FAI cantaban la Internacional. Durante el desfile columna de niños gritaban a coro: “No queremos catecismo, queremos comunismo”. Si alguien osaba dar el grito de ¡Viva España!, miles de voces respondían: ¡Viva Rusia!             Indalecio Prieto se dedicó a preparar el derrocamiento de Alcalá Zamora actuando en unión de otros hombres del Frente Popular. El presidente fue depuesto, pasando a ocupar el sillón presidencial Manuel Azaña. Fue nombrado jefe del Consejo de Ministros, Santiago Casares Quiroga.

   Prieto volvió a fracasar ante Francisco Largo Caballero “el Lenin español”, el cual prefería hacer una revolución junto con sus amigos de ideologías radicales. Los comunistas aguardaban el necesario grado de madurez revolucionaria, evitando la inoportuna provocación de un pronunciamiento militar. Hacia finales de mayo de 1936 se descubrió por los servicios de seguridad de unas instrucciones para el asesinato de militares no revolucionarios.             Ante esta información, el 23 de junio de 1936 Franco dirigió una carta al Jefe del Gobierno, pidiéndole contara con el ejército para el restablecimiento del orden legal. Casares Quiroga no se dignó contestar la misiva.

   El 6 de julio de 1936, Mola incluye en su lista a Franco, encomendándole una operación difícil y a la vez decisiva: ponerse al frente del Ejército de África, y con aquellas bien pertrechadas fuerzas, pasar a la Península.  Después de cinco meses de encarnizadas huelgas y paros, de persecuciones, asaltos y palizas, de saqueos, incendios de templos y asesinatos, la República se lanzaba  inexorablemente hacia el abismo. El 12 de julio fue asesinado el teniente de la Guardia de Asalto José Castillo Sáenz de Tejada, muy ligado al Partido Socialista y posiblemente a las MAOC (Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas). El día 13 de julio por la noche, Guardias de Asalto al mando del capitán de la Guardia Civil Fernando Condés Romero, sacaban de su casa al líder de la oposición José Calvo Sotelo, y lo mataban de un tiro en la nuca. Un auténtico crimen de Estado. Sobre los sepulcros se juró por ambas partes sangrientas venganzas. Como trágico destello de la situación en toda España, Prieto publicó en “El Liberal” de Bilbao el 15 de julio de 1936 un artículo que reflejaba la tensión reinante:

 “El cadáver del señor Castillo estaba custodiado por Guardias de Asalto. El del señor Calvo Sotelo, por Guardias Civiles. Al primero le rindió homenaje una gran masa proletaria. Al segundo le escoltó hasta la fosa una legión de señoritos. ¿Se quiere una expresión que pinte con mayor patetismo el actual estado de España? Difícilmente podrá hallarse otra más gráfica. Los odios de una y otra muchedumbre saltaban por encima de las tapias que acotan los dos recintos mortuorios”.

   Decenas de millares sacaron sus armas escondidas, otros acudieron en masa a los organismos oficiales pidiendo fusiles. No se sabe con seguridad si lo que desencadenó la última decisión de Mola fue el asesinato de Calvo Sotelo por esbirros del Estado y miembros de la JSU (Juventud Socialista Unificada) o los hechos revolucionarios en las calles. Dos días más tarde, el General Emilio Mola dio la consigna: “El 17 a las 17”.

La Prensa en la Guerra Civil española    

   Tras el 18 de julio de 1936, la Prensa madrileña inició una nueva etapa, en la que la censura se convirtió en algo normal en una guerra que exigía la militancia de la Prensa.

   Durante la contienda se editaron en Madrid varios tipos de periódicos: los grandes diarios vinculados a la empresa privada, periódicos y revistas de los partidos republicanos de izquierda y la nueva Prensa surgida con la guerra.

   Las publicaciones periódicas en la España republicana se caracterizaron por su gran diversidad. Diversidad que respondía a la heterogeneidad del mismo Gobierno, y de los partidos y organizaciones que respaldaban al Gobierno de la República.

   Con el estallido de la guerra se produjeron la incautación de periódicos de derechas, conservadores y monárquicos. Y otros pasaron a organizaciones sindicales y partidos de izquierda como “ABC”, “El Siglo Futuro”, “La Época”, “Ya”, “El Debate”, “Ahora”, etc. Junto a éstos seguían publicándose los diarios republicanos de izquierda relacionados a grupos empresariales, como “Heraldo de Madrid”, “Diario de la Noche”, “El Sol”,  “Diario de la Mañana del Partido Comunista”, “La Voz”, “El Liberal”, “La Libertad”,  y otros muchos. Había otras publicaciones que eran los portavoces de sindicatos y partidos de izquierda: “Política”, “Semanario Republicano de Izquierdas”, órgano del partido de Izquierda Republicana liderado por Manuel Azaña; “Mundo Obrero”, órgano del Partido Comunista; “El Socialista”, del PSOE; “CNT”, entre otros. Dentro de las ediciones de la nueva Prensa de guerra -que se encargó de la información sobre los frentes y de la formación política de los soldados y civiles, y al tiempo estimuló la moral y la conciencia de victoria- destacaron: “Milicia Popular”, diario del Quinto Regimiento de Milicias Populares, en el que escribieron entre otros Ramón J. Sénder, José Bergamín, Rafael Alberti, Miguel Hernández y Antonio Machado; “Octubre”, Boletín de los batallones ‘Octubre’ y ‘Largo Caballero’; “Joven Guardia”, Boletín del ‘Regimiento Pasionaria’ de Madrid, etc.

   Las Brigadas Internacionales disponían de las ediciones especiales para ellos: “A l’Assuat” y “Noi Passaremo!”.

   La Prensa fue durante la guerra un importante instrumento de propaganda. La Prensa madrileña fue una solidaria. Los periódicos compartían, en el momento de la sublevación, un mismo lenguaje improvisado y urgente, que iba desde la incredulidad y la sorpresa a la rabia. Todos condenaron con dureza el levantamiento y utilizaron las mismas palabras: solidaridad, lealtad, disciplina frente a la reacción y al fascismo. Llamaban a la normalización de la vida ciudadana y a la responsabilidad. En ocasiones la pretensión de normalidad aparecía forzada en la Prensa, como ABC, que a finales de julio de 1936 hablaba de un Madrid que había recobrado su aspecto: Tranvías y bares atestados, y las terrazas de los cafés céntricos sin una mesa desocupada. Los periódicos recuerdan las grandes epopeyas del pasado. Para ellos la guerra que vive España es más triste, más amarga que la de 1808, y hablan de España como de un escenario de un duelo trágico entre la reacción mundial y el sentimiento de libertad que alienta todos los avances progresivos del pueblo.

   La censura se convierte durante la guerra en un grave problema para la Prensa, provocando enfrentamientos entre los periódicos y el Gobierno. A esto se sumaba la escasez de mano de obra y de materias primas. Así, a la altura de 1938, muchos periódicos habían dejado de publicar de forma temporal o definitiva.

   Entre los corresponsales extranjeros favorables a la causa republicana estaban, entre otros, Ilya Ehrenburg, Mihail Koltsov, Herbert Lionel Matthews, Arthur Koestler, Ernest Miller Hemingway, John Dos Passos y George Orwell.

Giros políticos de los periódicos a raíz de la proclamación de la República.         

   El Sol. A pesar del giro monárquico que había tomado a fines de marzo de 1931, una vez proclamada la República el 14 de abril, aceptó la voluntad del pueblo y se alineó decididamente en el bando republicano.

   Crisol. El fundador de El Sol, Urgoiti, viéndose obligado por los acontecimientos a desprenderse de él, fundó el diario Crisol  –que en 1932 pasaría a llamarse Luz– y lo hizo llevándose gran parte de la redacción saliente de El Sol.

Luz. Fue la tribuna periodística de Ortega y Gasset. Desde sus páginas, abogó por su ideal de República liberal alejada de radicalismos de un signo u otro y manifestó su descontento, por ejemplo, con su célebre artículo “Un aldabonazo” publicado en septiembre de 1931.

 La Libertad. En el año 1934, Juan March, propietario hasta entonces del diario, se desprende de él y éste comienza una nueva etapa, un período de “ideología democrática y exaltación republicana”.

 Heraldo de Madrid. Periódico de la Sociedad Editora Universal, fue uno de los diarios de mayor circulación, no sólo en la capital, sino también en el resto del país. Ello se hizo especialmente patente en 1934 con los sucesos de la Revolución de Asturias, cuando el Heraldo, secundado por otros diarios también republicanos, sirvió de voz al sector obrero, cuya Prensa había sido suspendida.

El Liberal. Próximo al PSOE, fue uno de los periódicos principales del País Vasco.

   Entre los republicanos existía la preocupación de no tener una prensa realmente adicta. Manuel Azaña así lo expuso en diversas ocasiones y Luis Bello reiteró en varios artículos la idea de que el capital tenía en sus manos la prensa española. Por esta razón surgió Política: semanario republicano de Izquierdas, creado en 1935 y dirigido por Bello. Fue el órgano oficioso de la Izquierda Republicana.

Prensa antirrepublicana.

Informaciones. En el período anterior a la República, había apoyado la Dictadura de Miguel Primo de Rivera, mostrándose decididamente antirrepublicano. Su evolución se orientó claramente hacia la ultraderecha.

Prensa monárquica.    

ABC. Uno de los periódicos de mayor tirada y difusión a nivel nacional. Defensor de la Monarquía, que siguió siéndolo en la época republicana. Durante el primer bienio sufrió varias suspensiones y varios secuestros. Mantuvo su fidelidad a la persona del monarca exiliado, pero no a la Monarquía parlamentaria, pues sufrió, a lo largo del período, una evolución hacia posturas totalitarias, si bien es cierto que en menor medida que otros periódicos monárquicos como La Época o La Nación.

   Al comenzar la Guerra Civil, el ABC de Madrid fue incautado por el Gobierno de la República, reapareciendo como Diario Republicano de Izquierdas, el día 25 de julio de 1936, mientras el ABC de Sevilla, no sólo perdió la continuidad, sino que sacó une edición extraordinaria el lunes 20 de julio de 1936.

   El hecho de la Guerra Civil, incidió sobre la realidad empresarial y periodística de ABC, produciendo el insólito fenómeno de que dos diarios, con el mismo nombre, con la misma fisonomía tipográfica, apareciesen cada día, uno en cada lado de las trincheras de la contienda española.

Prensa católica.

El Debate. Periódico de postura antirrevolucionaria, representa al nacional catolicismo político que en estos años produce y cohesiona una fuerte reacción contraria a los gobiernos del primer bienio republicano. En estos años alcanzó una gran difusión e influencia. Con el estallido de la guerra, cesó su publicación y una vez acabada la contienda, no se autorizó su reaparición.

  Ya. Nació en 1935 con el propósito de llegar a un público más amplio que El Debate. Con motivo del asesinato de Calvo Sotelo, publicó un artículo de opinión el 13 de julio de 1936, que supuso la recogida de ejemplares y la suspensión indefinida, desde el día 15 hasta después de la guerra en que fue reabierto.

Prensa Nacional Sindicalista.           

   Poco antes del estallido de la Guerra Civil, aparecieron varias publicaciones nacional-sindicalistas, como las siguientes:

 JONS (Madrid, 1933-1934).

 El Fascio (Madrid, 1933). Se editó un sólo número, que fue íntegramente retirado por la autoridad y prohibida su publicación.

No importa: boletín de los días de persecución (Madrid, 1936). Se editaron tres números clandestinos, escritos desde la Cárcel Modelo de Madrid, en donde se hallaba José Antonio Primo de Rivera encarcelado desde el 14 de marzo de 1936.

Prensa republicana.            

   Ante el acoso de los Nacionales a Madrid, el Gobierno de la República huyó a Valencia en los primeros días de noviembre de 1936.

   Barcelona, ciudad de gran tradición periodística y editorial, no le costó gran esfuerzo alzarse con el cetro de las publicaciones periódicas republicanas.

   Así lo demuestra la relación de periódicos y revistas que se editaron en la capital catalana entre el 18 de julio de 1936 y el 26 de enero de 1939, fecha en que fue liberada por las tropas Nacionales.

   En Barcelona se editaron en lengua española: Anarquía (periódico anarquista clandestino), La Batalla, Boletín de Información de la CNT/FAI, El Día Gráfico, Hoja Oficial del Lunes, La Revista Blanca, La Noche, Las Noticias, Ruta, El Noticiero Universal, Solidaridad Obrera, Tiempos Nuevos, Tierra y Libertad, Timón, Última Hora, Umbral, La Vanguardia.

   En catalán se publicaron: Avant, Diari de Barcelona, La Humanitat, Catalunya, La Publicitat, La Veu de Catalunya y otros muchos.

   En lengua alemana: CNT-FAI-AIT Informationsdientst, dedicada especialmente a los germanos alistados en las Brigadas Internacionales.

   En Madrid se lanzaron a la calle las siguientes publicaciones: ABC, Castilla Libre, Claridad, C.N.T., Democracia, Frente Libertario, Juventud Libre, La Libertad, Milicia Popular, Mundo Obrero, El Obrero de la Tierra, Pasaremos, El Socialista, etc.

   En lengua inglesa, con destino a los encuadrados en las B.I.: Volonteer for Liberty.

   En Valencia se publicaron diarios y revistas de carácter político: La Correspondencia de Valencia, Fragua Social (el 20 de julio de 1936 una comisión de milicianos de la UGT-CNT, intervino el diario de derechas “Las Provincias” imprimiendo en sus talleres Fragua Social), Frente Rojo, El Mercantil Valenciano (otro gran diario de Valencia que había nacido en 1872, que también fue intervenido en julio de 1936), Nosotros, El Pueblo, Verdad, La Voz Valenciana.  

   Además de las publicaciones citadas, merecen especial mención Acracia (Lérida), Adelante (Alicante), Cultura y Acción (Alcañiz, Teruel), Ideas (Hospitalet de Llobregat, Barcelona), Llibertat (Mataró, Barcelona), Mar y Tierra (Altea, Alicante), y otras.

Prensa Nacional.                 

   A lo largo del conflicto fueron naciendo una serie de periódicos que podían considerarse órganos del Movimient: Alerta

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