Envejecimiento y trauma: el trauma se encuentra debajo de la piel - Instituto Ángeles Wolder

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En la infancia y, especialmente, en los primeros 1000 días, se juega la salud del futuro de cada persona. Las experiencias amorosas entre padres e hijos serán el abono de una buena salud mental futura. Las circunstancias dolorosas que se convierten en trauma condicionan la vida física y psíquica de las personas que han pasado por esas experiencias, pudiendo provocar un envejecimiento prematuro.

Obesidad, diabetes, patologías autoinmunes, inflamación o patologías crónicas son fáciles de ver cuando ha existido maltrato, debido a la activación crónica del eje hipotalámico-pituitario-suprarrenal (HPA) y la consiguiente regulación negativa compensatoria.

Un niño que recibió maltrato está permanentemente chequeando a ver por dónde vuelve a aparecer el maltratador o de dónde le caerán los palos. Un niño que no ha conseguido vincularse con los cuidadores primarios por miedo, enfado o tristeza no podrá confiar en relaciones futuras.

Por ello, cuando se detecta una sobreactivación del sistema nervioso en la vida adulta, es importante volver a la infancia para sanar al infante que quedó anclado en experiencias poco constructivas. Hablaremos de ello en este artículo.

¿Cómo se relacionan trauma y envejecimiento prematuro?

Un estudio reciente, publicado en marzo de 2024 en la revista Science Advances, mostró el impacto que tiene el maltrato a niños en su salud futura y en el envejecimiento prematuro.

El estudio fue realizado por investigadores del Instituto de Investigación Social de la Universidad de Michigan, quienes entrevistaron a 879 personas mayores de 70 años que donaron una muestra de músculo y de grasa para ser biopsiada y ver qué características tenían las células.

De esta muestra, el 45% declaró haber sufrido maltrato en la infancia como violencia física, psíquica o verbal por parte de los progenitores, abuso emocional, físico o la ausencia y negligencia de alguno de los padres o de ambos.

El resultado del análisis de los músculos fue que los hombres y mujeres de la muestra que habían pasado por traumas de infancia tenían una producción menor de ATP máxima que las personas que no habían pasado por eventos traumáticos. Esto lleva a pensar que el trauma en la infancia es un predictor de un metabolismo muscular más deteriorado en los ancianos y un peor funcionamiento muscular.

Sabemos lo que implica que el sistema muscular funcione en peores condiciones. Anthony Molina, director científico del Instituto Stein para la Investigación sobre el Envejecimiento de la Universidad de California, que participó en el estudio, señala que en esta revisión ha quedado evidenciada la importancia de ofrecer una infancia más sana si queremos una vejez saludable. Los traumas tempranos “tienen la capacidad de penetrar bajo la piel e influir en las mitocondrias del músculo esquelético”.

Las células necesitan de energía para producir cambios y sobrevivir. Sin energía no hay vida y la vida surgió cuando hubo energía disponible. El flujo de energía lo van a mediar las mitocondrias, lo que permite el movimiento, las reacciones químicas y los cambios internos a nivel molecular. Solo así pueden llevarse a cabo procesos como pensar, sentir, responder a estímulos y adaptarse al estrés.

Son las mitocondrias las encargadas de mediar en el metabolismo de las hormonas del estrés, de los glucocorticoides y las catecolaminas. Son las únicas células que contienen su propio genoma y son las mismas que en este estudio se demuestra que no funcionan al 100%.

Los efectos del trauma sobre la salud mental y emocional  

Por otro lado, sabemos que las personas que han tenido experiencias traumáticas en la infancia tienen mayores posibilidades de desarrollar patología mental, que esa patología tendrá mayor recurrencia y un inicio más temprano y que presentan alteraciones en estructuras del cerebro.

Por ejemplo, en palabras del Dr. Eduardo Calixto, la amígdala aumenta, el hipocampo, que es sede de la memoria, disminuye, el grosor cortical en la ínsula y de la corteza prefrontal disminuye ante la exposición a la violencia cuando se da antes de los 12 años, por ser la etapa de evolución neurológica. 

Además, el maltrato está asociado a peores relaciones, problemas laborales, mayores conflictos interpersonales, agresiones o precariedad material. Aprendemos a relacionarnos con nuestros padres y copiamos la forma en que actúan. Eso será lo que proyectaremos en nuestra vida adulta y que nos afectará, y mucho, en la gestión de las relaciones, porque nadie está esperando recibir maltrato gratuito.

Como niños no podemos darnos cuenta de cuánto daño nos hacen las palabras hirientes, los golpes, las amenazas o las malas caras. Y de adultos, a pesar de que tantas veces dijimos que lo haríamos diferente, podemos entrar en una repetición

El trauma desde la mirada de descodificadora

Al leer el estudio no puedo menos que pensar en que esos traumas son conflictos biológicos que desencadenan síntomas y que cuando ocurren en edades tempranas son los programantes de repeticiones futuras. Una infancia con maltrato y abuso es una vida a los tropezones.

Os invito a ver la película El indomable Will Hunting (1997, Gus Van Sant), en la que un joven que fue maltratado no puede creer en él mismo ni en su capacidad, y menos dejar la culpa a un lado. 

Síntomas físicos y psíquicos del trauma

Miremos algunos síntomas físicos o psíquicos. Por ejemplo, la obesidad la encontramos cuando las personas viven una situación de desvalorización con necesidad de protegerse, por ejemplo, de los golpes o de los insultos.

Una película que muestra esta situación es Precious. La película cuenta la historia de Claireece “Precious” Jones, una adolescente afroamericana de 16 años que vive en Harlem, Nueva York. Precious es analfabeta, obesa y ha sido abusada emocional, física y sexualmente por su familia. Es una resiliente que lucha para encontrar su voz y su dignidad.

A nivel conductual, el aislamiento o la falta de conexión social ocurrirá cuando la persona ha experimentado rechazo o agresión, y para evitar que ocurra otra vez tenderá a alejarse de todos. En su mente todas las personas son probables agresores, por lo que buscará alejarse del peligro que suponen.

Esto le ocurre a Lars en la película Lars y una chica de verdad (Craig Gillespie, 2007), en la que la timidez le lleva a recluirse en sí mismo hasta que un día busca algo que no le hará daño, y es una muñeca hinchable llamada Bianca.

El estudio de la Universidad de Michigan demostró que ante el estrés traumático se produce la disminución de la función mitocondrial y esto se relaciona con envejecimiento y enfermedades crónicas. La mirada de la Descodificación BIológica ve la lógica en este resultado, ya que la repetición del conflicto conduce a la enfermedad crónica.

Esto sucede porque la persona que ha vivido un trauma tiene el registro completo de la experiencia, lo guarda en su cuerpo y esta memoria puede ser reactivada mediante recuerdos sensoriales no conscientes. Esos recuerdos pueden desencadenar una alergia y/o retardar la fase de reparación.

Por ejemplo, si el trauma ocurrió en un espacio con cortinas blancas, cada vez que vea cortinas similares se despertará en la cabeza una tensión, y eso es así, aunque hayan pasado muchos años. El cuerpo lleva la cuenta. El cuerpo recuerda. Mientras no se desactive o descodifique el evento, este producirá efectos como síntomas, y la repetición del mismo tipo de conflicto hace que la enfermedad no pueda repararse totalmente y se cronifica.

¿Qué sucede si las mitocondrias no funcionan correctamente?

Cuando las mitocondrias son defectuosas, las células no tienen suficiente energía. Las moléculas de oxígeno y combustible no utilizadas se acumulan en las células, causando daños. La alteración que se produce en los músculos, en concreto la disminución de ATPmax, nos muestra que las personas han debido vivir el maltrato como conflictos biológicos que tienen la tonalidad de falta de fuerza, experimentada con desvalorización e impotencia.

Son conflictos en los que se sintió que no se rendía lo suficiente, la sensación de no valer, cuando sentimos que no somos capaces de hacer algo, por ejemplo, defendernos. Así, poco a poco vamos renunciando a poner límites o protegernos y llegamos a lo que el Dr. Seligman, un psicólogo americano, llamó indefensión aprendida.

En el caso de la indefensión, vemos como hay personas que se dejan maltratar porque no saben que pueden salir de esa posición, no tienen confianza en sí mismas y ni tan siquiera pueden plantearse decir no a algo o alguien. Los programas relacionados con la desvalorización tienen que ver con los músculos y sus contracturas, los dolores en todos los niveles musculoesqueléticos, las tendinitis y la cronificación en artrosis o artritis. 

El músculo, para funcionar, requiere de un impulso nervioso. Es la conexión neuromuscular la que impulsa al movimiento. Que a un niño le manipules y/o le obligues a hacer algo, como seguir un tipo de deporte, de música o de baile puede originar la sensación de movimiento contrariado, y eso es una forma sutil de maltrato. Produce un conflicto de sentirse bloqueado o impedido para realizar el movimiento que se quiere porque hay que hacer lo que otros quieren.

Una película muy interesante que refleja esta situación es Hilary y Jackie, una película inglesa de 1998 dirigida por Anand Tucker que muestra la relación de las niñas con la madre, las obligaciones que impone y las consecuencias que aparecen como enfermedad neuromuscular.  

Además, toda la experiencia humana, dolorosa o afable tiene traducción en la postura corporal y gestual que manifestamos a cada momento. Podemos tener miedo y retraer hombros o sentir abandono y tener un cuerpo muy redondeado, que retiene líquidos y que está flojo. El maltrato queda guardado en una forma de estar en el mundo reflejado en la postura del cuerpo.

Por otro lado, algo muy interesante del estudio es que se comprueba que la genética no lo es todo y que la epigenética tiene un papel relevante, ya que no es el gen el que altera el funcionamiento celular, sino que es la experiencia traumática la que altera a la célula en su interior.

Todo lo que le ocurre al cuerpo está en línea directa con la historia pasada y es bueno que estudios científicos muestren lo que decimos desde el acompañamiento terapéutico de manera empírica.

Descubre el origen emocional de tus síntomas o enfermedades, aprende a descodificar y acompaña a otras personas en su proceso terapéutico con el Diplomado en Descodificación Biológica.

Recapiti
Ángeles Wolder