El mercado descuenta una política monetaria flexible continuada - Tressis

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Llevamos muchos meses comentando sobre la evidencia de una política monetaria extremadamente laxa comparada con una narrativa mediática que nos intenta convencer de que los bancos centrales aplican políticas restrictivas.

Los últimos datos de masa monetaria nos recuerdan lo erróneo que es pensar en bancos centrales restrictivos. En agosto, la masa monetaria de Estados Unidos creció al ritmo más elevado en veintitrés meses. A nivel global, la cantidad de dinero en el sistema medida por metro cuadrado ha crecido al ritmo más rápido de los últimos tres años en los meses de junio a septiembre.

Es normal, por lo tanto, que el mercado dé la impresión de que se ignoran los riesgos geopolíticos. No es que se ignoren, es que su impacto en el coste de capital de las empresas y en el precio de algunas materias primas es mucho menos significativo de lo que la comunidad inversora suele creer. Es normal que el petróleo haya perdido casi toda la subida creada con el ataque de Irán a Israel. Se trata de entender que la demanda está perfectamente cubierta y que la importancia de la OPEP es cada vez menos significativa en la formación de precios de las materias primas energéticas.

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Sin embargo, el mercado financiero reconoce la realidad monetaria antes descrita. El oro sigue subiendo ante la evidencia de que los bancos centrales y los gobiernos del mundo seguirán disfrazando los desequilibrios fiscales con enormes inyecciones de liquidez, es decir, imprimiendo dinero y, con ello, reduciendo el poder adquisitivo de la moneda.

Es por ello por lo que encontramos en el mercado que otras materias primas, no el petróleo, capturan mejor el escenario monetario global. El aluminio, cobre o níquel, son algunos de esos materiales que nos recuerdan que lo más importante en el mercado es la cantidad y precio del dinero.

El inversor no solo debe prestar atención a la cantidad de dinero ya emitida, sino la que está comprometida y no emitida. Los pasivos no financiados y comprometidos de las grandes economías del mundo se elevan a un rango que se mueve entre el 150% y el 500% del PIB. Eso significa que habrá políticas monetarias acomodaticias durante un largo periodo y que la decisión de mayor riesgo es la de no invertir.

El escenario al que nos enfrentamos es positivo para los activos de riesgo a largo plazo, pero no podemos olvidar la volatilidad y, por ello, debemos invertir con cautela y bien asesorados.

El último informe de estabilidad financiera global (octubre 2024) del fondo monetario explica que «si bien la flexibilización monetaria en curso ha ayudado a mantener las condiciones financieras acomodaticias y a mantener a raya los riesgos de estabilidad financiera a corto plazo, esto puede a su vez facilitar la acumulación de vulnerabilidades financieras». Resalta, además, que «la creciente desconexión entre la volatilidad moderada de los mercados financieros, en relación con la elevada incertidumbre económica y geopolítica, aumenta las posibilidades de una brusca y desordenada revalorización». Un aumento adicional de la volatilidad podría perjudicar la estabilidad financiera».

El riesgo se acumula lentamente, pero suele manifestarse rápidamente. Como inversores, eso significa que debemos mantener una posición prudente que nos ayude a entender que cualquier corrección es una buena oportunidad para buscar inversiones de calidad a largo plazo. En lugar de preocuparnos por identificar cuándo ocurrirá una corrección, lo que debemos hacer es entender que no vamos a vivir un periodo mejor para invertir, porque la decisión concertada de los bancos centrales de evitar una crisis con enormes inyecciones de liquidez también implica menor poder adquisitivo de las monedas a futuro. No invertir es entregarse a una inflación persistente.

Tener una cartera equilibrada, donde se incluyan activos que nos protegen en caso de corrección, como son el dólar y el oro, nos ayuda a encarar los periodos de corrección como lo que son: oportunidades. Al final, el mercado descuenta muchos factores fundamentales, pero el más fundamental de todos es el monetario. Aprovechémoslo, invirtiendo con cautela para protegernos contra la pérdida del poder adquisitivo de las monedas, es decir, la inflación.

Recapiti
Armando