Calendario de Adviento 2024. Día 10: perderse - Noelia Jiménez

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PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Isaías (40,1-11)

«Consolad, consolad a mi pueblo —dice vuestro Dios—; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle, que se ha cumplido su servicio, y está pagado su crimen, pues de la mano del Señor ha recibido doble paga por sus pecados».

Una voz grita: «En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale. Se revelará la gloria del Señor, y verán todos juntos —ha hablado la boca del Señor—».

Dice una voz: «Grita». Respondo: «¿Qué debo gritar?». 

«Toda carne es hierba y su belleza como flor campestre: se agosta la hierba, se marchita la flor, cuando el aliento del Señor sopla sobre ellos; sí, la hierba es el pueblo; se agosta la hierba, se marchita la flor, pero la palabra de nuestro Dios permanece por siempre».

Súbete a un monte elevado, heraldo de Sión; alza fuerte la voz, heraldo de Jerusalén; álzala, no temas, di a las ciudades de Judá: «Aquí está vuestro Dios. Mirad, el Señor Dios llega con poder y con su brazo manda. Mirad, viene con él su salario y su recompensa lo precede. Como un pastor que apacienta el rebaño, reúne con su brazo los corderos y los lleva sobre el pecho; cuida él mismo a las ovejas que crían».

Salmo Sal 95,1-2.3.10ac.11-12.13-14

R/. Aquí está nuestro Dios, que llega con poder.

V/. Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su victoria. R/.

V/. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones. Decid a los pueblos: «El Señor es rey, él gobierna a los pueblos rectamente». R/.

V/. Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque. R/. 

V/. Delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra: regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. R/.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Mateo (18,12-14):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, en verdad os digo que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado.

Igualmente, no es voluntad de vuestro Padre que está en el cielo que se pierda ni uno de estos pequeños».

***

Que levante la mano quien no se haya sentido perdido nunca. Confieso que escribo estas líneas en un momento en el que no me llega la camisa al cuerpo. Demasiadas cosas que hacer. Muy poco tiempo en el que encajarlas. Excesivo desorden a mi alrededor. No llego a disfrutar de lo que tengo delante porque no encuentro horas en el día. Ni siquiera para aquello que me centraba, que me ordenaba, que me hacía encontrarme conmigo misma.

Porque no hay peor sensación que la de estar perdida en tu propio ser. La de no encontrarte. La de no poder siquiera salir a buscarte, porque hace tiempo que no sabes leer las señales del mapa, se han emborronado los caminos y todo parece una maraña de piedras con destino a ninguna parte. 

Pero hay algo bueno en perderse: es el momento en el que el GPS vuelve a coger señal, la brújula comienza a marcar el norte de nuevo y todos los caminos te llevan de vuelta al Jefe.

Tiene rebaños inmensos. Incontables ovejas que no se empeñan en ser descarriadas, sino que siguen su voluntad con dedicación y entrega. Y, sin embargo, cada vez que ve que un pobre cordero se queda atrás y no encuentra el rumbo, cuando lo siente asustado y con ganas de despeñarse por el primer barranco que se encuentre, deja el rebaño ordenado y pulcro y corre en busca de quien más necesita su ayuda.

Cuando te preguntes qué haces aquí, qué pintas tú en todo esto, hacia dónde estás vagando, recuerda: tienes un Jefe que, aunque tú pienses que no te hallas en el abismo de los autónomos, siempre irá en tu busca. No dejará que te rompas. No te abandonará ni te dará por perdido. 

Nunca serás uno más en el rebaño.

Siempre serás el motivo por el que el Jefe lo dejó todo para ir a buscarte.

Obra: Navidad Mística, Sandro Botticelli (1501), National Gallery, Londres (Reino Unido).

Asesoramiento artístico: Conchy González-Pecellín

Recapiti
Noelia Jiménez