Los últimos datos de inflación en la eurozona y Estados Unidos reflejan un IPC y PCE estancado. Aunque el mercado continúa tranquilo, lo preocupante es que hace meses que la tasa mensual e interanual se mantiene sin cambios, y que el factor energético ha dejado de funcionar como efecto desinflacionista.
En un informe esencial, los economistas Claudio Borio, Boris Hoffmann y Egon Zakrajsek, del Bank of International Settlements, concluyen que el aumento de la masa monetaria en 2020 fue el causante de la inflación que hoy sufrimos. Ese aumento de la cantidad de dinero en el sistema no fue por casualidad, sino por un incremento sin precedentes del gasto público en un periodo de cierre de la economía. Es por ello por lo que debemos prestar atención a la evolución del gasto público en 2025 para entender si la inflación está reduciéndose o no.
Cambio radical en la política norteamericana
La decisión del partido republicano de levantar el techo de deuda en 1,5 billones de dólares a cambio de una reducción de 2,5 billones de dólares del gasto obligatorio (mandatory spending) es un cambio radical en la política norteamericana. Supondría la primera ocasión en la que se pone freno a la parte del presupuesto más controvertida y, además, la que más crece en los últimos diez años.
Otro factor importante para tener en cuenta en los próximos meses es la negociación de los aranceles. Ya explicamos en este blog que los aranceles no causan inflación porque no suponen más unidades monetarias en circulación. Donald Trump ya ha anunciado que la Unión Europea sufrirá una subida de aranceles desde el primer día, si no aumenta las importaciones de petróleo y gas de Estados Unidos. No podemos olvidar que en algunos países se ha disparado la importación de gas ruso, petróleo iraní y carbón, como alerta la propia Comisión Europea.
Todos los aranceles son negociables
Los aranceles a China son inevitables porque el gigante chino mantiene la prohibición a muchas empresas estadounidenses y las disputas en la OMC se elevan a más de 600.000 millones de dólares. En el caso de la Unión Europea, todos los aranceles son negociables si en los principales países de Europa se levantan las barreras al automóvil, agricultura y ganadería estadounidenses. Además, es esencial que se reabra el debate sobre el gasto en defensa, que está muy lejos del objetivo acordado en 2020, y la importación de gas y petróleo.
El año 2025 se presenta como un año positivo para la economía global, con menos incertidumbres y un impulso macroeconómico proveniente del sector privado y, por tanto, más sostenible. Los inversores deberemos prestar atención a la evolución de la inflación por su impacto en la política de tipos de interés, al desarrollo de los conflictos geopolíticos y a la reducción de los desequilibrios fiscales.
El oro y el dólar se mantienen como activos defensivos
Esperamos que los bancos centrales mantengan su política acomodaticia y, por ello, la enorme cantidad de bonos soberanos que vencen en 2025 serán monetizados parcialmente. El oro y el dólar se mantienen como activos defensivos ante la volatilidad de mercado, y seguimos apostando por la renta variable, teniendo en cuenta las valoraciones y las oportunidades que genera la próxima presentación de resultados, que será crucial para conocer la estimación de beneficios de las empresas para 2025 y 2026.
Consideramos que una visión optimista, aunque prudente, sigue siendo la mejor estrategia.