La soledad y el abandono son dos experiencias emocionales distintas, aunque pueden estar relacionadas y a veces se superponen.
La primera genera una sensación de soledad o desconexión con los demás, mientras que el abandono es la sensación de haber sido abandonado o ignorado por alguien importante en nuestra vida.
Pero, ¿qué caracteriza a cada una? ¿Cómo se diferencian? ¿Provocan los mismos síntomas? Para poder diferenciar estos sentimientos, en este artículo te propongo ver dónde se originan y qué comportamientos desencadena cada una.
Índice
La soledad
¿Alguna vez has escuchado eso de “deberías salir más y relacionarte con más gente”? Si tu respuesta es afirmativa, podrías estar en la lista de las personas que han sentido soledad.
La experiencia de la soledad produce una sensación de aislamiento o de falta de conexión con otras personas. Puede ser voluntaria o involuntaria y no necesariamente implica la ausencia de compañía física, ya que podemos estar en un grupo amplio y seguir sintiéndonos desconectados. O lo contrario, podemos estar solos y sentir la conexión con el todo.
Supone sentimientos de vacío o tristeza, pesa como una losa, produce angustia y cuando se está en grupo aparece la sensación de estar fuera de lugar o no ser parte de él.
Somos seres sociales por naturaleza
Para los humanos, estar en grupo es necesario y fue en otra época algo imprescindible. La historia evolutiva muestra que la vida en sociedad fue crucial para nuestra supervivencia. La cooperación, la transmisión de conocimientos, la protección mutua y el apoyo emocional dentro de los grupos sociales fueron factores clave que permitieron a nuestra especie prosperar.
Entonces ya puedes pensar en la enorme dificultad que tiene una persona para permanecer aislada, ya que va en contra de las normas puramente biológicas de supervivencia.
¿Por qué nos aislamos?
Las experiencias programantes de la futura conducta de aislamiento provienen de haber experimentado un ataque verbal, psíquico o físico, abuso, rechazo, o tener miedo a las posibles agresiones de cualquier persona, ya que todos se han convertido en potenciales agresores.
El resultado es una falta de relaciones sociales significativas, miedo a tener pareja, si se vive en pareja el otro actúa de conectar con el mundo, y así se van sumando estrategias que anquilosan a la persona en su cueva.
Cuando uno ha recibido un ataque y se le ha producido un daño, creemos que todos pueden hacerlo y el cerebro no va a diferenciar, sino que se va a preparar para la supervivencia. Es por ello que se evita el contacto con otras personas, cosa que finalmente acaba en una profunda desconexión con la impresión de no ser comprendido por los demás.
Es una situación que puede ser temporal o crónica, y no siempre es negativa, ya que algunas personas disfrutan de la soledad como una oportunidad para la introspección y el crecimiento personal, o en etapas de realización de proyectos que requieren de nuestra atención.
Nadie se cura en soledad, porque el dolor se produjo con una relación y solo en la relación se sana.
Te recomiendo
Para profundizar en este tema os invito a leer la novela de Fredrik Backman Un hombre llamado Ove, o ver la película del mismo nombre, dirigida por Hannes Holm. El film narra una historia en la que un vecino gruñón se protege dentro de su casa haciendo su mundo a medida, pero una relación en el vecindario supondrá un acercamiento al amor propio y hacia los demás.
El abandono
¿Alguna vez has escuchado eso de “deberías aprender a pasar más tiempo a solas”? Si tu respuesta es afirmativa, podrías estar en la lista de las personas que han sentido abandono.
El abandono es la sensación de haber sido dejado atrás o descuidado por alguien importante en la vida de uno, como por ejemplo los padres, ambos o uno de ellos, que luego se extrapola a cualquier persona que por razones personales no pueda estar presente. Implica una separación temporal o definitiva o ruptura en una relación significativa, ya sea real, imaginada o percibida.
En el extremo del abandono se encuentra la dependencia emocional y afectiva, que se caracteriza por una necesidad excesiva de estar con alguien y una incapacidad para funcionar adecuadamente sin la presencia o aprobación de otra persona.
¿Cómo sentimos el abandono?
Las experiencias programantes del abandono las encontramos en la falta de apego seguro que produjeron los traumas tempranos de:
- Pérdida de un ser querido;
- Dejadez de los padres o cuidadores;
- Imposibilidad de los padres de asumir la crianza;
- Adicciones en el medio familiar;
- Descuido, falta de atención o negligencia por parte de familiares
El abandono produce un alto impacto emocional con un dolor emocional profundo y una sensación de pérdida, sentimientos de inseguridad y baja autoestima, miedo a ser abandonado nuevamente y resentimiento o enfado hacia la persona que ha abandonado.
La narrativa que tienen en la cabeza es “voy a estar solo, te voy a extrañar, me voy a sentir horrible, voy a sentir mucho miedo, no lo soportaré” porque es lo que experimentaron en otro momento de su vida.
El miedo al abandono se convierte en una profecía autocumplida, porque ves a la otra persona en términos de tus propias necesidades y no de las de ella, lo que la aleja.
Comportamiento de las personas que sienten abandono
Las personas que caminan con las “gafas del abandono” tienen un miedo muy profundo a ser dejados de lado, a no ser incluidos en proyectos o actividades del grupo al que pertenecen, están siempre preocupados por si alguien parece un poco distante.
Por defecto piensan: “No les gusto, no soy de su agrado, no quieren estar conmigo, desearían que yo no estuviera aquí, me va a engañar” y al mismo tiempo desean estar con los demás y anhelan caer bien, y podrían convertirse en payasos o contar chistes todo el tiempo solo para entretener a los otros.
Cualquier situación en la que la pareja, familiares o amigos no están presentes cuando la persona que siente abandono los necesita despierta un profundo dolor ligado al abandono vivido en la infancia, que persiste en la vida adulta.
Como os podéis imaginar, cualquier ruptura amorosa, separación o distanciamiento produce una experiencia emocional muy fuerte.
Te recomiendo
Para profundizar en este tema te invito a ver la película De padres a hijas (2015), dirigida por Gabrielle Muccino, en la que verás las conductas que provienen de la huella de abandono de la protagonista.
Biodescodificación del abandono y la soledad
Para que exista una conducta o un síntoma físico es necesario que haya existido un conflicto biológico vivido con un tono especifico, por ejemplo, de soledad o de abandono.
Ambas experiencias, a pesar de ser distintas, afectan al mismo órgano, el riñón y, en concreto, a los túbulos colectores renales. El riñón tiene varias partes diferentes y cada una de ellas se dedica a algo específico. Hablé del túbulo colector renal en otro artículo y puedes revisarlo aquí.
La consecuencia en lo físico es la retención de líquidos, el aumento de peso hídrico o el aumento de inflamaciones concomitantes. En cuanto se desactiva este tipo de experiencia, la persona empieza a eliminar los líquidos retenidos y comienza a sentirse mejor físicamente, pero creo que lo importante es poder reconocer el patrón de pensamiento para poder acoger a nuestra infancia y sanarla.
Puedes descubrir qué emociones causan determinados síntomas y aprender a descodificar gracias al Diplomado en Descodificación Biológica. Una formación para entender en porqué de tus enfermedades y liberarte de los patrones de comportamientos que te anclan a tu propio pasado.
Recuerda:
- Soledad: es la sensación de aislamiento o falta de conexión, que puede ser voluntaria o involuntaria.
- Abandono: es la sensación de haber sido dejado atrás o descuidado por alguien significativo, implicando una ruptura en una relación.
¿Conocías la diferencia entre soledad y abandono? ¿Sabías qué síntomas causan? Cuéntamelo en comentarios.