La financiación de las pymes: vulnerabilidad vs. productividad - Real Instituto Elcano

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La estructura financiera de las pymes españolas ha experimentado una profunda transformación en los últimos años, similar al resto de Europa, que tiende a reducir la financiación ajena en beneficio de los fondos propios, lo cual tiene ventajas, pero también inconvenientes.

Resumen
La estructura financiera de la pyme española ha experimentado un profundo cambio en las últimas décadas. Desde la crisis financiera, las pymes han incrementado el peso de los fondos propios en su balance y reducido el peso de la financiación ajena, especialmente la bancaria, y han dejado de considerar el acceso a la financiación, su principal problema. Aunque una menor vulnerabilidad financiera de las pymes pueda parecer una buena noticia, eso no implica que el acceso a la financiación de las pymes no esté sujeto a serias limitaciones ni que una estructura más basada en fondos propios sea óptima en términos de crecimiento y de productividad.

Análisis
Existe la percepción general de que las pymes europeas y, en particular, las pymes españolas, tienen problemas de acceso a la financiación, y es cierto. Ahora bien, rara vez se especifica qué tipo de financiación reclaman las pymes, y cuál es su estructura financiera óptima. ¿Necesitan todas las pymes más financiación? Si la necesitan, ¿tienen más problemas con la financiación bancaria o con la no bancaria? ¿En qué medida prefieren financiarse con fondos propios, y qué ventajas e inconvenientes supone eso? Aunque responder a todas estas preguntas resulta demasiado complejo, en este artículo analizaremos algunos elementos. En primer lugar, cómo ha cambiado la estructura financiera de las pymes españolas en las últimas décadas (en general y en comparación con otras pymes europeas). En segundo lugar, en qué medida las pymes perciben que la financiación es uno de sus principales problemas. En tercer lugar, y con independencia de lo anterior, cómo las limitaciones a determinados tipos de financiación dificultan una estrategia financiera óptima. Concluiremos con algunas recomendaciones de política económica.

1. Cambios en la estructura financiera de las pymes españolas

La estructura financiera de las pymes españolas ha experimentado una profunda transformación en los últimos años.

Así, antes de la entrada de España en el euro, en 1999, las principales fuentes de financiación ajena de las pymes españolas eran el crédito comercial y los créditos bancarios a corto plazo. Las grandes empresas se financiaban con facilidad a largo plazo a través de las entidades bancarias, pero las pymes se enfrentaban a una mayor restricción crediticia por problemas de asimetría informativa, por tener menos activos disponibles como colateral y, en el caso de las nuevas empresas, por la falta de reputación financiera o historial crediticio. Existía, por tanto, un interés público por fomentar el crédito bancario a largo plazo para las pymes y, con ello, facilitar la financiación de nuevos proyectos de inversión que permitieran el crecimiento empresarial a medio y largo plazo.

Desde finales de los 90 y hasta la crisis financiera, ese deseo se hizo realidad. El exceso de liquidez en los mercados, sobre todo desde la entrada en el euro, facilitó la financiación empresarial tanto bancaria como no bancaria.

Como se observa en la Figura 1, poco a poco el crédito bancario a largo plazo fue ganando peso dentro de la estructura de financiación de las pequeñas y medianas empresas, gracias al creciente interés y competencia por el segmento de las pymes entre las entidades financieras. También otros acreedores financieros distintos de los bancos aumentaron su presencia en la estructura de financiación del pequeño tejido empresarial, aunque fueron las grandes empresas las mayores beneficiadas del creciente proceso de desintermediación (permitiéndoles ganar poder de negociación frente a las entidades de crédito).

Figura 1. Evolución de la estructura financiera empresarial en España, 1999-2022 (en % sobre el pasivo)

Fuente: elaboración propia a partir de Banco de España, Central de balances.

En 2001, la participación de los créditos bancarios a largo plazo superó por primera vez a los créditos a corto plazo en la estructura de capital de las pymes. Desde 2003, los proveedores dejaron de ser la principal fuente de financiación ajena, a favor de los créditos bancarios a largo plazo. Aunque aparentemente este cambio proporcionó a las pymes españolas una estructura financiera más sólida y estable, las hizo más vulnerables al efecto de la crisis iniciada en 2008.

En 2008, en el momento del estallido de la burbuja financiera, dos tercios de la financiación de las pequeñas empresas en España provenían de fondos ajenos, siendo la principal fuente el crédito a largo plazo otorgado por las entidades financieras. Y es que, en plena burbuja inmobiliaria, las fuertes inversiones tanto del sector de la construcción como de los servicios inmobiliarios, actividades que ya de por si van acompañadas de altos niveles de apalancamiento, explicaron la fuerte expansión de los créditos a largo plazo, alentados, además por la vertiginosa subida de los precios de los activos inmobiliarios, usados como garantías crediticias.

Desde entonces, el crédito bancario, tanto de largo plazo (que financia proyectos de inversión) como de corto plazo (destinado principalmente a la financiación del circulante), ha ido perdiendo peso en la estructura de financiación de las pymes a favor de los fondos propios. Estos últimos han pasado de representar algo más de un 40% del pasivo total de las pymes españolas en 2008, a casi un 55% en 2022. Este fenómeno no es exclusivo de España. De hecho, sus principales socios comunitarios también comparten esta tendencia, de modo que en Alemania pasaron de casi un 33% a un 40%, en Francia del 32,5% a algo más de 36% y en Italia de casi un 26,5% a cerca de 37%. No obstante, es necesario recordar que la comparación debe tener en cuenta la posible existencia de diferencias metodológicas en la definición del concepto de fondos propios.

Asimismo, también desde la crisis de 2008, otros acreedores financieros no bancarios han ido progresivamente consolidándose como pieza fundamental de la financiación del pequeño tejido empresarial español.

Varios factores explican estos cambios. En primer lugar, por el efecto composición resultante, por un lado, de la restricción del crédito bancario tras la crisis financiera y de la caída del crédito comercial como consecuencia del deterioro de la confianza interempresarial y, por otro, por la propia evolución de la demografía empresarial desde 2008, que se ha saldado con una pérdida de peso de las actividades de construcción e industriales (tradicionalmente más apalancadas) a favor de las actividades de servicios.

En segundo lugar, por el intencionado proceso de desapalancamiento empresarial como vía para reducir su vulnerabilidad financiera, tras el sufrimiento experimentado en la crisis. Así, la empresa se garantiza una cierta “autonomía estratégica” que, en el terreno de las finanzas micro, se consigue a través del aumento de los fondos propios.

En tercer lugar, a partir de 2012, por el creciente flujo de inversores que optaron por entrar en el capital de las pymes en busca de mayores rentabilidades, dado el entorno de bajos tipos de interés, facilitándoles financiación de medio/largo plazo; hecho que se materializó en instrumentos financieros muy diversos (algunos, por ejemplo, de carácter híbrido que combinan ambos tipos de financiación: ajena y propia, mezzanine finance). Destaca el papel más activo de los fondos de inversión –nacionales y extranjeros– en la financiación de las pymes españolas y, en concreto, en el ecosistema de startups.

En cuarto lugar, los numerosos cambios normativos que tras la crisis de 2008 intentaron evitar el estrangulamiento financiero de las pequeñas empresas españolas. Entre ellos destacan la promoción del Mercado Alternativo Bursátil (MAB) –que había sido creado en 2006 pero no terminaba de despegar– o del capital riesgo, la creación del Mercado Alternativo de Renta Fija (MARF) –creado en 2013– o la irrupción de modelos de financiación genuinamente alternativos, como el crowdfunding, los business angels y el crédito online P2P (peer to peer), basados en las nuevas tecnologías digitales y nuevos modelos relacionales empresariales. Asimismo, la ley concursal fue modificada en varias ocasiones para mejorar la seguridad jurídica de los acreedores, y en 2015, se aprobó una ley específica para promover la financiación empresarial.

Como resultado, hoy la financiación de las pymes se apoya principalmente en los fondos propios, como queda de manifiesto en la Figura 2. La financiación ajena ha perdido peso como consecuencia de una menor contribución del crédito bancario tanto a largo como a corto plazo y de una menor participación del crédito comercial. No obstante, los acreedores financieros no bancarios han conseguido consolidar su presencia entre las principales fuentes de financiación del pequeño tejido empresarial.  

Figura 2. Estructura financiera de las pymes y las grandes empresas en España, 2022 (en % sobre el pasivo)

Nota: “Resto” incluye pasivos como: ajustes cambio valor, reservas y primas emisión, deuda características especiales, pasivos vinculados activos no corrientes mantenidos para venta y provisiones. Fuente: elaboración propia a partir de Banco de España, Central de balances.

2. Aspectos positivos: menor vulnerabilidad financiera

La crisis financiera no sólo ha impactado en la manera en que se financian las pymes españolas, sino también en la de las pymes europeas, como se ve en la Figura 3, que refleja la comparación en la evolución de las estructuras financieras de las pymes de España, Alemania, Francia e Italia entre 2008 y 2022.

Como se observa, todas ellas comparten rasgos comunes, como un fuerte crecimiento del peso de los fondos propios dentro de su pasivo y un descenso del crédito comercial. La contribución del crédito bancario a la estructura financiera de las pymes se reduce, y lo hace con fuerza en el caso de España y de Italia. Y los acreedores financieros no bancarios aumentan su peso en el pasivo de las pymes en España y en Francia.

Figura 3. Variación de la estructura financiera de las pymes europeas, 2008-2022 (en puntos porcentuales)

Fuente: elaboración propia a partir de BACH database.

Estos cambios en la estructura financiera, junto a la política ultraexpansiva del Banco Central Europeo (BCE), explican la caída, desde 2012, de la vulnerabilidad financiera de las pymes europeas (medida como la ratio entre la carga financiera y los resultados empresariales), como se observa en la Figura 4. Reducir la exposición financiera resulta crucial puesto que, cuando es alta, afecta a la capacidad competitiva de la pyme a través de unos mayores costes financieros e incrementa el riesgo derivado de cambios en el precio del dinero.

En el caso español, el pequeño tejido empresarial ha logrado una doble convergencia a la baja de su vulnerabilidad financiera, por un lado, con sus homólogas europeas y, por otro, con las grandes empresas españolas, situándose en 2022 en un nivel algo inferior al 10% (Figura 4). Cabe recordar que, tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, la carga financiera de las pymes españolas llegó a representar un 28,5% de sus resultados (en 2012).

Figura 4. Vulnerabilidad financiera de la pyme europea, 2000-2022 (peso de los intereses de la deuda financiera sobre EBITDA, en %)

Fuente: elaboración propia a partir de
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Inmaculada Ordiales Hurtado, Enrique Feás.