Aprender a soltar: las dinámicas familiares ante la crisis de la identidad masculina - Instituto Ángeles Wolder

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“La comunicación es fundamental. Validarnos, compartir preocupaciones, miedos, alegría, tristeza. Uno de los motivos por los que se suele perder la chispa es justo ese. Damos al otro por sentado y dejamos de prestarle atención. Dejamos de escuchar, pero si os paráis a pensar en el día en que os conocisteis ¿podríais decirme por qué razón os elegisteis mutuamente? Al fin y al cabo, esa es la elección más importante porque solo tenemos una vida y pasa rápido. A veces demasiado. Pero si vivís la vida al máximo y os decidís a disfrutarla y por fin soltar, la vida puede ser maravillosa.”

Con esta frase de Gustav, marido, padre y de profesión psicoanalista comienza la película Aprender a soltar, dirigida y protagonizada por Josephine Bornebusch, Stella, quien es una madre sobrecargada, una pareja relegada y una mujer entregada que se olvidó de ella.  

Si has visto la película y tuvieras que sintetizar el argumento en tres ideas principales ¿de qué dirías que trata? Es bastante probable que veamos que muestra las dificultades de pareja, los conflictos ante las dinámicas familiares, una adolescente rebelde y, especialmente, la necesidad de control de Stella o de cómo se aferra a su orden preestablecido.

Al verla pensé: tiene que soltar o acaba mal. En cuanto me rodó por la cabeza vi claramente otra versión de la misma película. Alguien tiene que aprender a tomar para que otro pueda soltar.  

Hoy te invito a ver otra cara de Aprender a soltar, una preciosa película que nos muestra dónde se produjeron todos esos desequilibrios en origen. En biodescodificación buscamos el conflicto desencadenante y programante de un síntoma y el control o el perfeccionismo son un síntoma comportamental.

En la Terapia Familiar Sistémica y las Constelaciones Familiares vemos los desequilibrios, el desorden que ya no se sostiene por ningún lado y dónde se originaron esos desórdenes.  

Nos podemos preguntar: ¿Por qué ha llegado Stella a no poder soltar? ¿Qué les pasó como pareja? Y vemos que hay tanto de su lado como del lado de Gustav. Forman una pareja que se ha alejado como pareja, y Gustav es un padre ausente que no sabe qué ropa usa su hija, qué chistes hace su hijo o qué necesita comer debido a su intolerancia alimentaria.

Por ello, vamos a revisar cómo Gustav llega ahí, ya que una crisis de la identidad masculina puede llevar a la sobrecarga femenina debido a que lo que uno no da, el otro lo aporta. El resto podría, en parte, ser consecuencia de las posiciones vitales de cada uno en este maravilloso enredo que es la familia.  

De identidades se trata 

La identidad es un camino de transiciones. Pasamos de un estado al otro como el agua y somos diferentes en cada etapa. Tenemos características distintas en función del estado por el que vamos pasando.

Un niño, un joven o un adulto se van identificando con lo que van viviendo para la etapa que toca y no hay marcha atrás. Así, vamos pasando del rol niño o niña a adolescentes, luego jóvenes, hasta sentirnos cómodos en el papel de hombre y de mujer. Los vamos ensayando en cada etapa.  

Además, hombres y mujeres nos construimos en base a las ideas y creencias del sistema familiar y de la sociedad en la que crecemos. Nos vamos haciendo en función de las expectativas de los sistemas. ¿Qué se espera de un hombre y de una mujer en nuestra familia? ¿Satisfacemos lo que se espera de nosotros?  

Y en ese camino llamado vida pasamos de ser seres individuales a encaminarnos a la vida en pareja. Si a eso le sumamos un hijo pasamos a conformar una familia y nos encontramos que los papeles no se abandonan, sino que son cambiantes. Somos, por tanto, hombres o mujeres, pareja y padre o madre. Solemos asumir los roles de la paternidad o la maternidad ante nuestros hijos sin perder la identidad de hombre o mujer cuando lo tomamos al 100%.  

Por lo general esos roles se asumen con la práctica, ya que no hay escuela dónde nos enseñen como hacerlo. Es prueba y error. Vas viendo las necesidades de los bebés y adaptando, como puedes, tu vida a la del nuevo ser. Nunca el bebé podrá adaptarse a ti. Dejas de lado tus necesidades para centrarte en solventar las necesidades del nuevo ser. Se hace de forma orgánica (cómo se dice hoy en día) excepto que algo, para cualquiera de los dos padres, sea percibido como peligroso.

¿Qué suele ser? Que se sienta una amenaza a la identidad. Es uno de los conflictos internos más dolorosos. Afecta a lo más profundo del ser y da mucho miedo.  

La mayor parte de las veces este conflicto surge del lado masculino. Ser padre o madre no debería vivirse como una “pérdida” de identidad masculina o femenina, sino como una oportunidad para transformarla y enriquecerla, pero no siempre es así. A veces, cuesta tanto que la persona, por miedo a perderse en su faceta individual, se aleja y no solo se desentiende de los hijos, sino que la pareja se pierde por no poder poner en palabras lo que se siente. Es una crisis de identidad lo que lleva a aferrarse a un rol y rechazar el otro, lo que puede estar motivado por el miedo a perder la “libertad” o a sacrificar la identidad personal. 

Si de hombres se trata… 

El rechazo al rol de padre puede surgir por muchas razones diferentes. A menudo es el miedo a dejar de lado su lado de hombre lo que le impide entregarse totalmente como padre, lo que le provoca un intenso remordimiento como pareja y busca fuera satisfacer lo que no encuentra dentro y le otorga una justificación.  

El rechazo podría deberse a problemas no resueltos con su propia figura paterna, como resentimiento, miedo o una necesidad de romper con patrones familiares. 

Influye también la falta de modelos o referentes paternos. Muchos hombres no tuvieron figuras paternas emocionalmente presentes y, al convertirse en padres, sienten incertidumbre sobre cómo asumir este rol sin un referente claro.  

Otro motivo puede ser que la paternidad implica asumir responsabilidades y redefinir prioridades, algo que muchos hombres perciben como una amenaza a su autonomía o a los privilegios que tradicionalmente acompañaron a la masculinidad.

En lugar de adaptarse o construir un nuevo modelo de paternidad, algunos hombres optan por la evasión, por ejemplo, encargarse de su propio plan de vida y colateralmente ocuparse, si puede, de los hijos. Si no tuvieron modelos positivos en sus propias familias, pueden sentir inseguridad o incertidumbre sobre cómo ser un “buen padre”.

Siguiendo a Luciano Luterau, psicoanalista argentino, esto puede ser un síntoma de inmadurez emocional, ya que implica evitar la confrontación con los desafíos propios de la vida adulta. Freud podría relacionarlo con un impulso hacia el placer (el ello) que evita las responsabilidades del yo maduro. 

Cuando existe la dificultad para asumir el rol de padre, la mujer se ve afectada y suele quedar sobrecargada en las dinámicas familiares, de crianza y laborales. La superwoman encargada de todo tiene que aparecer para que la vida en la familia esté en un equilibrio aparente.  

Sin embargo, es probable que desde afuera de esta dupla se vea que la mujer tiene que deslindarse de responsabilidades que no le corresponden o que estas tienen que ser compartidas, y que ha de dejar a un lado el perfeccionismo y soltar para que el otro pueda tomar. Muy difícil se lo ponen. No solo tiene que tomar lo del otro, sino que, si no suelta, el otro no lo toma. Paradójico, como mínimo.  

La sobrecarga femenina en la película Aprender a soltar

En la película Aprender a soltar vemos como progresivamente Stella ha ido ocupándose de todo lo que la familia necesita y que podría ser una madre soltera, sin ayuda, sin compañía, sin amor y con una frustración creciente, y estaría más relajada porque no tendría la carga de Gustav. Sin embargo, cuando él le propone el divorcio ella le invita a un viaje que se va a convertir en un viaje al interior de cada personaje.  

El lugar de cada uno solo puede ser ocupado de manera responsable, por cada miembro de la pareja pasando a ser padre y madre. Son lugares que ayudan al niño/a a crecer, a tener la seguridad y tranquilidad de no perderse cuando les toque mudar de rol.  

En un contexto en el que el hombre tiene miedo a perderse como padre, las mujeres a menudo terminan asumiendo la mayor parte de las responsabilidades de crianza y cuidado del hogar. Esto ocurre incluso en parejas que, en teoría, promueven una dinámica más igualitaria.  

La sobrecarga que se produce no solo es física (en términos de trabajo doméstico, cuidado o el propio trabajo), sino también emocionalmente, ya que deben suplir la ausencia simbólica del padre en la vida de los hijos y la ausencia de la pareja como acompañante de vida y debe “llenar los vacíos” que deja el padre.

Esto suele generar sentimientos de agotamiento, frustración o resentimiento hacia la pareja. Es crucial reconocer que ambos roles tienen desafíos únicos y que una crianza compartida y equitativa puede aliviar las cargas emocionales y prácticas para ambos padres. 

En Aprender a soltar se ve como el fenómeno perpetúa un círculo de desigualdad. Stella se ve obligada a “serlo todo” (madres, cuidadoras, proveedoras, etc.), mientras que Gustav puede continuar desarrollándose profesionalmente y mantener un estilo de vida sin mayores compromisos familiares, incluso con otra pareja. 

Aprende todo sobre las dinámicas disfuncionales en los sistemas en este artículo sobre Constelaciones Familiares.

El testimonio de una consultante

Ángeles: tienes que ver la película Aprender a soltar, me escribió una consultante. Y por supuesto que seguí su recomendación. Luego le pedí que me dijera qué le había tocado y esto es lo que me dijo:

Es una película en la que me vi retratada de pies a cabeza. Es como si hubieran calcado mi vida y nuestra vida de pareja, aunque hay matices. La vimos juntos y la compartimos para seguir creciendo y sanando nuestro vínculo, que se vio sacudido, igual que en la película, con una infidelidad.

Tomé conciencia de todo lo que día a día “no puedo o no quiero ver”. Por ejemplo, muchas veces lo anulé como padre y como pareja por miedo a que lo haga mal. Me caracteriza el perfeccionismo, la inflexibilidad y el control.

Creía que me aseguraba de hacerlo bien al encargarme de todo, incluso de tomar decisiones y eso me desgasta y desgasta a la pareja. La mochila se hace cada vez más pesada y las energías para sostenerlos cada vez son menos.

Las enfermedades llegan en la ficción y en la vida real. Stella, la protagonista, atraviesa un cáncer, y a mí me correspondió una depresión.

La película me hizo vivirlo como si yo fuera la protagonista y, de no haberla visto, ni hubiera aceptado algo que es tan difícil para mí.

LMG

¿Por qué cuesta tanto estar juntos? Incluso cuando hay amor  

Todo puede ir de aprender a vivir. Primero como personas, luego como hombres y mujeres y luego decidir la paternidad o maternidad de manera consciente y responsable. Y, si aún así algo es incómodo o doloroso, tener la madurez emocional de poder hablarlo.  

Por ejemplo, hablar de cómo redefinir la paternidad/maternidad. Adoptar una visión más flexible y menos idealizada de lo que significa ser un buen padre o madre puede aliviar la presión. Esto implica aceptar errores, pedir ayuda y priorizar el bienestar emocional sobre la perfección. 

Buscar apoyo emocional, por ejemplo, hablar con otros padres, participar en grupos de apoyo o acudir a terapia puede ser muy útil para explorar los sentimientos de pérdida de identidad y encontrar formas de integrarlos a nuestra nueva vida. 

Y lo más importante, cultivar la relación de pareja. No descuidar la relación de pareja es clave para mantener una conexión personal fuera de los roles parentales. Planificar tiempo para estar juntos, sin los hijos, ayuda a fortalecer la relación y recuperar el sentido de unidad como adultos. 

Nos “perdemos” en los roles de padre y madre cuando olvidamos que estos son solo una parte de nuestra identidad, no su totalidad. La paternidad es una oportunidad para expandirnos como personas, no para reducirnos. Integrar nuestras facetas como individuos, pareja y padres/madres requiere consciencia, esfuerzo y apoyo, pero es posible hacerlo sin sacrificar quiénes somos en esencia. Solo así se puede soltar y tomar de manera alternada.  

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Ángeles Wolder