El circo propagandístico montado en la Biblioteca Nacional con la firma de un supuesto «acuerdo cultural» entre el Ministerio de Cultura y un inexistente «estado palestino» es un nuevo capítulo en la deriva extremista del gobierno de Pedro Sánchez y sus socios radicales.
No nos engañemos: esto no tiene nada que ver con la cultura. Se trata de un acto político deliberado que instrumentaliza las instituciones culturales para avanzar en la obsesión antiisraelí que caracteriza a este gobierno reconociendo un estado palestino que no existe.
Las palabras del ministro Urtasun, representante de Sumar en el gobierno, hablando de «exterminio» y «asedio inhumano», y calificando el acuerdo como «una expresión de reconocimiento del Estado palestino», revelan los verdaderos motivos de esta farsa en el que el extremismo ideológico de la izquierda radical se impone a los intereses nacionales y a la coherencia internacional de España.
Repugnante también la utilización del Día de la Cultura Palestina, si es que existe tal estado y tal día, para que el embajador palestino, Husni Abdel Wahed, pudiera desde una institución pública española acusar a Israel de «genocidio criminal», mientras el ministro español asiente complacido.
Este gobierno, que ya ha demostrado su desprecio por las formas democráticas y su inclinación por las prácticas autoritarias, no duda en sacrificar el prestigio internacional de España para pagar sus deudas con los antisemitas que lo mantienen en el poder. Este cuarto acuerdo con la Autoridad Palestina -controlada de igual manera por terroristas de Hamas- evidencia la determinación del gobierno por mantenerse en el lado equivocado de la historia.
Debemos identificar claramente este episodio como lo que es: otro paso en la estrategia del sanchismo para distraer la atención de sus escándalos de corrupción mediante cortinas de humo. Un gobierno que premia a quienes celebraron la masacre del 7 de octubre y que criminaliza a las víctimas, un gobierno que se sitúa al margen del consenso occidental mientras abraza causas radicales.
Desde ACOM rechazamos estas maniobras propagandísticas y denunciamos sin complejos a un gobierno que sacrifica nuestra seguridad, nuestros intereses nacionales y nuestros valores democráticos, a cambio del aplauso temporal de los enemigos de la libertad y la convivencia pacífica entre los pueblos.