En 2017, el congreso internacional ‘Parental Brain’, celebrado en Barcelona, evidenció los cambios cerebrales que experimentan las mujeres al convertirse en madres. Ahora bien, hasta hace poco se desconocía si la paternidad podía provocar transformaciones similares.
El cerebro de las madres
La evidencia científica demuestra que, durante el embarazo, el cerebro de las mujeres comienza a experimentar cambios estructurales y funcionales que las preparan para afrontar el reto de cuidar al bebé. Estos cambios se producen, en su mayoría, en la sustancia gris, una capa de tejido cerebral rica en neuronas y el subcórtex, una de las estructuras vinculada a las emociones y la motivación. Lejos de ser un motivo de preocupación, estas transformaciones facilitan que las madres puedan entender mejor las necesidades de los bebés.
El cerebro de los padres
Un reciente estudio, realizado por la psicóloga Darby Saxbe, ha evidenciado que el cerebro de los hombres experimenta cambios funcionales y estructurales similares al cerebro de las mujeres. Eso sí, estos son más sutiles y variables, puesto que dependen de su grado de implicación con el niño.
En el caso de los hombres, las regiones del cerebro que se transforman son aquellas implicadas en la cognición social. Además de esto, se ha demostrado que los padres más vinculados con el niño tienen niveles más bajos de testosterona, mayores disparos de dopamina y sensación placentera de recompensa cuando interactúan con sus hijos.
En definitiva, los padres implicados no nacen, se hacen. Cuando los hombres se implican activamente en la crianza, esta también impacta en su salud mental y su sentido de identidad, como ocurre con las mujeres. Hay que romper, por tanto, con la falsa idea de que los hombres no están biológicamente preparados para cuidar a los más pequeños, porque la realidad es que sí que lo están.
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