Los hombres no lloran pero se suicidan más que las mujeres (Por la Dra. Lorea Zubiga)

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A la Asociación de Profesionales y Psicólogos de la Alta Sensibilidad de España, nos llega por diferentes vías una misma pregunta. Ya sea en nuestras conferencias y seminarios, o en la web o por redes sociales…


La pregunta que siempre se repite es la siguiente:


“Si el rasgo PAS se distribuye por igual entre hombres y mujeres…
¿Por qué parece que las mujeres participan más en los foros de Alta Sensibilidad que los hombres?”


Pues la respuesta más rápida y sencilla es el Condicionamiento Cultural.

Se define como Condicionamiento Cultural al proceso social en el que figuras de autoridad (como padres, profesores, políticos, líderes religiosos, compañeros y los medios de comunicación) definen los valores culturales, creencias, sistemas éticos y, en última instancia, la forma en que un individuo se percibe a sí mismo y su manera de estar en el mundo. Si bien esta definición parece sacada de un manual de psicología…, en palabras sencillas lo que viene a decir es que las personas terminan por definirse a sí mismas en función del entorno socio-cultural en el que conviven. Y no importa si eres occidental u oriental, o del hemisferio norte o del sur… En la mayoría de las culturas que dominan nuestro planeta, el mensaje para definir la “masculinidad” por lo general siempre va en sentido contrario al término de empatía.

Es por ello que personas del sexo (cromosómico) masculino que poseen un cerebro PAS (es decir, cerebros con un procesamiento profundo de la información) pueden tratar de desmarcarse de esta identidad. Y si bien como cualquier otra PAS, su manera de interactuar es más reflexiva y menos impulsiva, también se han vuelto expertos en adaptar su personalidad a las exigencias del entorno, y hay momentos en los que ellos mismos no se identifican o no saben distinguir su propia naturaleza dentro del rasgo de sensibilidad de procesamiento sensorial.


A menudo se califica a los hombres de sujetos emocionalmente distantes. Pero la realidad es que la contención emocional de los hombres (como llaman los científicos a la falta de expresividad emocional) evolucionó por razones de supervivencia. Durante millones de años, el trabajo de los hombres consistió principalmente en proteger a la pequeña tribu de las amenazas del entorno y de los depredadores así como en proveer por medio de la caza del sustento para la subsistencia del grupo. De modo que mostrar sus emociones no habría ayudado a un hombre ancestral a mirar fijamente a los ojos amarillos de un depredador embistiendo, degollar a una cría de gacela para cenar, asaltar un campamento enemigo o apuñalar a un intruso que amenazaba a la tribu. Los hombres necesitaban habilidades especiales para realizar su trabajo diario. Y es de conocimiento popular que “el enemigo huele el miedo” y por eso debían esconderlo. Como resultado, los hombres ancestrales desarrollaron la capacidad de interiorizar sus sentimientos, guardándoselos para sí mismos. Los niños lloran con la misma frecuencia que las niñas. Pero a medida que la testosterona empieza a inundar el cerebro en la adolescencia, los jóvenes empiezan a camuflar sus sentimientos de ansiedad, pena, culpa y dolor con el silencio. En lugar de eso, empiezan a dominar el lenguaje de las bromas, todas las ocurrencias, chistes y comentarios aparentemente despreocupados que los chicos y los hombres emplean para enmascarar sus sentimientos de desesperación y aprensión. Hoy en día, muchos incluso llevan sus emociones al inconsciente; ni siquiera saben cómo se sienten. Y ya, resulta obvio decir que el exceso de testosterona se relaciona con ambientes de mucha agresividad.

Si los hombres son de naturaleza emocionalmente contenida, las mujeres están hechas para expresar sus emociones. Las mujeres ancestrales necesitaban cuidar de bebés pequeños e indefensos, y para ello necesitaban una habilidad diferente: la sintonía emocional, la capacidad de sentir lo que siente el bebé. Esta capacidad, en gran medida femenina, se consigue, al menos en parte, a través de la lectura emocional de los rostros. Cuando una persona mueve sus músculos faciales, activa nervios que desencadenan procesos cerebrales que le hacen sentir de formas específicas. En todo el mundo, la mayoría de las mujeres son más expresivas emocionalmente que la mayoría de los hombres: es su herencia. Además, existen 3 datos diferenciales más: a) los conductos lagrimales de las mujeres son más pequeños que los de los hombres y por eso derraman antes sobre sus mejillas; b) las mujeres tienen un 50% más de prolactina circulante, un componente primario de las lágrimas; c) las mujeres son las que han desarrollado mayor capacidad de percibir el miedo a través de la olfacción (este último dato podría estar en consonancia de la búsqueda de protección a la hora de buscar pareja).
Pero estamos dentro de una nueva era de evolución en la relación de hombres y mujeres. Las normas sociales empiezan a potenciar actitudes y aptitudes netamente femeninas, pues en el mundo tecnológico en el que vivimos, ya no es necesario enfrentarse a depredadores ni salir de caza. Ahora vivimos en una sociedad donde la contención emocional ya no está de moda. ¿Pueden los hombres expresarse como las mujeres? Por supuesto. Y en este contexto de transformación la sensibilidad ambiental y el rasgo de la Alta Sensibilidad van a jugar roles clave. La adaptación es mandatoria, ya que, como hemos comentado en alguna de nuestras publicaciones… “Los hombres no lloran pero se suicidan más que las mujeres”. Es por ello, que lo ideal es que este cambio sea gradual y esté soportado por los mecanismos institucionales que desarrollan los planes de prevención en Salud Mental. Además, en este mundo altamente tecnológico nos enfrentamos a exigencias que van más allá de las habilidades técnicas; las habilidades del siglo XXI son cognitivas y afectivas de orden superior y exigen análisis, interacción e intercambio. De hecho, los nuevos modelos empresariales que están triunfando fomentan el pensamiento creativo, crítico, reflexivo y de colaboración por encima del individualismo agresivo. Y por ello pensamos que las PAS más que nunca tienen que poner sus habilidades al servicio del cambio.


Ahora bien, en esta oportunidad también queríamos resaltar otro factor diferencial entre hombres y mujeres y que también explicaría por qué en los foros de PAS hay más mujeres que hombres. En un estudio reciente de la Universidad de Cambridge sobre la Teoría de la Mente (Theory of Mind -ToM-) se ha revelado que las mujeres son, por término medio, más empáticas que los hombres. En este estudio se ha analizado una de las muestras más grandes de personas hasta la fecha, lo que hace que sus resultados sean mucho más robustos. De hecho, las evaluaciones de más de 300.000 personas de 57 países, en todos los grupos de edad y rasgos socioculturales han revelado que las mujeres tienden a puntuar más alto que los hombres en las pruebas de empatía cognitiva o ToM.


En la ToM se estudia la capacidad de atribuir estados mentales a uno mismo y a los demás, comprendiendo que los demás tienen creencias, deseos, intenciones y perspectivas diferentes de las propias. Esta capacidad se desarrolla en los seres humanos alrededor de los 4 años y más que una adquisición, algunos estudiosos creen que se trata de la activación de una capacidad innata. Lo que es cierto es que hasta los 4 años, la capacidad de realizar representaciones cognitivas y afectivas de otras personas está poco desarrollada. Esto se puede evidenciar con la afirmación de que los “niños son crueles” porque se expresan sobre la realidad tal como la ven y son “incapaces” de mentir. No son capaces porque aún no entienden la creencia falsa, la cual conlleva entender una actividad mental y el proceso representacional; no entienden que una creencia puede cambiar, y que lo que para ellos era cierto antes, ahora puede ser falso.


En el estudio antes mencionado de la Universidad de Cambridge utilizaron la estrategia de la lectura de la mente en los ojos (o prueba de los ojos, para abreviar), en la que se pide a los participantes que elijan qué palabra describe mejor lo que una persona en una foto está pensando o sintiendo. En dichas fotos sólo se puede ver la región de la cara que está alrededor de los ojos y con esa única información se responde un cuestionario. La prueba de los ojos se estableció por primera vez en 1997 y posteriormente fue revisada en 2001, para convertirse al día de hoy en una evaluación bien establecida de la ToM. De hecho, es una de las dos pruebas recomendadas por el Instituto Nacional de Salud Mental de EE.UU. para medir las diferencias individuales en la comprensión de los estados mentales y se utiliza frecuentemente en estudios que evalúan el autismo ya que es muy eficaz para detectar dificultades para leer las expresiones faciales. Al parecer, los déficits o los desequilibrios que sustentan la ToM se manifiestan en personas con autismo, personalidad límite, esquizofrenia, disforia, trastorno por déficit de atención con hiperactividad y en las adicciones.


En las últimas décadas, muchos estudios de investigación independientes han descubierto que las mujeres obtienen una puntuación media más alta que los hombres en las pruebas de ToM. Sin embargo, la mayoría de estos estudios se limitaron a muestras relativamente pequeñas, sin mucha diversidad en términos de geografía, cultura y/o edad. Y, si bien el estudio liderado por Cambridge es el más amplio realizado hasta el momento, no puede discernir directamente la causa de esta diferencia media entre sexos. Los autores afirman que puede deberse a factores tanto biológicos como sociales. Es decir, el concepto de condicionamiento cultural vuelve a ponerse sobre la mesa.


Si bien la ToM y el condicionamiento social pueden justificar el por qué en los foros de PERSONAS ALTAMENTE SENSIBLES la audiencia esté mayoritariamente representada por personas del sexo femenino, no justifican una inamovilidad al respecto. Es decir, que si un chico (independientemente de si es PAS o no) lee este texto, si bien en un primer momento pueda decir en primer momento: “¡Ea, mujer! Ahí tienes la explicación de porque soy como soy”. Después de una breve pausa también pueda afirmar: “¡Vaya! Lo cierto es que el mundo ha cambiado. Y si ya lo de cambiar pañales y levantarse en las madrugadas es labor de ambos. Pues puede que venga bien guardar la lanza y ver cómo va eso de desarrollar la empatía”.

Lorea Zubiaga MD PhD
Ms Neurociencias
Investigadora Biomédica y Directora de Formación de PAS España

Fuentes:


– Jurek L, Souiller L, Medjkane F. Gender identity, between natural facts and constructed facts, an integrative and developmental approach. Med Sci (Paris). 2022 Oct;38(10):808-815.


– Zhou, P et al. A conceptual framework of cognitive-affective theory of mind: towards a precision identification of mental disorders. NPJ Mental Health Res 2023. 2,12.


– Greenberg, D. M. et al.. Sex and age differences in ‘theory of mind’ across 57 countries using the English version of the ‘Reading the Mind in the Eyes’ Proc Natl Acad Sci 2023 Jan 3;120(1):e2022385119.

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