En el último grupo de trabajo de Wind Europe de electrificación se presentó la visión estratégica de Finnish Energy sobre los retos que enfrenta Europa para avanzar hacia un sistema energético más electrificado, competitivo y sostenible. La electrificación se plantea no sólo como herramienta climática, sino como elemento clave para la competitividad europea, especialmente en un contexto de escasez de combustibles fósiles y volatilidad de precios.
En general, se identificaron varios obstáculos estructurales que frenan el despliegue de tecnologías eléctricas:
- Relación de precios desfavorable entre electricidad y combustibles fósiles, agravada por impuestos y costes de red.
- Altos costes de inversión en tecnologías eléctricas.
- Infraestructura fósil existente que genera un efecto de bloqueo.
- Falta de flexibilidad en la demanda y escasa capacidad de almacenamiento.
- Déficit de talento técnico en sectores clave.
En contraste, Finlandia destaca por tener precios eléctricos industriales bajos (≈50 €/MWh), sólo levemente superados por Noruega, y muy por debajo de países como Irlanda (≈180 €/MWh) o Chipre (≈230 €/MWh). En cambio, España registra un precio medio de ≈80 €/MWh según Eurostat. El resultado finlandés se atribuye a un mercado eléctrico abierto y competitivo, sin precios regulados, con incentivos claros para productores y consumidores. A ello se suma el notable crecimiento de la energía eólica, que en 2024 aumentó un 37 % su participación en el mix eléctrico en Finlandia.
Sin embargo, uno de los puntos más relevantes mencionados fue el análisis del fenómeno de la aparición de los precios negativos de la electricidad en Finlandia desde 2022, mucho más acentuado en los años 2023 y 2024. En este último año, alrededor del 10% de las horas del año tuvieron precios negativos o precios 0 (725 y 175 horas respectivamente). Esto se produce cuando hay exceso de generación renovable y baja demanda, lo que incentiva la inversión en baterías y calderas eléctricas. Finnish Energy los considera una señal de desequilibrio del sistema, reflejando falta de flexibilidad, almacenamiento insuficiente y pérdidas económicas para los productores.
En este sentido, España también ha registrado precios cero o negativos en el mercado eléctrico con mayor frecuencia desde 2023. En 2024, alcanzando valores muy similares a los finlandeses, aunque con un porcentaje de horas cero mayores al de precios negativos. Por el contrario, esta tendencia se está revirtiendo en 2025, observándose más horas de precios negativos. Estos escenarios evidencian que no se trata de un caso aislado, sino de una tendencia común en sistemas europeos, donde también destacan por tener un alto porcentaje de precios negativos países como Suecia, Alemania, Países Bajos y Bélgica.
Para abordar estos retos, se propone reforzar las redes eléctricas, fomentar el consumo flexible, mejorar la capacidad de almacenamiento y desarrollar indicadores más precisos que complementen el uso del FEC (Final Energy Consumption), ya que este no refleja adecuadamente el impacto de tecnologías como las bombas de calor ni los cambios estructurales en la industria.
La sesión concluyó con recomendaciones para construir una nueva narrativa sobre la electrificación, destacando su papel estratégico para reforzar la competitividad europea, sin perder de vista la urgencia climática. Se enfatizó priorizar el uso final de electricidad frente a alternativas indirectas como el hidrógeno, la importancia de situar al consumidor en el centro del proceso y en la flexibilización de la demanda, como vía para equilibrar el sistema eléctrico.