Visiones enfrentadas y puntos de conexión: las percepciones de los migrantes sobre Europa

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Mensajes clave

  • Las percepciones de los españoles sobre la inmigración en España se caracterizan, con relación a las identificadas en otros países europeos, por una menor polarización y un enfoque más pragmático respecto a su contribución económica y demográfica, aunque con creciente preocupación sobre la inmigración irregular y la integración.
  • Los migrantes construyen antes de su llegada a Europa un imaginario fuertemente idealizado sobre oportunidades, derechos, bienestar y seguridad basado en redes personales, relatos de migrantes retornados y narrativas filtradas por redes sociales.
  • Tras la llegada, los migrantes se enfrentan a barreras laborales, administrativas y sociales que contrastan con sus expectativas previas, generando un proceso de reajuste que oscila entre la resiliencia y el desencanto.
  • A pesar del choque con la realidad europea, la valoración general del continente sigue siendo ampliamente positiva entre los migrantes, en parte por comparaciones con sus países de origen, por expectativas familiares y por la dificultad psicológica y social asociada al retorno.
  • La comparación entre percepciones sociales y percepciones migrantes revela asimetrías relevantes, pero también puntos de conexión en torno a la contribución estructural de la inmigración y la necesidad de vías seguras y marcos de integración más eficaces.

Análisis

1. Introducción

Europa cuenta con una amplia base de conocimiento sobre las percepciones públicas de la inmigración. Encuestas comparadas, barómetros nacionales y estudios cualitativos permiten identificar patrones estables en las actitudes ciudadanas hacia la movilidad humana, así como los marcos narrativos que sustentan los discursos predominantes. Esta evidencia muestra un mapa diverso, en el que conviven visiones pragmáticas sobre la necesidad de mano de obra extranjera con percepciones más críticas vinculadas a la inmigración irregular, la integración y el efecto sobre los servicios públicos.

En paralelo, se han empezado a explorar las percepciones que los migrantes construyen sobre Europa antes de iniciar el viaje, especialmente en el contexto de campañas de información en sus países de origen. Estas narrativas, alimentadas por redes personales, medios de comunicación, experiencias de migrantes retornados y, cada vez más, por contenidos en redes sociales, dibujan a Europa como un continente asociado a oportunidades, seguridad, derechos y bienestar. Este imaginario se suma a las circunstancias personales de las personas que viven en contextos de conflicto, profundas crisis económicas o lugares con grandes limitaciones estructurales de movilidad social.

Sin embargo, la llegada a Europa suele poner a prueba estas expectativas. Las barreras administrativas, la precariedad laboral y las experiencias de discriminación contrastan con las visiones previas y generan un proceso de reajuste de expectativas que no elimina, pero sí transforma, la percepción del continente. Comprender esta brecha entre lo esperado y lo encontrado permite captar la importancia de los factores intangibles en las trayectorias migratorias y subraya la necesidad de fortalecer tanto los mecanismos de información previa como las políticas de inclusión en destino.

2. Percepciones de la sociedad europea y española sobre la inmigración

Europa cuenta con una amplia base de conocimiento sobre las percepciones públicas de la inmigración, sustentada en instrumentos comparativos y barómetros nacionales que proporcionan una imagen detallada de las actitudes ciudadanas. Entre ellos destacan el Eurobarómetro, que ofrece desde hace décadas una medición sistemática de la opinión pública europea sobre migración, seguridad y asilo, y la European Social Survey, que profundiza en valores, actitudes y percepciones sociales. A esta información se añaden estudios de opinión longitudinales como la European Values Study, así como barómetros nacionales –en el caso español, los del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y el Real Instituto Elcano– que permiten captar matices específicos del contexto nacional. Junto a estas fuentes cuantitativas, organismos como la Agencia de Derechos Fundamentales (FRA) de la Unión Europea (UE), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el Joint Research Centre desarrollan investigaciones cualitativas y mixtas que exploran narrativas, experiencias y percepciones en profundidad, complementando la visión estadística con análisis sobre discriminación, integración y cohesión social. Este conjunto de instrumentos dibuja un mapa completo y dinámico de cómo se percibe la inmigración en Europa y constituye la base para interpretar la brecha existente entre los imaginarios europeos y las expectativas de los propios migrantes.

La opinión pública española sobre la inmigración presenta una evolución particular en el contexto europeo. Los estudios longitudinales sobre racismo y xenofobia realizados desde 2007 muestran una aceptación de la diversidad y hacia la presencia de inmigrantes entre 2008 y 2022. No obstante, esta evolución positiva convive con una fuerte volatilidad: los distintos perfiles actitudinales –tolerantes, ambivalentes y reacios– fluctúan significativamente según coyunturas económicas, ciclos electorales y debates territoriales, con picos de tolerancia en los años de bonanza (2001) y descensos marcados en 2004 y durante la crisis de 2010-2011. La literatura reciente muestra que persisten elementos de racismo aversivo y prejuicio sutil, especialmente en contextos de competencia percibida por recursos, mientras que los discursos políticos más polarizados, como en 2016 y 2017, tienden a reducir los niveles de aceptación.  

Aun así, en comparación con otros países europeos, la sociedad española mantiene un perfil relativamente moderado, con actitudes generales más abiertas hacia la diversidad y una percepción mayoritaria de los migrantes como fuerza laboral complementaria, aunque atravesada por ambivalencias en ámbitos como el mercado laboral o la convivencia local. En suma, la ciudadanía tiende a valorar de manera pragmática la contribución laboral de las personas migrantes y su papel en sectores esenciales como cuidados, agricultura o servicios, así como su relevancia para responder al envejecimiento demográfico.

Sin embargo, dentro de esta moderación general emergen matices. Existe preocupación respecto a la inmigración irregular, la presión sobre algunos servicios públicos y las dificultades de integración en determinados entornos locales. Estos elementos coexisten con una aceptación amplia de la necesidad estructural de mano de obra extranjera. A diferencia de otros contextos europeos, donde el debate migratorio se ha segurizado intensamente, en España las actitudes siguen articulándose con menor carga ideológica, aunque se percibe una progresiva sensibilización negativa en segmentos concretos ante el aumento de conflictos de convivencia y la presión sobre la vivienda.

Esta combinación de pragmatismo económico y sensibilidad hacia los aspectos de control explica la coexistencia de discursos positivos y cautelosos. Estas opiniones pueden compararse con las percepciones que los migrantes tienen sobre Europa antes de emigrar.

3. Imaginarios migratorios y la construcción de Europa como destino[1]

Las decisiones migratorias no responden únicamente a cálculos racionales sobre oportunidades económicas o estabilidad política. Los imaginarios geográficos son representaciones y construcciones mentales de lugar, tiempo y paisajes que estructuran la forma en que las personas comprenden el mundo. Para los migrantes, Europa aparece en los relatos de los entrevistados como un territorio de progreso, seguridad y derechos. Una imagen que se articula a partir de fuentes formales e informales.

Los testimonios de migrantes llegados a Europa muestran que esta construcción idealizada se alimenta, en primer lugar, de relatos familiares y comunitarios. Migrantes asentados en Europa que vuelven de vacaciones o retornados transmiten narrativas de éxito, bienestar y movilidad ascendente que rara vez incluyen los obstáculos cotidianos presentes o pasados. Una entrevistada lo sintetiza así: “Europa es un lugar donde la gente no sufre discriminación y todos pueden vivir juntos en respeto, libertad y humanidad”. Otro, al ser preguntado por su imagen de Europa, la define como “paraíso, derechos humanos y humanidad”.

En estos imaginarios y percepciones de Europa de los que han nacido fuera de ella, el papel de las redes sociales digitales es decisivo. Las imágenes de celebraciones, de lugares emblemáticos, trabajos estables, remesas enviadas o mejoras materiales, difundidas por quienes ya residen en Europa, generan una percepción selectiva de bienestar. Como destacaban varios entrevistados, las redes sociales muestran principalmente “momentos de éxito”, reforzando la idea de que la migración conduce de manera natural a una vida mejor. Esta circulación constante de contenidos positivos favorece la consolidación de un imaginario optimista y contribuye a la infravaloración de los riesgos reales del viaje o de los obstáculos de asentamiento e integración.

Asimismo, la presencia de europeos en los países de origen, a menudo vinculados a proyectos de cooperación, empresas o turismo, proyecta una imagen adicional de orden, estabilidad y bienestar. Algunos entrevistados describen Europa con tintes casi mitológicos, asociándola a la felicidad o a la realización personal: un horizonte de oportunidades y libertad que contrasta con las limitaciones estructurales de sus entornos de origen.

Este imaginario condiciona también la forma en que se perciben los riesgos del viaje. La falta de rutas seguras y la escasa información disponible sobre los procedimientos administrativos en los países de destino no se traducen necesariamente en una mayor cautela. Por el contrario, muchos entrevistados tienden a subestimar las barreras administrativas y laborales que encontrarán a su llegada. Uno de ellos lo expresaba de manera explícita: “Pensé que sólo necesitaba llegar; lo demás, los papeles, el trabajo, se resolvería cuando estuviera allí”.

Aunque en la era digital podría esperarse que la información disponible fuese abundante, los resultados de esta investigación y su análisis muestran lo contrario: los migrantes carecen de información precisa sobre requisitos legales, homologación de títulos, permisos de residencia o condiciones laborales reales. Estas cuestiones se consideran secundarias frente a la expectativa de recibir apoyo de familiares y conocidos. Como explicaba otro entrevistado: “Yo no sabía cómo funcionaban los alquileres; pensé que la familia me ayudaría y luego ya vería”.

La expectativa de apoyo inicial para el alojamiento, el acompañamiento en trámites o la búsqueda de empleo actúan como amortiguadores del riesgo y refuerzan la disposición a migrar. Este proceso confirma la relevancia del factor aspiracional: incluso ante información contradictoria o incompleta, el imaginario de Europa como destino de oportunidades mantiene su fuerza movilizadora.

En conjunto, los resultados de este proyecto muestran que los imaginarios migratorios desempeñan un papel central en la decisión de migrar. Estos imaginarios no sólo preceden a las experiencias reales en Europa, sino que configuran las expectativas y anticipan la forma en que se interpretarán las primeras dificultades tras la llegada. La persistencia y consistencia de estas narrativas idealizadas explica, en parte, por qué las percepciones hacia Europa siguen siendo predominantemente positivas incluso en contextos de precariedad y vulnerabilidad posteriores al viaje.

4. El choque con la realidad: precariedad, discriminación y barreras administrativas

Una vez en Europa, los migrantes deben enfrentarse a una serie de obstáculos que distan de la imagen que habían construido antes de su partida. El trabajo de campo del proyecto PERCEPTIONS muestra que, aunque algunos logran insertarse en el mercado laboral y encontrar cierta estabilidad, la mayor parte se enfrenta, inicialmente, a condiciones precarias, inestabilidad jurídica y dificultades de integración que ponen a prueba sus expectativas, especialmente durante los primeros meses y años.

El acceso al empleo se presenta como una mezcla de expectativas truncadas y movilidad limitada; es uno de los principales desafíos. A pesar de la percepción de Europa como una “tierra de oportunidades” (en palabras de los migrantes), la realidad del mercado laboral para los inmigrantes es mucho más restrictiva. La mayoría de los entrevistados menciona dificultades para acceder a trabajos distintos de los sectores de baja cualificación (limpieza, cuidado de personas mayores o agricultura), lo que limita, tanto la posibilidad de realizar trabajos como los que desempeñaban en sus países de origen, como sus posibilidades reales de movilidad social. En palabras de un entrevistado: “El único trabajo que hay aquí para la gente como yo es en limpieza o cuidado de gente mayor”.

La falta de reconocimiento de títulos académicos, los requisitos de los permisos de residencia y la elevada competencia en determinados sectores son identificados como factores que restringen las oportunidades de empleo en condiciones dignas e intensifican el desajuste entre expectativas y oportunidades reales.

Los entrevistados también hablan de discriminación y racismo en la ruptura del imaginario inclusivo. La discriminación y el racismo emergen como experiencias recurrentes en los relatos de los inmigrantes tanto en el ámbito laboral como en el acceso a servicios básicos e interacciones cotidianas. Aunque Europa se imagina como un espacio de igualdad de derechos y libertades, al llegar muchos migrantes perciben actitudes de desconfianza, rechazo o trato diferencial. Un entrevistado lo expresaba en relación con la convivencia local de la siguiente manera: “Pensé que no debería ser tan difícil vivir en un barrio, entre otra gente local”.

Estos relatos cuestionan directamente la percepción inicial de Europa como un espacio libre de discriminación, y revelan cómo la racialización o la irregularidad administrativa pueden condicionar la experiencia cotidiana.

El tercer aspecto ampliamente referido en esa disonancia entre las expectativas y la realidad son las barreras administrativas y el estrés jurídico, que se constituyen como otro de los factores que genera frustración entre los migrantes. La burocracia migratoria asociada a los procesos de regularización y asilo, sumada a la incertidumbre sobre el estatus migratorio, se convierte en una fuente de estrés constante al percibirlos como procesos complejos, opacos y prolongados. En algunos casos, los entrevistados relatan el miedo a ser expulsados o la dificultad para acceder a derechos básicos como la educación y la sanidad debido a su condición administrativa, con gran dependencia del empleador. En este sentido, muchos migrantes reconocen que no tenían información sobre esto antes de emprender su viaje.

5. Resignificar la migración y a Europa

No obstante, a pesar de estos desafíos, muchos migrantes mantienen una valoración globalmente positiva de Europa. La existencia de sistemas de protección social y la seguridad pública, junto con la posibilidad de acceder a ciertos derechos (como escolarizar a sus hijos), aunque de manera limitada, refuerzan la idea de que Europa sigue siendo un destino preferente en comparación con sus países de origen. Esta paradoja pone de manifiesto la complejidad de las experiencias migratorias y la capacidad de los migrantes para reinterpretar y resignificar su realidad en función de sus expectativas y logros personales, siempre teniendo en cuenta que su adaptación no es un proceso lineal.

En este sentido, el proceso migratorio no sólo implica un desplazamiento físico, sino también una reconstrucción de significados. A medida que los migrantes se enfrentan a la realidad en Europa, sus narrativas se transforman, ajustándose a las condiciones que experimentan en su día a día. Este reajuste de expectativas no implica necesariamente una desilusión total, sino una resignificación gradual de lo que Europa representa para ellos, donde las expectativas iniciales se observan a la luz de la experiencia vivida.

Las experiencias de éxito, por modestas que sean, refuerzan la percepción de que la migración ha valido la pena. La posibilidad de acceder a educación para sus hijos, de vivir en un entorno más seguro o de contar con un sistema de salud más eficiente son elementos que los migrantes valoran positivamente incluso si sus condiciones laborales y económicas son precarias.

Sin embargo, aquellos que afrontan mayores barreras suelen experimentar una sensación de desencanto. En algunos casos, la imposibilidad de regularizar su situación, la falta de oportunidades laborales o la discriminación reiterada los lleva a replantearse su permanencia en Europa, aunque la opción de retorno rara vez se presenta como una alternativa viable. Más que una preferencia racional, esta resistencia al retorno está ligada a su carga simbólica: volver sin éxito se interpreta como un fracaso personal y familiar, lo que inhibe su consideración incluso en escenarios de dificultad marcada.

Estas narrativas en transición muestran que la integración no depende únicamente de su capacidad individual de adaptación a la realidad europea sino, también, de las políticas de inclusión y de la respuesta de los países receptores ante la diversidad migratoria. La coexistencia de esperanza y frustración es una característica clave de las trayectorias migratorias recientes en Europa y constituye un elemento esencial para comprend

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Rut Bermejo Casado