La vuelta al mundo, una partida semanal al juego del ‘Risk’ en el Gran Casino del capital - Agencia comma

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Cuando en Agencia comma nos paramos a pensar cómo podíamos proporcionar un cuadro de mando para nuestros seguidores en RRSS interesados en las transformaciones geopolíticas, económicas, financieras y empresariales en un orden global en estado mutante como el actual, tuvimos claro que nuestra aportación tenía que ser La Vuelta al Mundo. Este post, con casi nueve meses de recorrido desde su acta de nacimiento, pretende bucear en el maremagnum de tendencias competitivas que ha engendrado el histórico cambio de paradigma de nuestro tiempo: una carrera por aplicar los factores de productividad ligados a la tecnología que otorgará al país o espacio geográfico vencedor el cetro de la hegemonía global en el Siglo XXI.

No es un Cuaderno de Bitácora de las inversiones en bolsa. Para ese cometido ya están los cada vez mejor remunerados asesores financieros. Ni un Oráculo del Mercado, ¡Dios salve a Warren Buffett! La Vuelta al Mundo tan solo pretende ser una radiografía fija de situación de los asuntos, instrumentos diplomáticos, económico-comerciales, bursátiles y, por supuesto, geoestratégicos que dominan el escenario global. En un instante crucial, en el que el orden multilateral que nos ha regido desde el final de la Guerra Fría; la época cincelada a golpe de martillo entre EEUU y la extinta URSS que confeccionó una frágil pero resistente coraza que equilibró las fuerzas telúricas de un planeta bajo la amenaza nuclear y el choque entre dos concepciones económicas: el libre mercado y el intervencionismo estatal.

Muchas han sido las incógnitas que se han acumulado en la compleja ecuación que debería llevar a un mundo armónico, con relaciones comerciales abiertas y flujos de capital en libertad plena. La mayoría, surgidas en este primer cuarto de milenio, justo después de que culminara el periodo de calma tensa, con distensión armamentística, tratados de no proliferación de arsenales nucleares y de bonanza de la globalización inversora y comercial a la que no pocos analistas denominaron La gran siesta geoestratégica. Este término fue acuñado a partir de un ingenioso juego numérico: desde el 9 del 11 (de 1989), fecha en la que cayó el Muro de Berlín y el bloque de economías planificadas, y el 11 del 0 (de 2001) en la que lo que se derrumbó fueron las Tierras Gemelas de Nueva York, lo que elevó a la lucha contra el terrorismo internacional a la cúspide de las agendas geopolíticas de todo el mundo.

El único ataque exterior combinado en suelo estadounidense estuvo a punto de convertir en realidad el Choque de Civilizaciones que preconizaba entonces Samuel P. Huntington, politólogo y profesor de Ciencias Políticas en Eaton College con pasaporte de EEUU que veía inevitable una confrontación entre católicos occidentales y musulmanes orientales. De igual forma que durante esos años la teoría de Francis Fukuyama en su famoso ensayo El Final de la Historia y el Último Hombre de que la democracia liberal proclamaría su victoria sobre los regímenes autoritarios al término de la Guerra Fría, tuvo momentos en los que parecía que el combate entre los grandes pesos pesados de la ideología mundial se iba a decantar del rincón de los aliados de Washington.

Pulso a los mercados en un mundo convulso

Veinticinco años después del comienzo del Siglo XXI y tres grandes crisis más tarde -la puntocom de 2000, el colapso crediticio de 2008 y la Gran Pandemia de 2020- y no pocas reconversiones industriales y dinámicas productivas puestas en liza para paliar sus daños colaterales e inaugurar ciclos económicos más sostenidos y prósperos, las espadas geoestratégicas siguen en alto. Ahora el pulso lo mantienen EEUU y China, con Rusia a la expectativa como potencia atómica de primer nivel, y una cohorte de mercados emergentes que ganan músculo internacional. Casi al mismo ritmo que otros actores protagonistas del pasado, como los socios europeos afincados en el club comunitario, Japón o Reino Unido, han perdido influencia exterior.

Este marco geopolítico no ha impedido que viejos conflictos, como el de Oriente Próximo, siga siendo un avispero de especial voltaje, o que hayan surgido otros, como la guerra de Ucrania en las fronteras mismas de la UE. Como tampoco que, en el terreno bursátil, los inversores se hayan dejado llevar por impulsos más o menos rodeados de realpolitk. Atrás quedó la Nueva Economía que, a principios de siglo, incorporaba las tecnologías a los patrones productivos de empresas y países. Era la época de Internet y el sector privado tech emergía sin reglas de juego ni estructuras internas capaces de asimilar tan magna apuesta de futuro. Todo ello generó un clima borrascoso desde el punto de vista crediticio. Los préstamos personales -hipotecas- y avales corporativos condujeron a (…) ¡¡¡La nacionalización del Tesoro americano de uno de sus emblemáticos bancos de inversión, Lehman Brothers, y la suspensión de la Bolsa de Moscú ante la caída libre de sus valores!!!

Ese 15 de septiembre de 2008 pareció el mundo al revés. El país defensor del libre mercado que Fukuyama encumbró a la cúspide del capitalismo intervenía su banca y la nación que alumbró la planificación económica -Rusia, heredera del modelo soviético- defendía a tumba abierta a su parqué bursátil.

Este juego geoestratégico es lo que La Vuelta al Mundo busca explicar en cada cita semanal con sus seguidores. Explicar esas réplicas sismográficas en un planeta en permanente gestación de tendencias y fenómenos más o menos paranormales. Tratar de plantear una partida periódica a quienes estén interesados en seguir la estela de los virajes geopolíticos, económicos, inversores y empresariales que están modelando un nuevo sistema de las relaciones internacionales que a buen seguro sustituirá a un proceso de globalización que ha impulsado los flujos de mercancías, servicios y capitales sin apenas fronteras.

Una carrera geoestratégica por la hegemonía global

El instante histórico es crucial. La versión Trump 2.0 pretende sepultar el multilateralismo, minar e incluso fragmentar la globalización, promocionar, si fuera preciso, la creación de dos bloques comerciales, dos esferas de poder dominadas por EEUU y China que reconfigurarán las cadenas de valor y de suministro, la diplomacia económico-comercial y los negocios privados. Todo ello, en medio de una carrera geoestratégica sin parangón desde la Segunda Guerra Mundial por la hegemonía mundial. Con Pekín poniendo en tela de juicio la supremacía del dólar y su liderazgo tecnológico, con la IA como certificación de origen de ese El Dorado innovador.

Por todo ello, en Agencia comma consideramos que La Vuelta al Mundo, su repaso por ese Risk que, cada semana, plantea una jugada que puede diferir sustancialmente de la de los siete días previos, puede servir como hoja de ruta en este famoso juego de geoestrategia para la toma de posiciones inversoras en el Gran Casino mundial en el que vivimos. Aunque ese road map también lograría su razón de ser si sirviera, al menos, para conformar ideas y modular conciencias en una época en la que ha irrumpido un siempre peligroso nacionalismo económico e ideológico que, en contra del subconsciente colectivo que ha imperado en este primer cuarto de siglo, no deja demasiados vestigios del triunfo de la liberal democracia que ha regido en el llamado bloque occidental.

La vuelta al proteccionismo, al peaje aduanero restablecido del periodo de entreguerras, hace casi un siglo, con el rescate del baúl de los recuerdos de los aranceles recíprocos y un cruce de vetos y controles a la exportación entre las dos superpotencias del momento, aconsejan una aproximación periódica a los acontecimientos y al análisis riguroso. Sobre todo si, entre medias, se ha presenciado una eclosión bursátil a prueba de conflictos geopolíticos, con una galopante anemia económica global e incertidumbres corporativas sobre los proyectos de IA empresariales y el ingreso en una era de sobreproducción de petróleo, pero de emergente demanda eléctrica para abastecer las instalaciones masivas de centros de datos, la sala de máquinas del algoritmo inteligente que nos espera.

Son tiempos convulsos. En los mercados, donde se ha instalado la volatilidad, en la geopolítica, con voltajes de intensas descargas y rivalidades, y en la economía, donde los ciclos de negocios se han vuelto eternos sin dejar vislumbrar sus peligros ocultos. En el caso de los países de rentas altas, un excesivo y arriesgado endeudamiento y unos déficits fiscales desbocados.

Caminos pedregosos hacia el liderazgo tecnológico

Pero también son tiempos complejos. Los criterios medioambientales, sociales y de gobernanza corporativa (ESG) han transformado sus siglas. Ahora, se habla de Energy, Security y Geopolicy, las juntas de administración de las empresas empiezan a demandar consejeros y directivos con experiencia en estos terrenos y se ha puesto en duda que pueda haber una cohabitación pacífica entre ambos acrónimos. La neutralidad energética y el cambio climático atraviesan caminos pedregosos. Y los valores se adecúan a múltiples transiciones: logísticas, comerciales y, sobre todo, competitivas. Sin una brújula precisa, pero con elevadas dosis de resiliencia activa. De igual manera, la IA deja dilemas sin resolver. ¿Volverá la energía nuclear para solventar los déficits de demanda energética de sus centros de datos?, ¿vivirán sus activos una eterna era de esplendor?, ¿suplirán sus algoritmos robotizados al trabajador más o menos cualificado?

En todos estos ámbitos, La Vuelta al Mundo tratará de encontrar análisis y puntos de vista con los que clarificar este contubernio de factores que determinarán si el futuro de la humanidad está escrito en clave de progreso o de destrucción. Cada semana, relatará visiones geopolíticas, económicas e inversoras. Eso sí, con un ojo puesto en la hoja de ruta europea, que debe salir de su ostracismo si quiere competir de tú a tú con EEUU y China en un planeta que gira demasiado rápido sobre sí mismo. Es lo que tiene el movimiento de traslación.

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Ignacio Domingo