Las revelaciones sobre el Hospital de Torrejón de Ardoz, en Madrid, han revolucionado la actualidad político-sanitaria en este final de año. El asunto es conocido: unos audios del CEO -ya dimitido- de este centro instaban, o eso parecía, a los profesionales a aumentar la lista de espera y priorizar a pacientes más rentables. Esta noticia, detrás de la cual se ha apuntado a “rencillas” entre directivos, ha dado munición a los detractores del Gobierno autonómico -entre los que se encuentran en lugar muy destacado el presidente del Gobierno y la ministra de Sanidad- para atacar su gestión, a cuenta del modelo de colaboración público-privado. El caso lo tiene todo: un hospital público de gestión privada, sospechas de “mala praxis” y lo más importante, solo afecta a Madrid.
Tan es así, que la ministra no tardó en anunciar -de nuevo- una ley para poner coto a la colaboración con empresas privadas en sanidad. La novedad es que ahora no promete acabar con la colaboración, sino centrarse en el “ánimo de lucro”. La norma que quiere sacar adelante Mónica García, sin embargo, tiene pocos visos de salir adelante, porque tendrá que contentar a los socios o exsocios catalanes del Ejecutivo, en especial a Junts, y eso, que ahora mismo no es tarea fácil en cualquier asunto, se torna más difícil aún en gestión sanitaria. Porque tal y como publicó el Ministerio de Sanidad esta misma semana, no es Madrid, sino Cataluña, junto con Navarra, la Comunidad que más gestiona la asistencia médica a través de empresas privadas. Aunque todas ellas -incluidas Ceuta y Melilla- mantienen algún tipo de colaboración con la privada.
La ‘pandemia’ del bocadillo
Con permiso de la política, el otro gran protagonista sanitario de este final de año tiene cuatro patas y vive en la sierra de Collserola y alrededores. Este hecho, por cierto, confirma la necesidad de adoptar el enfoque ‘One Health’ también para analizar la actualidad sanitaria. Aunque el virus de la peste porcina no afecta a los humanos, ni por contacto ni por consumo, las personas sí son transmisores de este patógeno letal para jabalíes y cerdos, lo que ha activado todas las alarmas, pues esta zoonosis, mucho más dañina para cerdos y jabalíes que, por ejemplo, el ébola para los humanos, podría hacerse endémica en España. Unos culpan a las decisiones que han hecho que la población de jabalíes salvajes se haya multiplicado; otros ponen la lupa en la posibilidad de que el virus haya salido de un laboratorio. Y los camioneros protestan porque la “teoría del bocadillo” les culpa a ellos. Lo que está claro, y así lo atestiguan las imágenes del ejército en la zona, es que esta enfermedad, afecte o no a los humanos, es un problema sanitario de consecuencias imprevisibles.