Por qué los CAEs se han convertido en una vía real de retorno para las empresas
La creciente presión regulatoria y la necesidad de optimizar inversiones en eficiencia energética han impulsado que muchas empresas consideren el mecanismo CAEs como algo más que un requisito administrativo. Para quienes ejecutan proyectos con ahorros medibles, estos certificados se han convertido en una herramienta capaz de generar ingresos adicionales y mejorar el retorno global de las actuaciones. Paralelamente, los sujetos obligados encuentran en su compra una vía eficaz para cumplir sus obligaciones anuales de ahorro, lo que mantiene activa una demanda constante y un mercado en evolución.
Este escenario ha dejado claro que el valor del CAE no depende solo del ahorro conseguido, sino de la capacidad de cada empresa para estructurar, documentar y gestionar sus proyectos con enfoque económico. Esa mirada estratégica permite anticipar oportunidades y entender con mayor precisión el potencial de monetización asociado a cada actuación.
Cómo calcular el valor económico de los CAEs a partir del ahorro energético
Es muy importante entender de manera precisa cómo un ahorro energético certificado puede transformarse en un ingreso cuantificable.
La conversión parte del ahorro anual obtenido por la actuación. Cada CAE equivale a un kilovatio hora de energía final ahorrado; por tanto, el cálculo básico consiste en transformar los kilovatios hora anuales en megavatios hora para estimar el número de certificados potenciales. Sin embargo, el resultado no es lineal, ya que intervienen factores como la definición de la línea base, la coherencia entre el uso real de la instalación y las horas de funcionamiento contempladas, y el método de cálculo aplicado según la naturaleza del proyecto.
En actuaciones estandarizadas, la generación de CAEs suele ser más predecible, porque las fichas oficiales ya establecen rendimientos, ratios y condiciones de aplicación. En cambio, las actuaciones singulares permiten recoger ahorros más específicos, pero exigen mediciones detalladas y una justificación metodológica más rigurosa, lo que puede ajustar el total de certificados generados.
Comprender esta relación entre ahorro, metodología y volumen de CAEs es clave para valorar con criterio el potencial económico de cualquier proyecto y avanzar hacia un análisis más profundo de los elementos que condicionan su valor real.
Caducidad de actuaciones en 2026: riesgos económicos y cómo anticiparse
El elemento que afecta directamente al valor económico de mucho proyectos es la caducidad de determinadas actuaciones a partir de 2026. Esta limitación implica que ciertos ahorros obtenidos en ejercicios anteriores dejarán de ser elegibles para generar CAE si no se certifican dentro de los plazos establecidos, lo que puede suponer la pérdida total de su valor monetizable.
Las actuaciones ejecutadas en 2023 y 2024 son especialmente sensibles, ya que la normativa establece un margen limitado para su certificación. Si el proceso de verificación o presentación se retrasa, existe el riesgo real de que parte de los kWh ahorrados quede fuera del periodo válido. Para empresas con proyectos de gran volumen, este escenario podría traducirse en un impacto económico significativo, tanto por la pérdida directa de ingresos como por la disminución del retorno global de la inversión realizada.
Para evitar este efecto, resulta prioritario planificar la certificación con antelación, asegurando que la documentación esté completa y que el verificador pueda trabajar sin cuellos de botella. También es recomendable priorizar aquellas actuaciones con mayor volumen de ahorro o con metodologías más complejas, ya que son las que presentan un riesgo superior de quedar fuera de plazo si se gestionan demasiado tarde.
Anticiparse a estas fechas límite permite proteger el valor de los proyectos y asegurar que los ahorros generados se traduzcan efectivamente en certificados con potencial de venta.
Cómo combinar CAE y ayudas públicas sin incurrir en doble financiación
Partiendo de la necesidad de preservar el valor económico de cada actuación, resulta igualmente importante asegurar que la obtención de ayudas públicas y la generación de CAE puedan coexistir sin que se produzcan solapamientos. El marco regulatorio exige que no se financie dos veces un mismo coste, por lo que la clave está en diferenciar con claridad qué parte del proyecto se subvenciona y qué parte genera ahorro certificable.
La forma más eficaz de evitar la doble financiación es estructurar el proyecto desde el inicio con un modelo económico combinado. Esto implica identificar qué inversiones reciben apoyo mediante una subvención y, al mismo tiempo, determinar qué medidas pueden justificar ahorros elegibles para la emisión de CAE. Cuando ambos elementos se planifican conjuntamente, es posible maximizar el retorno total sin comprometer la conformidad regulatoria.
Además, documentar de manera diferenciada los costes subvencionables y las actuaciones que generan ahorro facilita el trabajo de verificación y reduce riesgos en auditorías posteriores. Esta separación clara no solo garantiza el cumplimiento normativo, sino que también mejora la transparencia del proyecto y su capacidad para atraer financiación o cerrar acuerdos de venta en mejores condiciones.
Una planificación temprana permite así integrar ambas fuentes de retorno de forma coherente y segura, optimizando la rentabilidad global de cada actuación.
Clave para maximizar el retorno mediante la venta de CAE con ipsom
A partir de esta integración estratégica entre ahorro, certificación y financiación, se hace evidente que la venta de CAE requiere una visión global que combine criterios técnicos y económicos. El precio final no depende únicamente del ahorro obtenido, sino también de la calidad metodológica, la solidez documental y la estrategia aplicada en la negociación y el momento de venta.
Las empresas que planifican desde el inicio la estructura del proyecto, que validan con precisión la línea base, que ordenan la evidencia y que valoran con criterio el volumen y la modalidad de venta suelen obtener resultados más competitivos. Asimismo, entender la dinámica del mercado y anticiparse a los plazos permite proteger el potencial de monetización y reducir riesgos.
En conjunto, adoptar un enfoque proactivo y bien documentado permite transformar los CAE en una fuente real de ingresos, optimizando el retorno económico de las inversiones en eficiencia energética y fortaleciendo la posición de la empresa en un mercado cada vez más exigente.
En ipsom actuamos tanto como oficina técnica (buscando el mejor precio del mercado) como mediante la compra directamente de los CAEs.
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