Christine Lagarde visita el Parlamento de Navarra

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Bien podría ser verdad esta noticia: con motivo del ya pasado día de Navarra, la presidenta del Banco Central Europeo ha visitado nuestro Parlamento foral. Pero independientemente de la hipotética visita – y del morbo de si la invitarían, quién lo haría, etc.-, creo que lo interesante sería su discurso acerca de nuestra tierra y su desarrollo.

Hace unos días, Lagarde sí pronunció un discurso en el Foro Europeo de Berlín sobre su visión de Europa, donde subrayó que “nuestro bienestar futuro dependerá de la capacidad de reforzar los motores del crecimiento y adaptar nuestras economías a un mundo que está cambiando más rápido que nosotros”. Esa reflexión encaja, punto por punto, con la coyuntura navarra. Y cuando ella advierte de que Europa necesita más productividad, más competencia y más integración para sostener su modelo social, su mensaje no es solo para los grandes Estados. Es, en realidad, una llamada urgente para las regiones que, como Navarra, viven insertadas en una economía europea cada vez más exigente.

Si la presidenta del BCE examinara hoy la situación socioeconómica de Navarra, probablemente comenzaría reconociendo una fortaleza evidenteel peso de la industria y la elevada orientación exportadora. No es casual que subrayara que Europa necesita “empresas capaces de innovar, competir y escalar en un mercado global”. Nuestra tierra ha construido durante décadas un ecosistema industrial sólido -automoción, energías renovables, agroalimentario…- que explica tanto su salario medio superior al estatal como su productividad relativa. Sin embargo, la advertencia de Lagarde sería clara: ninguna economía europea, por fuerte que sea, está a salvo del estancamiento si no incrementa su productividad y su capacidad de adaptación.

Desde esa óptica, el mensaje para Navarra sería doble. Por un lado, reforzar y mejorar lo que funciona: la competitividad y ambición de sus empresas, calidad de sus universidades y FP, sus centros tecnológicos… Por otro, asumir lo que aún falta: un entorno institucional más competitivo y estable, una regulación más ágil y una fiscalidad que premie la inversión y la retención de talento, además de una Administración pública más orientada a resultados y a eficiencia. “Europa debe reducir las fricciones que frenan a sus empresas”, afirmó Lagarde; Navarra, con su propio régimen fiscal y regulatorio, tiene margen para ejemplificar esa recomendación dentro de España.

Otro de los grandes ejes del discurso del BCE fue la demografía. Lagarde recordó que “el envejecimiento ejercerá una presión creciente sobre el crecimiento y sobre la sostenibilidad del Estado del bienestar”. En Navarra, donde el 21 % de la población supera ya los 65 años y las proyecciones apuntan a que seremos una de las regiones más envejecidas de España en apenas una década, su advertencia resuena con especial intensidad. El mensaje es inequívoco: sin una población activa abundante y bien formada, no puede haber innovación, ni empresas competitivas, ni mucho menos bienestar social sostenibles.

En este hipotético discurso dirigido a la Comunidad foral, Lagarde podría afirmar que “el desafío demográfico no es una estadística: es una cuestión de competitividad. Navarra debe atraer talento, facilitar el empleo juvenil y fomentar políticas que permitan a las familias crecer, lo que incluye también una política efectiva en el ámbito de la vivienda. De lo contrario, su industria -uno de sus mayores activos- afrontará dificultades para encontrar trabajadores y para mantener su ritmo de innovación”.

El tercer gran mensaje europeo es el de la inversión estratégica. El BCE insiste en que Europa no puede limitarse a gestionar el presente: debe apostar por tecnologías punteras, I+D, energía y digitalización. Y añadía Lagarde: “No podemos permitirnos la miopía: debemos invertir hoy en aquello que determinará nuestra prosperidad mañana”. Navarra, con un nivel de gasto público y de recaudación fiscal de récord, debe empezar a invertir con las luces largas, no con las cortas. Infraestructuras clave como el TAV, el Canal de Navarra o la mejora de la red energética forman parte de esa agenda imprescindible para sostener el crecimiento futuro. No hacerlo condenará a Navarra a la insignificancia.

Por último, Lagarde subrayó algo que Navarra conoce bien: la importancia de la integración económica. Europa necesita un mercado más grande, menos fragmentado y con menos barreras. Navarra necesita exactamente lo mismo dentro de España: ser una región abierta, fiable y atractiva para empresas que comparan permanentemente dónde instalar sus proyectos. En un momento en el que otras comunidades avanzan con políticas fiscales y de simplificación administrativa agresivamente competitivas, la advertencia del BCE adquiere aquí una dimensión local: quien no se adapta, pierde terreno.

No sé cómo concluiría la presidenta del BCE su hipotético discurso en el Parlamento de Navarra, pero seguro que podría ser de la siguiente forma. “Navarra tiene las condiciones para ser un ejemplo de adaptación europea: una industria robusta, talento, y un autogobierno y marco fiscal propios. Pero esas fortalezas deben ser utilizadas para anticiparse, no para acomodarse. En un mundo de cambios rápidos, la diferencia entre liderar o quedarse atrás depende de decisiones que se toman hoy. Europa necesita regiones que empujen hacia delante. Navarra puede ser una de ellas… siempre que elija serlo”.

Ante una invitación así a actuar antes de que los desafíos -demográficos, productivos, fiscales y de competitividad, entre otros-, se conviertan en límites infranqueables, ¿mirarán hacia otro lado nuestros políticos, seguirán en sus componendas o se decidirán a actuar con sentido de Navarra?

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