Cazar de noche una pantera en Tropicana - Radio Gladys Palmera

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Debió de ser estremecedor y mágico ver descender a una bailarina rusa de un árbol al ritmo desenfrenado de los tambores batá de Chano Pozo, despertando a los vigilantes espíritus de la selva africana.

Es el cabaret Tropicana, y esta noche del 21 de abril de 1941, es noche de cacería. Se pretende atrapar una pantera.

Nunca se ha visto nada así, y difícilmente se verá. La pantera será Tatiana Leskova, del ballet ruso de Montecarlo, y va a sorprender a todos descendiendo de un majestuoso árbol. El cazador, paciente y ladino, es quien se va a convertir en “El tambor de Cuba”, Luciano Pozo, Chano.


Todo será más tarde un éxito, y “Congo pantera” se mantendrá en cartelera durante tres meses.

Pero hay una demanda que puede clausurar el cabaret, que comienza a encontrar el camino triunfal: Sacerdotes del colegio de Belén, que colindaba con el centro nocturno, y varios vecinos encabezados por Francisco Xavier de Santa Cruz y Mallén, Conde de San Juan de Jaruco, gestionaron el cierre inmediato de Tropicana con Ortelio Alpízar, alcalde de Marianao, porque resultaba una “ofensa a la moral de la barriada y atentaba contra el descanso de los alumnos”.

Y no quedó más remedio que ir a un juicio, al que asistieron los demandantes, familiares de los estudiantes del colegio, y en el que el dueño de Tropicana en aquel momento, Víctor de Correa, fue asistido por su abogado, el doctor Carlos M. Palma.

Por suerte, la sangre no llegó al río y Chano pudo atrapar a su pantera eslava. El juez emitió su fallo, porque no se habían querellado antes, cuando nació el centro. Ahora ya era demasiado tarde y había pasado su oportunidad, así que no halló razones de peso en los alegatos para determinar la clausura de Tropicana.

Algunos testigos del hecho aseguran que fueron los tambores de Chano los que sacaron de quicio a los jesuitas de Belén y al Conde de San Juan de Jaruco. Pero había otras luminarias trepadas en la espesura, dos percusionistas que también llegarán a tener fama mundial en un futuro próximo: Silvestre Méndez y Mongo Santamaría, repiqueteando sus tambores colgados de las ramas.

Y, además, las luces, el follaje, el olor a hembra que se convierte en pantera en aquella jungla que albergó a más de un centenar de bailarines y modelos cubanos, a los que se sumaron otros miembros del ballet ruso, como Ivon Lebrand, Mina Verchinina y Ana Leontieva.

Ellos no saben del insomnio que provocan al vecino Conde de Jaruco. Ignoran que provocan sueños pecaminosos a los alumnos del colegio religioso. La música del gran Gilberto Valdés y la dirección orquestal de Alfredo Brito, y la coreografía de Serge Lifar y David Lichine hacen el resto.

De la sangre de Chano nacen los acompasados sonidos de los tambores que incitan al misterio, al sobresalto, a la lujuria de la aventura en medio de un bosque encantado, con luces que atraen al cielo hacia la tierra. Solamente eso. Nada más importa, porque esta noche se caza una pantera en Tropicana.

Esta noche nacerán nuevos mitos: el cuero de los tambores del África profunda alborota y altera la sangre de las bailarinas rusas. Chano Pozo, que ya había demostrado su versatilidad danzaría en las comparsas del carnaval, será rey absoluto de Tropicana durante el tiempo que dure la revista musical. Y dato desconocido por muchos, el asistente de David Lichine es Roderico Neyra, Rodney, que dotará al cabaret y a esas noches de delirio bajo las estrellas que iluminan La Habana, de una magia inolvidable.

La pantera corre e intenta esconderse en la maleza, pero el vibrar del tambor del cazador la aturde. Chano la persigue, incansable. Su oscuro rostro brilla por el sudor y la alegría del ritmo y de la noche.

Cuentan que aún, a pesar de los años transcurridos, hay en Marianao, cerca de Tropicana, un aroma de fiera temblorosa en el aire. Y que algunas noches, en las horas de mayor silencio, se siente el retumbar acompasado de los cueros, como si Chano, Mongo y Silvestre hubieran vuelto atravesando el aire.

Y los fantasmas del colegio de Belén, junto al Conde de Jaruco, se despiertan en el más allá, asustados, porque han oído el lamento de una pantera rusa.

Es el cabaret Tropicana, y esta noche del 21 de abril de 1941, es noche de cacería. Se pretende atrapar una pantera... La música del gran Gilberto Valdés y la dirección orquestal de Alfredo Brito, y la coreografía de Serge Lifar y David Lichine hacen el resto.

Playlist

1. Gilberto Valdés y Orquesta de Cámara de Madrid – Tambó (Gilberto Valdés)

00:00:16

2. Bola de Nieve – Ecó (Gilberto Valdés)

00:03:49

3. Merceditas Valdés – Ogguere (Gilberto Valdés)

00:05:13

4. Bola de Nieve – El botellero (Gilberto Valdés)

00:09:29

5. Machito y sus Afrocubans – Que vengan los rumberos (Gilberto Valdés)

00:11:18

6. Miguelito Valdés y Casino de la Playa – Blen Blen Blen (Chano Pozo)

00:14:22

7. Chano Pozo y Conjunto Azul – Ave María morena (Petrona Pozo)

00:17:15

8. Chano Pozo y su Ritmo de Tambores – Abasi (Ritmo afrocubano No 2) (Chano Pozo)

00:19:35

9. Dizzy Gillespie feat. Chano Pozo – Manteca (Chano Pozo, Dizzy Gillespie y Gil Fuller)

00:22:03

10. Carlos Alas del Casino y orquesta de Alfredo Brito – Bésame más (Alfredo Brito)

00:25:07

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Jose Arteaga