La Reserva Federal descarta una recesión - Tressis

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En su última reunión, la Reserva Federal ha reducido ligeramente las proyecciones de crecimiento y ha incrementado las expectativas de inflación. La Reserva Federal anticipa una inflación del 2,7% para finales de 2025, superior al 2,5%, que previamente proyectaron en diciembre. En lo que respecta al producto interno bruto (PIB) tangible, anticipan un incremento del 1,7% en 2025, ligeramente por debajo de la guía previa del 2,1%. De este modo, el tipo de interés de referencia permanece en el rango del 4,25 al 4,5% y el organismo monetario descarta la recesión.

El error más preocupante de la política monetaria de la Reserva Federal fue catalogar la inflación como «transitoria» cuando la oferta monetaria se incrementaba en un 27%, el ritmo más acelerado en décadas. Además, mantuvieron tipos reales negativos en una recuperación donde los precios se incrementaban a una velocidad anómala. Mantuvieron una política extremadamente expansiva hasta el año 2022, a pesar de la elevada inflación, reiterando que la inflación era transitoria. No fue así.

En el año 2023, un informe del MIT y las investigaciones de Claudio Borio concluyeron que el incremento del gasto público y la emisión monetaria fueron los causantes del brote inflacionista.

Inyecciones de liquidez y expansión monetaria

La Reserva Federal comenzó a incrementar las tasas de interés en marzo de 2022, lo que marcó el comienzo de un ciclo de endurecimiento considerable de la política monetaria. El presidente Jerome Powell declaró que los tipos de interés se mantendrían «en un período prolongado». No obstante, se mantuvieron las inyecciones de liquidez y la expansión monetaria, con condiciones crediticias sumamente expansivas.

La política de «tipos más elevados durante un período prolongado» duró menos de 16 meses. En julio de 2023, la Reserva Federal suspendió las subidas de tipos, manteniendo el rango del 5,25% al 5,50% hasta septiembre de 2024, momento en el que comenzó a cambiar de rumbo.

Medidas de la Reserva Federal

En junio de 2024, la Reserva Federal entró en pánico y decidió postergar la normalización de su balance, indicando una postura sumamente acomodaticia diseñada para apaciguar los mercados de bonos cuando las tasas exigidas a la deuda estadounidense comenzaron a incrementarse.

La reducción de los tipos de interés en septiembre de 2024 agravó este error, induciendo a los participantes del mercado a creer que las bajadas de tipos serían la norma en el futuro y que 2025 sería un año de desinflación y expansión monetaria. El tercer error en esta tendencia de políticas equivocadas es, en la actualidad, mantener los tipos de interés excesivamente elevados, a pesar de la evidencia de una desaceleración económica tras cuatro años de excesos gubernamentales y un déficit récord.

Situación estadounidense

La economía productiva estadounidense se encuentra asfixiada por años de elevada inflación y tipos de interés al alza. No obstante, el único motivo por el cual la inflación persiste es debido a que la Reserva Federal implementó una flexibilización excesivamente pronta y rápida durante un año electoral. Además, el gasto público ya señalaba un riesgo de presiones inflacionistas a medida que el crecimiento de la oferta monetaria se aceleraba.

Estos errores de política generan periodos de exceso de optimismo y, posteriormente, correcciones por exceso de pesimismo.

Al postergar la normalización y mantener los tipos, la Reserva Federal está transfiriendo todo el impacto de la restricción monetaria al sector privado, en particular a las familias.

El truco final

Junto a este entorno monetario, se han publicado varios artículos que sugieren un posible acuerdo entre la administración estadounidense y sus principales socios comerciales para devaluar el dólar. El objetivo sería debilitar el dólar estadounidense, incrementar la competitividad de las exportaciones de Estados Unidos y reequilibrar el comercio global.

Otra propuesta consiste en reestructurar la deuda pública mediante el intercambio de las obligaciones actuales por bonos a largo plazo, tales como bonos del Tesoro a cien años, con el fin de mitigar las presiones tributarias. Es una propuesta peligrosa y potencialmente perjudicial. La reestructuración generaría un incentivo a incrementar el endeudamiento y no tratar el problema estructural de gasto. Además, generaría temor entre los inversores de bonos, que podrían temer que otras administraciones recurran al mismo truco en el futuro. ¿Por qué comprar un bono de cien años de una nación que tiene la capacidad de devaluar su moneda de manera regular cada vez que estos desafíos de deuda se repitan?

Ninguno de los desafíos de exportación y deuda de los Estados Unidos se mejoraría con una devaluación del dólar estadounidense y, uno fundamental, se deterioraría la inflación.

La devaluación representa un impago efectivo y es el reflejo de la insolvencia de una nación.

Una economía fuerte no necesita una moneda débil.

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Armando