‘La lámpara maravillosa’. Meditación, contemplación

P
Compatibilidad
Ahorrar(0)
Compartir

El Teatro Español acaba de inaugurar una nueva estancia en su grandioso espacio de la plaza de Santa Ana y ya estoy aquí sentada. Se me había olvidado las buenas vistas de las que disfruta una en primera fila. Me doy cuenta en el Salón de los balcones – Andrea D’Odorico. Una mujer sentada detrás de mí, explica que va mucho al teatro y que gestiona un grupo de wasap a través del que queda con un numeroso grupo de gente para ir a ver una obra al mes. “Hay tanto que me encargo de elegir”, comenta. A su lado, un hombre asiente y dice que él también va mucho al teatro, pero que no ha ido a ver lo de María Hervás “porque los actores no cobran y si te subes al escenario, aunque sea 10 minutos, te tienen que pagar”. Esto es lo que oigo. Lo que veo son tres intérpretes en escena que pronto abandonarán su pose y darán comienzo al espectáculo.

Estamos en La lámpara maravillosa, escrita por Ramón del Valle-Inclán y versionada y dirigida ahora por María Heredia. Y, desde luego, para cada persona del público que ya ha agotado entradas es una experiencia única. Dejen llevarse por sus sentidos y asistan a una función en la que cabe la vida en forma de palabras de otro siglo y de reflejo de lo que somos ahora.

Screenshot

Estética, mística, belleza, filosofía y muerte alumbran una pieza en la que es fácil perderse, en el mejor de los sentidos, con Blanca León, Javier Bermejo, Raquel Varela y Rodrigo Casillas. Giradas Producciones consigue hacer imaginarnos más de lo que se espera de un montaje del señor Vallé-Inclán, desde lo íntimo a lo universal y desde un truco a dos manos a una mirada a través de lo que soñamos y conocemos. La lista de temas me parece interminable y aunque se pierda el ritmo en ocasiones, bien vale mi atención volver a mirar bien de cerca en cualquier minuto.

Quizás algo que me ha descuadrado ha sido el movimiento, un aspecto que necesita algo más de trabajo. No sé si ha sido la adaptación al espacio pequeño o el sentir que la parte de texto domina y no consigue el equilibrio con el cuerpo, pero hay detalles que pulir. Aun así, la muestra del atrevimiento de esta pieza no se puede desmerecer. Las posibilidades que se van construyendo a través de una mirada luminosa y oscura casan bien, dialogan de manera interesante y alteran el costumbrismo para mostrarnos que sí, que los idiomas nos hacen y nosotros hemos de deshacerlos.

Screenshot

Pasa una hora. En la esquina de unas de las tres bandas, hay una mujer que no aplaude. Es bueno que ocurra esto también, quiero pensar. Quizás ella es más de sala grande y de García Millán y Molero. O de una tarde en el Teatro de la Comedia y un descafeinado en el Café del Príncipe. Ahora lo veremos, cuando salgamos al escenario callejero, cuando comience la (otra) función.

La lámpara maravillosa es una huida del poeta hacia adelante. Es un buen momento para hablar de la necesidad que tenemos de subir, de elevarnos, de buscar otros caminos para entender el significado del universo. Porque la realidad es que no hay una lámpara maravillosa. Una obra concebida para apelar a los sentidos y a lo sensorial a través de la estética y la mística, en la que la palabra se nos antoja insuficiente, pero su musicalidad, sin embargo, es capaz de alumbrarnos.

Amanda H C

Teatro Español

Más teatro

Detalles de contacto
proyectoduas