La Catedral Románica de Santa María de Astorga

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La Catedral Románica de Santa María de Astorga

Al comenzar esta presentación de la Sede Episcopal asturicense, la Catedral de Santa María de Astorga, me surgió la duda de si exponer sus bellezas, que las tiene y muchas, al estilo de las guías más o menos eruditas sobre el monumento, lo cual es fácil o, ante la escasísima información encontrada sobre la historia Románica de esta catedral y sus precedentes, introducirme directamente en un piélago de informaciones inconexas, incompletas, sin fuentes de confirmación muchas de ellas, tratando de alcanzar algún tipo de conclusión, aunque fuera ésta más dubitativa que los inicios. 

Así lo he hecho, y espero que resulte concluyente en algún modo, aunque advierto que las dudas sobre el tema son muchas e importantes. Eso sí, de la misma manera prevengo a aquel que busque información sobre la catedral gótica, neoclásica y barroca, que de todos esos estilos tiene su parte, los busque en una guía turística, porque en este documento solamente encontrará información anterior al siglo XIII. Antes de entrar en materia permítaseme un consejo al visitante, y es que no deje pasar la magnífica colección de pintura de estilo flamenco que exhiben tanto el Museo Catedralicio como la Catedral, porque merece la pena. 

De Arte Románico, que en definitiva es lo que buscamos, muy poco, pero eso sí, de muy alto interés, tanto por su elevada calidad como, por su nebulosa e intrigante historia.

Antecedentes históricos y “ocultos” orígenes de la Catedral Románica

Cruce de caminos y encrucijada de culturas. Astorga, la romana Astúrica Augusta es, desde muy antiguo, el punto de encuentro de dos muy importantes vías de civilización: El Camino de Santiago (E – O) y la Vía de la Plata, la árabe Belata, (N – S), que la une con Mérida, la romana Emerita Augusta 

No vamos a descubrir aquí la intensa relación que existe entre la arquitectura románica y el Camino de Santiago. Pero ya en 1063 por nuestra querida catedral de Jaca, que en palabras de Gómez Moreno estamos “...ante un edifico grande y perfectamente románico, más avanzado que el de San Isidoro de León…”, cuyo magnífico tímpano y su crismón orlan la leyenda de nuestra Asociación y obra románica indiscutible donde las haya; hasta la importante y prácticamente contemporánea obra románica que, afortunadamente, aún conservamos en la casa compostelana del Apóstol Santiago, pese a las restauraciones y ampliaciones que en estilos artísticos posteriores han pretendido enmascarar la belleza de la obra lograda por el Maestro Mateo, y pasando por esa, aún recientemente descubierta, magnífica cabecera románica de la catedral de Santo Domingo de la Calzada, y otros ejemplos que podrían deslizarnos por el tobogán de los siglos, cuando llegamos a la catedral de Astorga, nos resulta muy difícil encontrar restos románicos de importancia puesto que, prácticamente, esa parte de su catedral, al igual que ha ocurrido por ejemplo en mayor o menor cantidad en  las catedrales de Pamplona, Burgos, o León, está oculta de una parte en una espesa niebla y de otra ha resultado fagocitada por el tiempo y las artes aplicadas por las sucesivas generaciones que decidieron, en algún momento, engrandecerlas volumétrica y artísticamente, generalmente, sin preocuparse de conservar las raíces de las construcciones precedentes que fueron utilizadas simplemente como base, en el caso de Astorga, del edificio de los siglos XV / XVIII que disfrutamos en la actualidad. 

Resulta más intrigante aún lo anteriormente planteado, cuando resulta que la Astorga que conocemos hoy, es casi con seguridad la ciudad o, mejor dicho, el enclave más antiguo, donde se estableció por vez primera la religión cristiana en Hispania, lo que debió de ocurrir allá por mediados del siglo III de nuestra era, según nos descubre la Carta de San Cipriano del año 254, de la que se guarda cuidada referencia en el museo de esta catedral, quizás compartido con Mérida y los restos de la Santa Eulalia emeritense desde su martirio en el 304 d.C. 

Muy anteriormente, y aunque se trate de una leyenda mítica, la de los Gárgoris y Habidis tartessos que ha llegado a nuestro conocimiento gracias a las Historias Filípicas del romano Pompeyo Trogo en el siglo I a.C. y el resumen de su obra realizado por Justino, (Marcus Junianus Justinus), ya se mencionaba que Habidis, el nieto de Gárgoris, su sucesor y magnífico rey de los curetes, fue el fundador de la “ciudad santa de Astorga”, por lo que algo debía de tener este lugar cuando ya entre los romanos, o antes incluso, entre los griegos, se le aplicaba ese tan determinante calificativo. 

Si nos vamos ciñendo a la historia de esta catedral románica asturicense, todas las obras que he podido consultar, y no son muchas, porque pocas hay, indican que el edificio que ha llegado hasta nuestros días, comenzó a edificarse por su cabecera el 16 de julio de 1471 en estilo gótico. Éste fue levantado sobre los restos de una anterior catedral de estilo románico que había sido consagrada en el año 1069, la que pudo tal vez ser terminada a mediados del siglo XIII, sin que se tengan muchas más noticias, ni siquiera testimonios sobre su construcción.

Un punto sí parece estar claro: En la Alta Edad Media, antes del año 1000 que es el año considerado como final de esta etapa, fue encontrado un precioso sarcófago paleocristiano en el vecino municipio de San Justo de la Vega, y trasladado y depositado en la catedral de Astorga. El historiador D. Aureliano Fernández-Guerra, que lo estudió en 1869/1870, y otros expertos contemporáneos y posteriores a él, han datado su ejecución entre los años 305 y 312 de nuestra era, es decir, anterior al Imperio de Constantino. 

Esta importante pieza arqueológica, que debió de haber sido importada de Roma, permanecería en la catedral de Astorga hasta el año 1869 en  que fue trasladada al Museo Arqueológico Nacional en Madrid, donde se expone en la actualidad; no obstante existe una excelente reproducción en el Museo Catedralicio de Astorga. En el momento actual sabemos que se ha generado una corriente reivindicativa, muy probablemente con raíces seudopolíticas, reclamando al Estado la devolución a sus orígenes catedralicios de este sarcófago paleocristiano. 

A finales del año 910, o quizás a principios del 911, el último rey de Asturias y primero de Galicia, Alfonso III el Magno, fue sepultado en esta catedral Asturicense, para lo que parece se utilizaría este sarcófago como arcón funerario, si bien posteriormente en el año 986, el rey Bermudo II ordenó trasladar al Panteón Real de la iglesia de Nuestra Señora del Rey Casto de Oviedo los restos mortales de éste y otros varios reyes, reinas e infantes, que se encontraban sepultados en Astorga, León y otros lugares, a fin de impedir que fueran profanados por las tropas musulmanas de Almanzor. 

Sabemos que el rey Magno murió en Zamora, probablemente de pulmonía y, aunque existan pequeñas discrepancias en la fecha, parece que la más exacta sería el 20 de diciembre de 910, estando acompañado de la Reina Doña Jimena, su esposa, su confesor, el  Obispo de Astorga, San Genadio, (899 – 920), y el Obispo de Zamora, San Atilano. Desde esa ciudad, el cuerpo difunto del rey Magno fue trasladado para su inhumación en Astorga, ya que la sepultura regia a él destinada en la iglesia de Santa María y San Cipriano de León, que por entonces hacía el oficio de catedral, había sido cedida generosamente el año 905 por el propio monarca para enterrar a su amigo el Obispo San Froilán. 

Por tanto, de estas premisas podemos deducir que en esos años, 910 / 911, principios del siglo X en cualquier caso, en Astorga existía una iglesia catedral, que lógicamente debería responder a un estilo Prerrománico, la cual quizás correspondería a la que la gran mayoría de las referencias y obras que tratan sobre la historia catedralicia asturicense, imputan a un edificio pre-románico inicial, siendo esta la primitiva base de otra catedral románica del siglo XI, y de la gótica del siglo XV. Algunos, aunque sobre mínimas bases, se atreven a plantear incluso la posibilidad de un templo anterior más antiguo en el mismo lugar, probablemente hispano-visigótico, paleocristiano, o incluso romano. 

Confirmando lo anterior, es de considerar que los antecedentes históricos y diocesanos disponibles nos permiten saber que el primer Obispo Asturicense del que tenemos constancia sería Basílides en el año 249, mediados del siglo III de nuestra era por tanto. Entre éste y la invasión árabe constan, al menos, los nombres de 15 obispos asturicenses hasta el obispo Aurelio en 693. Fuese restaurado el obispado de Astorga con Novidio, cuando ya territorio reconquistado a los musulmanes cerca del año 846, o con Indisclo (853-879), siete años más tarde, desde entonces y hasta el año 1000, con el obispo Jimeno Menéndez, principio del siglo XI y cuando se inicia el estilo románico en España, habrá otros 12 obispos. Desde entonces, y hasta mediados del siglo XIII, año 1265 exactamente en que fallece el obispo Pedro Fernández, habrá otros 26 obispos más, con dos periodos intermedios de Sede Vacante de catorce años en total. 

Quiere esto decir, que si fueron 27 los obispos que ocuparon la sede episcopal de Astorga en los periodos paleo-cristiano, hispano-visigótico y prerrománico, no debería haber sido muy difícil que más de uno de ellos hubiera tenido inquietudes suficientes de demostrar sus poderes, incrementando la potencia de su sede, bien con nuevas construcciones, bien con restauraciones y/o reconstrucciones de mayor o menor importancia para reparar las seguras destrucciones producidas por los ataques de las hordas suevas y posteriormente las conocidas razzias árabes, (Almanzor en 988 y 995 por ejemplo), dependiendo de la época en cuestión. 

Desde el año 249 al 1265, en algo más de diez siglos, debemos de suponer que muchos y variados  debieron de ser los trabajos constructivos realizados y los artísticos y artesanales producidos en esta catedral, de los cuales es muy de lamentar que no hayan llegado hasta nuestros días, más de una treintena de restos, casi todos ellos relativos a la construcción románica, es decir los 265 últimos años de la época que hemos señalado, y nada o casi nada anterior. Debieron de existir a lo largo de aquellos primeros años, del inicial 249 hasta 966 en que se considera que el rey Sancho I inicia los trabajos del Panteón Real, y que será la primera construcción románica de León, una o varias iglesias. Podemos suponer que una de ellas fuese la que hiciera las veces de sede magistral del obispo, pero obviamente su estilo constructivo debería ser quizás el de un templo recuperado de alguno politeísta romano anterior, una basílica paleocristiana o uno hispano-visigótico. 

No se han recuperado aquí hasta la fecha partes o restos arqueológicos que permitan establecer raíces artísticas o constructivas de aquellas épocas, aunque los pasos de romanos, suevos y árabes, alguna huella podrían haber dejado en el edificio catedralicio, como así ha ocurrido en la zona territorial vecina. Pero sigamos analizando estos misteriosos orígenes. En la primera mitad del siglo XI, debió de haberse comenzado la construcción de la catedral románica que sería consagrada el 20 de diciembre de 1069, y de la que tan escasos restos han llegado hasta nuestros días. 

En casi todas las obras de investigación en las que se encuentran referencias a esta catedral, como ya tenemos anticipado, se plantea la existencia de una primitiva catedral románica sobre la cabecera de la cual se comenzaría el 16 de julio de 1471 la construcción en estilo gótico del actual edificio. La realidad es que muy pocos autores aportan datos o referencias fehacientes, tanto de documentos probatorios, como sobre partes constructivas identificables en nuestros días con el estilo románico, aún existentes en el edificio catedralicio. 

Esta imagen, un fragmento del cuadro de Juan de Peñalosa  existente en la capilla de la Virgen de la Majestad de esta catedral, es la única imagen que nos ha llegado en la que se muestran parte de la nave, cinco tramos, de la nueva catedral gótica del siglo XV a medio construir, conjuntamente con dos tramos de la nave y la torre exenta de la catedral románica del siglo XI, aún parcialmente conservada, y ambas situadas tras el paño de murallas protector. Esta imagen deja constancia de que la catedral gótica se había ido construyendo lentamente y en dos siglos, XV al XVII, aún quedaba bastante para terminarla. 

Como se puede comprobar comparándola con la siguiente fotografía, la torre de la catedral románica pintada por Juan de Peñalosa, y la familiar Torre del Gallo que forma parte de la Basílica de San Isidoro de León, presentan una gran similitud. No debe resultar extraño esto, si consideramos que la iglesia de San Juan Bautista del primer Panteón Real de Fernando I, considerada la primera iglesia románica de León, que luego sería San Isidoro, fue consagrada el 21 de diciembre de 1063, (año en que parece que se comenzaba a construir la Catedral de Jaca), y mientras que la catedral románica de Astorga lo sería el 20 de diciembre de 1069, tan solo cuatro años después, ya en tiempos de Alfonso VI. 

Entonces: ¿Por qué razón no podemos pensar que de algún modo fueran similares las naves de ambas iglesias, siendo éstas prácticamente coetáneas, estando tan próximas en el espacio y habiendo sido hasta pocos años antes una sola sede episcopal, y con tal unión que el rey Fernando I enviaría juntos en 1063 a Sevilla a los dos obispos, San Ordoño de Astorga y San Alvito de León, a buscar y rescatar el cuerpo de Santa Justa, que no encontraron, y que “sustituirían” por el de San Isidoro? 

Ante la escasez de fuentes y documentación sobre el periodo románico de la catedral de Astorga, es de obligación señalar aquí que resulta una importante excepción entre los investigadores, la Profesora del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de León, Doctora Dª María Concepción Cosmen Alonso, de cuya erudición podremos disfrutar en su programada intervención durante la celebración de esta nuestra presente Asamblea anual. Son sus investigaciones una parte muy importante de la escasa documentación disponible sobre la parte románica de este monumento, y aporta significativa información capital sobre la Catedral Románica de Astorga, dentro de la reducida documentación existente sobre el tema. 

De la ponencia de la profesora Cosmen en aquel Simposio del año 2000 sobre la catedral de Astorga, he querido deducir, quizás erróneamente, que no se han encontrado indicios exactos acerca de las dimensiones y formas del edificio de la citada catedral, que debió de ser construida entre los siglos XI y XIII, con excepción de algunas partes claustrales y algún otro menor detalle, si bien la documentación existente dice que el edificio gótico se fue levantando sobre el edificio románico, progresivamente. Parte por la no existencia de planos, parte por la no ejecución de excavaciones arqueológicas en el propio suelo del edificio catedralicio. 

Basada en documentación de la época, publicada en 1873 por D. Matías Rodríguez Díez en la pág. 193 de su obra “Historia de la muy Noble, muy Leal y Benemérita Ciudad de Astorga” se desarrolló la teoría de que, posiblemente en esta zona Sureste, cerca del Foro y de la Ergástula romanos, debería de haber estado emplazada la catedral románica, tomando como base la donación el año 1120 por la reina Doña Urraca a favor del obispo de Astorga Don Pelayo: 

“…Consistió la donación real en la cesión que, a petición del Obispo, hacía de un suelo o terreno en el que existía un templo pagano, conocido

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