San Juan de Dios, fundador de la Orden Hospitalaria, nos dejó un legado de amor y servicio a los más vulnerables, un camino que siglos después fue renovado y fortalecido por San Benito Menni, quien llevó la misericordia hospitalaria a nuevas fronteras. Ambos santos comparten una misión: sanar no solo el cuerpo, sino también el corazón y el alma de quienes sufren.
La historia de San Juan de Dios
Nacido en 1495 en Portugal, Juan Ciudad Duarte —conocido como San Juan de Dios— vivió una juventud errante hasta que un fuerte llamado de Dios cambió su vida. En las calles de Granada, tras escuchar a Juan de Ávila predicar, “sufre tal conmoción espiritual que da voces y gritos que le llevarán a ser tomado por loco e ingresado en el Hospital Real donde sufre el tratamiento que se da a las personas enajenadas: celdas oscuras, maniatados, tratados con azotes, baños por sorpresa, exorcismos o cadenas.”
En su encierro, toma conciencia de su misión y siente la necesidad de servir a los enfermos y marginados, dedicándose por completo a ellos. Tras salir del hospital, se formó como enfermero y fundó hospitales donde los pacientes no solo recibían atención médica, sino también amor y dignidad.
La hospitalidad de San Juan de Dios iba más allá del cuidado físico: él veía en cada persona el rostro de Cristo sufriente. Su carisma sentó las bases de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, que continúa su misión en todo el mundo.
San Benito Menni: la renovación del carisma de la Hospitalidad
San Benito Menni, un sacerdote y religioso de la misma orden, revitalizó la obra de San Juan de Dios en el siglo XIX. En una época en la que los hospitales de la Orden estaban en crisis, Benito Menni recibió el encargo de restaurarlos en España.
Pero su labor fue más allá: viendo la necesidad de atender a mujeres con enfermedades mentales, fundó la Congregación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús el 31 de mayo de 1881, dotando al carisma hospitalario de una nueva dimensión, enfocada en el cuidado integral de los enfermos, especialmente de las mujeres que, hasta entonces, no recibían la atención que necesitaban.
Un legado que sigue vivo
San Juan de Dios y San Benito Menni nos enseñan que la hospitalidad es más que un acto de servicio: es un estilo de vida que pone en el centro a la persona que sufre. Sus enseñanzas siguen vigentes en la labor de la Orden Hospitalaria y de nuestra Congregación de Hermanas Hospitalarias, que hoy continúan atendiendo a los más vulnerables en hospitales, centros de salud mental y hogares de acogida en todo el mundo.
En el día de San Juan de Dios y en el contexto del Día Internacional de la Mujer, renovamos nuestro compromiso de seguir construyendo una sociedad más justa, donde la hospitalidad y la misericordia sigan siendo faros de esperanza. Como nos recordaba San Benito Menni:
«Felices, felices mil veces, las almas que el Señor llama con tan gran Misericordia. Estimad esta gracia de la vocación como el mayor tesoro y la perla preciosísima que el Señor os concede.» (C.788)