Para muchas organizaciones, la comunicación sigue siendo un área secundaria, sin relevancia estratégica. Un área menor, una «maría», como dirían en otros ámbitos, que cualquiera puede dirigir y que no se tiene demasiado en cuenta en términos de negocio. Pero, ¿de verdad la comunicación es un área menor? Personalmente, creo que no. La comunicación es una disciplina que requiere conocimiento, experiencia, visión y que es esencial para cualquier tipo de organización. Genera conocimiento, confianza y credibilidad. Tres valores fundamentales para construir una buena reputación, fidelizar clientes, motivar a los equipos, generar oportunidades de negocio, captar y retener talento, reforzar las relaciones institucionales y mejorar la capacidad de influencia… Y pese a todas estas aportaciones, la comunicación sigue sin tener un espacio central en las organizaciones.
Ante esta situación, ¿qué podemos hacer para cambiar esta percepción y dar a la comunicación el papel estratégico que merece?
- Poner la comunicación en el centro de la toma de decisiones
La comunicación no debe ser el último paso del proceso, limitado a difundir decisiones ya tomadas. Debemos asegurar que esté presente desde el principio, formando parte de la planificación y ayudando a definir cómo se transmitirán las acciones y los valores de la organización.
- Entender la comunicación como una inversión, no como un gasto
La comunicación tiene un impacto directo en la reputación y la confianza que genera una organización. No es un elemento residual en los presupuestos. Si invertimos en buenos profesionales, en estrategias claras y en herramientas eficaces, veremos cómo el retorno es tangible: mejores relaciones con nuestros públicos, más credibilidad y una marca más sólida.
- Fomentar una cultura comunicativa transversal
La comunicación no puede ser responsabilidad sólo de un departamento. Debe ser una actitud y una forma de trabajar que implique a toda la organización. Cuando todo el mundo entiende la importancia de comunicar de forma clara y coherente, la identidad de la organización se refuerza y su credibilidad crece.
- Formar directivos y líderes en comunicación
Si los líderes de las organizaciones carecen de conocimientos en comunicación, difícilmente le darán el valor que se merece. Es imprescindible que reciban formación y que entiendan cómo gestionar mensajes, cómo interactuar con los diferentes públicos y cómo construir un relato coherente y creíble.
- Adaptarnos a un entorno digital cambiante
La forma en que nos comunicamos ha evolucionado radicalmente en los últimos años. La inmediatez de las redes sociales y la interacción constante hacen que la comunicación no sea ya unidireccional. Debemos estar preparados para escuchar, responder y gestionar nuestra presencia en un entorno en el que la información fluye más rápidamente que nunca.
6. Medir y evaluar el impacto de la comunicación
No podemos mejorar lo que no medimos. Definir indicadores claros nos permite saber si nuestra comunicación funciona, si llega a los públicos adecuados y cumpliendo sus objetivos. Cuando podemos demostrar con datos el valor de la comunicación, entonces se le da la importancia que realmente tiene.
- Promover la comunicación bidireccional
Comunicar no es sólo hablar. Es también escuchar. Las organizaciones deben ser capaces de crear espacios de diálogo real con sus públicos, entender sus necesidades y adaptarse a sus expectativas. Cuando esto ocurre, la relación que se establece es mucho más sólida y duradera.
En Síntesi, llevamos 30 años trabajando para situar la comunicación en el centro de las organizaciones. No es un reto fácil, pero es una apuesta segura para aquellas que quieran crecer con una base sólida, con una reputación robusta y una relación de confianza con su entorno.