Nunca se sabe suficiente acerca de lo que técnicamente llamamos “comunicación no verbal”. Seguro que habéis visto mil y un consejos sobre qué queremos decir cuando respondemos a una pregunta mirando con los ojos hacia la derecha o hacia la izquierda; cuando movemos los brazos adelante y atrás o cuando nos sentamos en la punta o al final de la silla en un acto. Incluso es posible que os hayan explicado que la comunicación no verbal comunica muuuucho más que la verbal y que un gesto puede arruinar cualquier discurso.
En fin, también es más que posible que hayáis olvidado todas las técnicas que hay al respecto. Sin exagerar ni perder la naturalidad, sí que conviene ser consciente e incorporar algunas claves de la comunicación no verbal que son relevantes y fáciles de aplicar. Hoy, recordamos 5 de ellas:
- La cara es lo que más comunica de nosotros. Podemos hacer decenas de muecas y expresiones inconscientes que delaten algo que no queremos, o podemos, en cambio, ser conscientes de ello y usar los ojos y la boca para reforzar el mensaje que estamos dando. Hablando de la cara, el mejor lenguaje no verbal es la sonrisa. La usamos demasiado poco. A excepción de que nos encontremos en un contexto de crisis comunicativa o transmitiendo algún hecho triste, es altamente recomendable sonreír.
- Las manos nos ayudan a expresarnos mejor. ¡Ay, las manos! ¿Dónde colocamos las manos? Qué molestan nos resultan, casi siempre, las manos. Nos tocamos el anillo si llevamos; nos rascamos la cabeza, la cara… Con las manos, lo correcto es que, si estamos de pie, las coloquemos siempre entre el pecho y la cintura, abiertas y acompañando aquello que estamos explicando. Evitemos colocarlas en los bolsillos, enlazadas detrás de la espalda o cogiéndonos las caderas. Las manos, mejor libres y abiertas delante nuestro.
- Mantengamos una posición de cuerpo que proyecte. Si nos encontramos en un atril, comprobemos antes qué ve el público de nosotros, si se ven los pies o no, hasta qué punto se ven las manos, etcétera. Si nos encontramos en un escenario, mejor evitar que el cuerpo se balancee sin sentido. En cambio, estar quietos y firmes en el centro del escenario nos ayudará a proyectar el mensaje. Si nos atrevemos, también puede ser muy bueno caminar por el escenario de forma tranquila para ir mirando a todo el auditorio.
- La ropa también habla de nosotros. Cada vez hay menos códigos estrictos de vestuario y conviene fiarnos del propio sentido común. Si no confiáis en vosotros mismos, es bueno preguntar si hay algún código de vestuario. Así, en genérico, es preferible evitar que el público se fije más en nuestra ropa que en aquello que explicamos. Y también es siempre aconsejable usar ropa y calzado que nos hagan sentir seguros, confortables y naturales.
- Y que el fondo no nos traicione. Además de nuestra comunicación no verbal, también debemos fijarnos en lo que se ve a nuestro alrededor: ¿hay una planta y aparece una hoja justo encima de nuestra cabeza? ¿estamos junto a una puerta que se abre y se cierra constantemente mientras estamos hablando? ¿la luz es tan tenue que ni nos ven? Tenerlo en cuenta y fijarnos en ello también nos ayudará a que llegue mejor nuestro mensaje.
Y es que, ya lo sabéis: todo comunica. Y –como recomendamos en las formaciones en comunicación de Síntesi que Jaume Ginestà explicaba en su último artículo– conviene aprovecharlo para hacer llegar aún mejor aquello que queremos compartir.