Basque Beer relanza su imagen, una combinación de arte, territorio y cerveza con sello vasco
La asociación de cerveceras vascas presentó su nueva identidad en el museo Chillida Leku para reforzar el consumo local y visibilizar un modelo de producción con trazabilidad y compromiso en Euskadi
De izquierda a derecha: Raimundo Ruiz de Escudero, director de la Fundación HAZI; Mikel Chillida, Director de Desarrollo de Chillida Leku; Amaia Barredo, Consejera de Alimentación, Desarrollo Rural, Agricultura y Pesca del Gobierno Vasco, y Mireia Massagué, Directora de Chillida Leku, durante la presentación de la nueva imagen de Basque Beer.
El jardín de esculturas del museo Chillida Leku, en Hernani, fue el escenario elegido para presentar la nueva imagen de Basque Beer, la asociación que agrupa a las cerveceras que elaboran en Euskadi. Entre robles centenarios y piezas monumentales, el acto subrayó un binomio —arte y territorio— que la entidad quiere colocar en el centro de su relato: una cerveza con identidad, paisaje y cultura propios.
Basque Beer, Euskal Garagardoaren Elkartea, nació con un propósito claro: unir a los actores del sector cervecero vasco que realizan todo el proceso de elaboración en el territorio, y ofrecer una herramienta común para impulsar calidad, sostenibilidad, empleo y economía locales. Constituida en 2014 como asociación sin ánimo de lucro, su hoja de ruta incluye la creación y defensa de un distintivo colectivo que permita al consumidor identificar, de un vistazo, qué cervezas están hechas aquí.
Basque Beer se integra en el paraguas Basque Wine, la marca impulsada por el Gobierno Vasco para agrupar y promocionar vinos, sidras y cervezas elaboradas en Euskadi con trazabilidad y compromiso local. La elección de Chillida Leku, icono donde arte y naturaleza dialogan, refuerza un relato que conecta gastronomía, cultura y turismo en un mismo plano.
El contexto ayuda a entender la ambición del movimiento. Hoy, solo dos de cada diez cervezas que se consumen en Euskadi están realmente elaboradas en la comunidad. Ese dato, que Basque Beer considera un “reto y una oportunidad”, explica la insistencia en el sello: se trata de facilitar decisiones informadas al consumidor, y de reconocer el valor añadido de producir aquí —desde la compra de materias primas a la generación de empleo— en un mercado donde conviven marcas locales, industriales e importadas.
Durante el acto, que contó con la participación de Amaia Barredo, Consejera de Alimentación, Desarrollo Rural, Agricultura y Pesca del Gobierno Vasco; Raimundo Ruiz de Escudero, Director de HAZI, Fundación del Gobierno Vasco para el Desarrollo Rural, Litoral y Alimentario, y Mireia Massagué y Mikel Chillida, Directora y Director de Desarrollo de Chillida Leku, respectivamente, se subrayó que la colaboración con el museo, y la inserción en Basque Wine, “permite proyectar la identidad gastronómica vasca en un entorno único, donde arte, territorio y sostenibilidad conviven de manera natural”, un mensaje que resume la aspiración de la asociación: que la cerveza vasca gane espacio en la mesa y en el imaginario, no solo por su calidad técnica, sino por lo que representa.
En términos prácticos, el nuevo emblema facilitará el reconocimiento en puntos de venta, bares y eventos, y servirá de paraguas para acciones conjuntas de comunicación, formación y promoción. La asociación defiende, además, una visión de cadena completa: impulsar el cultivo local de cereal y lúpulo, la investigación en levaduras y la profesionalización del oficio, de modo que la “vasquidad” de una cerveza no se quede en el diseño de la etiqueta, sino que atraviese el proceso. Es, en definitiva, una apuesta por diferenciarse en un mercado saturado, enfatizando origen, trazabilidad y oficio.
Más allá del gesto simbólico de un rebranding, Basque Beer avanza hacia un modelo de cooperación estable entre fábricas que compiten en el lineal pero colaboran en lo esencial. En un tiempo en que la cerveza se ha sofisticado y diversificado, la asociación valora el momento como una ventana para fidelizar a un consumidor que valora el kilómetro cero, la transparencia y las experiencias con sentido. El reto —reconocen— es convertir el orgullo de pertenencia en cuota de mercado, y que el sello Basque Beer funcione como brújula para el público y como palanca para la industria.