Wall Street cerró el viernes a la baja tras una inoportuna toma de beneficios en las principales acciones vinculadas a la inteligencia artificial. El Nasdaq 100 cayó un 1,9% y el S&P 500 un 1,1%. El detonante fue la caída de Broadcom tras presentar unas previsiones de ventas por debajo de las expectativas, lo que arrastró al conjunto del ecosistema de infraestructura de IA. En el lado positivo, Lululemon repuntó tras mejorar previsiones y anunciar la salida de su CEO, recordándonos que, incluso en días rojos, siempre hay excepciones que rompen el guion.
Pero el mercado es cíclico y una de las cosas que hace una y otra vez es ensalzar compañías… para después dejarlas caer. En los últimos años lo hemos visto con Peloton Interactive, Zoom, Shopify, Tesla o incluso Meta, que llegó a caer un 65% en 2022. Estos episodios comparten un patrón muy reconocible: una narrativa de crecimiento estructural casi incuestionable lleva a valoraciones que descuentan varios años de progresión perfecta. Cuando el crecimiento real empieza a normalizarse —por saturación de mercado, cambios de ciclo o mayor competencia— el mercado no ajusta solo beneficios presentes, sino expectativas futuras. El resultado es una doble penalización: revisión a la baja del crecimiento futuro y fuerte compresión de múltiplos, convirtiendo decepciones relativamente moderadas en caídas bursátiles abultadas.
Uno de los ejemplos más recientes es Oracle. A comienzos de septiembre, la acción subió cerca de un 35% en un solo día, lo que llevó su capitalización bursátil a unos 969.000 millones de dólares (aproximadamente 827.000 millones de euros). Durante unas horas, su cofundador, Larry Ellison, llegó incluso a convertirse en la persona más rica del mundo según Forbes. Desde entonces, el valor ha retrocedido con fuerza (un 42%), especialmente en los últimos días (10,8% el jueves y 4,5% el viernes).
Como en los casos anteriores, lo razonable es pensar que Oracle no va a desaparecer, ni a quebrar, ni a dejar de ser un actor clave en su sector. Lo que está ocurriendo es un ajuste de unas expectativas de crecimiento que, en un momento dado, se dispararon. En este caso, las previsiones de beneficios asociados a contratos multimillonarios de infraestructura en la nube —incluido el acuerdo de más de 300.000 millones de dólares con OpenAI— se han retrasado, mientras que los gastos de capital aumentan. Aun así, la compañía sigue siendo un pilar fundamental en el desarrollo de la infraestructura global de IA.
Otra empresa que había subido con fuerza en las últimas semanas, aunque con menos titulares, era Broadcom. Sin embargo, en este caso, el idilio con el mercado parece haber durado bastante menos… ¿o quizá no? Habrá que ver si el susto del viernes se queda en un simple alto en el camino o si estamos ante el inicio de un cambio de tendencia más estructural.
En Europa
Los principales índices cerraron con descensos moderados: el EuroStoxx 50 cayó un 0,65%, el DAX un 0,45%, el CAC 40 un 0,2% y el IBEX 35 un 0,17%. En el ámbito empresarial, un grupo de legisladores suizos propuso suavizar los requisitos de capital a UBS, impulsando sus acciones a máximos de 17 años. Aunque eran los sectores de servicios públicos y consumo discrecional los que mejor comportamiento presentaban.
En los mercados de deuda estadounidenses
El comportamiento de los últimos días en EE.UU. ha sido mixto. Los rendimientos a corto plazo descendieron, especialmente tras los anuncios de la Fed del miércoles, mientras que los tramos largos terminaron la semana al alza. Los bonos corporativos con grado de inversión batieron a los treasuries, con nuevas emisiones generalmente sobresuscritas y volúmenes en línea con lo esperado. El mercado de bonos high yield ha recuperado la tranquilidad tras la debilidad previa a la decisión de tipos, con una semana dominada por noticias específicas. En Europa, los bonos soberanos a diez años mostraron ligeros repuntes: España cerró en el 3,32%, Francia en el 3,58% y Alemania en el 2,86%.
En Japón, el rendimiento del bono a diez años subió al 1,95%. De cara a la reunión del Banco de Japón del 18 y 19 de diciembre, los economistas esperan de forma prácticamente unánime una subida de tipos de 25 puntos básicos hasta el 0,75%, tras el aumento al 0,50% de enero. El gobernador Kazuo Ueda señalaba la semana pasada que la inflación subyacente se está acercando de forma sostenible al objetivo del 2%, a pesar de observar un mercado laboral tenso y crecimiento salarial. Pero el PIB del tercer trimestre se revisó a la baja hasta una contracción anualizada del 2,3%, reflejando una caída inesperada de la inversión empresarial. La nueva primera ministra no tendrá una agenda especialmente relajada.
Algo más al oeste, los datos de inflación de noviembre confirman que las presiones deflacionistas siguen pesando sobre la economía china. Aunque el IPC repuntó al 0,7% interanual y se mantuvo en terreno positivo, los precios industriales cayeron un 2,2%, acumulando ya 38 meses consecutivos de descensos. La inflación subyacente permanece estancada en el 1,2%. A diferencia de Estados Unidos, Japón y Europa, China sigue lidiando con la deflación pospandemia, agravada por la crisis inmobiliaria y la debilidad del consumo. Pese a los esfuerzos oficiales, el avance sigue siendo limitado, mientras la política monetaria continúa claramente acomodaticia.
En el mercado de divisas, el dólar y el euro se mantuvieron estables, mientras que la libra y el yen retrocedieron. En criptomonedas, Bitcoin cayó un 2,9%, aunque logró mantener el nivel de los 90.000 dólares, niveles que perdió durante el domingo. En materias primas, el Brent bajó ligeramente hasta los 61,1 dólares por barril, el oro subió un 0,4% hasta los 4.299 dólares la onza y la plata cayó un 2,7%.
Los inversores afrontan una semana cargada de referencias macroeconómicas y decisiones de política monetaria. En Estados Unidos, el informe de empleo podría mostrar una desaceleración en octubre y un repunte en noviembre, mientras que la inflación habría continuado su lenta pero incómoda tendencia al alza. Además, tras los movimientos recientes de la Fed, Suiza y varios bancos centrales emergentes, volveremos a mirar a los organismos monetarios: el Banco de Inglaterra podría recortar tipos, el BCE y el Riksbank sueco previsiblemente se mantendrán sin cambios y el Banco de Japón podría dar el esperado paso al alza. En Asia y América Latina, una larga lista de bancos centrales —desde Indonesia hasta Chile, México o Taiwán— completará una semana que servirá de antesala de la Navidad (y mientras, el calendario recuerda que también es tiempo de Janucá).
Buena semana.
Jorge González GómezDirector de Análisis