Además, ha diseñado por maceración licores de frutas y hierbas de temporada, todas ellas provenientes de las grandes fincas de Casa Romántica en Agaete
Entre las especialidades, los de café de Agaete (de los cafetales del propio restaurante), fresas de Valsequillo, naranja, frutas tropicales y el tradicional poleo-ron
Estos licores sorprendentes y muy gastronómicos sólo se pueden disfrutar, de momento, en Casa Romántica
Carlos Peña, el creativo sumiller de Casa Romántica, se ha erigido también como el alquimista de las fincas del restaurante (250.000 metros cuadrados en Agaete), generando, gracias a la gran producción de las mismas (frutas, cítricos, hierbas y, por supuesto el famoso café de Finca La Laja), una línea de licores que, si al principio fueron un detalle sutil para los clientes, ahora, con su laboratorio en el propio establecimiento, han pasado a ser puro culto y final inexcusable de los menús servidos por el chef Aridani Alonso.
El buque insignia de esta “nueva carta -informal- de licores artesanos” es, naturalmente, la crema de gofio, producto emblema de la alimentación y la gastronomía canaria que Peña ha convertido en un complejo y refrescante final de menú.
“Todo empezó por mi gusto por los licores, por las cosas especiales, que siempre pruebo cuando estoy fuera del restaurante. La crema de gofio, producto que en Canarias es metáfora de nuestras infancias y de la felicidad familiar, fue mi primer acercamiento a este nuevo mundo de los licores. La fórmula es mi secreto (ríe), pero sí puedo decir que lleva whisky escocés, gofio tostado de Moya y… muchos matices que la convierten en única”, dice Carlos. Y en uno de los grandes hits del restaurante. “He conseguido la precisa cremosidad, la terrosidad textural del gofio tan querida por los canarios (el recuerdo de la leche con gofio) y, gracias a los otros ingredientes, una personalidad diferencial”.
Y si la crema de gofio fue el punto de partida y el inicio del entusiasmo gracias a la clamorosa respuesta de los clientes, las producciones frutales y herbáceas de las fincas de Casa Romántica fueron la lógica mirada posterior.
Carlos, que se mueve al vaivén de las temporadas, comenzó a trabajar en distintas hierbas y frutas. Hierbas como la caña de limón, el lemongrass, las hojas de las manzanas y los limones, la lavanda, el tomillo, el orégano, la hierbabuena … “Uno de los licores de los que más me enorgullezco es el de poleo con ron, toda una tradición en las casas de Gran Canaria”.
En cuanto a las frutas, el licor de maracuyá es uno de los más demandados; pero también elabora con fresas de Valsequillo, naranjas de Agaete y, por supuesto, otras frutas tropicales estacionales.
“Si la crema de gofio se hace con un lácteo, los otros licores -hierbas y frutas- los consigo por maceración, con distintos tiempos y diferentes porcentajes y tipos de alcohol como el ron blanco, el ron oro, el orujo, el whisky, el vodka…”.
El de maracuyá, por ejemplo, lleva medio litro de ron blanco por cada cuatro piezas de fruta, además de otros ingredientes que prefiere no desvelar. Lo macera entre siete y 15 días, aunque hay otros que llevan más de siete meses de reposo silencioso.
Peña lidia con la extrema dificultad de lograr el prefecto equilibrio cuando trabaja con frutas. “Es complejo trabajar con frutas, sobre todo porque hay que evitar desequilibrios organolépticos. Yo trabajo con poquísimo azúcar, además, buscando la máxima autenticidad de los sabores frutales, la máxima frescura para sofisticar el final de los menús de Aridani”.