El Dicasterio de las Causas de los Santos ha organizado en Roma del 11 al 14 de noviembre, su congreso anual bajo el título: «No hay amor más grande. Martirio y ofrenda de la vida».
El Instituto Patrístico Agustiniano ha acogido a los casi cuatrocientos participantes entre los que se encontraban Dña. Lourdes Grosso García, M.Id, Directora de la Oficina para las Causas de los Santos de la CEE, el adjunto a dirección, D. Fernando del Moral Acha y una nutrida representación española.
En sus palabras iniciales, el Prefecto, Cardenal Semeraro ha invitado a reflexionar juntos sobre los caminos de santidad: primero el martirio, que ha marcado la vida de la Iglesia desde la primera hora, y en segundo lugar, la vía propuesta por el Papa Francisco en su Motu Proprio Maiorem hac dilectionem sobre la ofrenda de la vida del 11 de julio de 2017.
Respecto a esto último, ha citado al Papa: «Es cierto que el ofrecimiento heroico de la vida, sugerido y sostenido por la caridad, expresa una imitación verdadera, completa y ejemplar de Cristo y, por tanto, es merecedor de la admiración que la comunidad de los fieles suele reservar a los que han aceptado voluntariamente el martirio de sangre o han ejercido heroicamente las virtudes cristianas». Al final de su intervención, ha lanzado una pregunta: ¿Estamos dispuestos a dar la vida por Cristo?. Además, Mons. Spreafico, obispo de Frosinone-Veroli-Ferentino y de Anagni-Alatri ha presentado el sentido cristológico del martirio partiendo del texto del lavatorio de los pies (Jn 15). A continuación, Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio, ha hablado sobre la necesidad de mantener viva la memoria de los mártires, haciendo una presentación sintética de la cruda realidad del martirio en el siglo XX.
A lo largo del Congreso, se ha dedicado una amplia presentación de la persecución cristiana a lo largo de la historia en los distintos contextos geográficos y en las distintas confesiones cristianas. Así, el profesor Riccardi ha recordado: «El sufrimiento común de los mártires de las distintas Iglesias cristianas, también la oración común, ha puesto de relieve lo que el Papa Francisco llama “el ecumenismo de la sangre». Por tanto, el martirio puede ser un punto de partida para construir la unidad. El martirio es algo que une, en un tiempo en el que las relaciones ecuménicas pierden fuerza y pasión o dan pasos hacia atrás».
Además, se ha dedicado una jornada a la reflexión sobre la ofrenda de la vida. La profesora Ludovica Zanet, de la Universidad Salesiana, ha prestado de una manera muy interesante el tema del ofrecimiento de vida en relación con la antropología contemporánea, y el profesor Maurizio Faggioni, de la Academia Alfonsiana, ha analizado algunos aspectos teológicos y procedimentales del ofrecimiento de vida. También ha intervenido el secretario del Dicasterio de las Causas de los Santos, Mons. Fabene quien ha ofrecido un recorrido histórico sobre las Causas llevadas a cabo según esta tercera vía procesual.
Estos días también han sido un momento propicio para que aquellos que trabajan de distinta manera en las Causas de los Santos puedan cambiar impresiones, enriquecerse mutuamente y mantener fructíferos diálogos con los consultores y miembros del Dicasterio que han estado presentes en todos los actos. La conclusión, siempre muy esperada, del Congreso es la Audiencia con el Papa Francisco. Tuvo lugar el jueves 14 en la Sala Clementina. Después de dirigir unas palabras quiso saludar personalmente a todos los asistentes. Destacamos unas palabras del Papa que alientan tanto nuestro camino personal como nuestro trabajo: «Para ser santo se requiere algo más que el esfuerzo humano o el compromiso personal de sacrificio y renuncia.
Ante todo, debemos dejarnos transformar por la fuerza del amor de Dios, que es más grande que nosotros y nos hace capaces de amar incluso más allá de lo que creíamos ser capaces. No es casualidad que el Vaticano II, a propósito de la vocación universal a la santidad, hable de la “plenitud de la vida cristiana” y de la “perfección de la caridad”, capaces de promover “en la misma sociedad terrena un nivel de vida más humano” (Constitución dogmática Lumen gentium, 40). Esta perspectiva ilumina también vuestro trabajo por las causas de los santos, un valioso servicio que ofrece la Iglesia, para que nunca le falte el signo de la santidad vivida y siempre actual».
19/11/24