Calendario de Adviento 2024. Día 24: el sol - Noelia Jiménez

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PRIMERA LECTURA

Lectura del segundo libro de Samuel (7,1-5.8b-12.14a.16):

Cuando el rey David se asentó en su casa y el Señor le hubo dado reposo de todos sus enemigos de alrededor, dijo al profeta Natán: «Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el Arca de Dios habita en una tienda».

Natán dijo al rey: «Ve y haz lo que desea tu corazón, pues el Señor está contigo».

Aquella noche vino esta palabra del Señor a Natán: «Ve y habla a mi siervo David: «Así dice el Señor: ¿Tú me vas a construir una casa para morada mía?

Yo te tomé del pastizal, de andar tras el rebaño, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. He estado a tu lado por donde quiera que has ido, he suprimido a todos tus enemigos ante ti y te he hecho tan famoso como los grandes de la tierra. Dispondré un lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré para que resida en él sin que lo inquieten, ni le hagan más daño los malvados, como antaño, cuando nombraba jueces sobre mi pueblo Israel. A ti te he dado reposo de todos tus enemigos. Pues bien, el Señor te anuncia que te va a edificar una casa.

En efecto, cuando se cumplan tus días y reposes con tus padres, yo suscitaré descendencia tuya después de ti. Al que salga de tus entrañas le afirmaré su reino. Yo seré para él un padre, y él será para mi un hijo.

Tu casa y tu reino se mantendrán siempre firmes ante mí; tu trono durará para siempre».

Salmo Sal 88

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

V/. Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades. Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno», más que el cielo has afianzado tu fidelidad. R/.

V/. «Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo: Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades». R/.

V/. «Él me invocará: “Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora”; Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable». R/.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,67-79):

En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, se llenó de Espíritu Santo y profetizó diciendo:

«“Bendito sea el Señor, Dios de Israel”, porque ha visitado y “redimido a su pueblo”, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la “misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza” y “el juramento que juró a nuestro padre Abrahán” para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante “del Señor a preparar sus caminos”, anunciando a su pueblo la salvación por el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz».

***

Llegamos al final del calendario de Adviento con el sol. 

Es el sentido auténtico de estos 24 días de introspección y reflexión: elevar los ojos al cielo y dejarse bañar por la luz y el calor del sol que nos da la vida. Esperar con convencimiento y verdadero amor la llegada del Niño Dios.

El sol siempre sale. Cada día. Hay ocasiones en las que parece que las nubes lo cubren todo. Días en los que la noche se quiere quedar a vivir para siempre.

Pero el sol está esperando su momento.

No podemos quedarnos a vivir en las tinieblas. No si somos creyentes.

Hemos de ser conscientes de que el sol de Dios siempre termina por brillar.

Y hay un reto más allá de la confianza en el amanecer: la responsabilidad de ser reflectores de la luz del Jefe, repartiendo briznas de luz allá donde hay cualquier atisbo de sombra, para que ninguna de las personas que nos rodean se vayan a oscuras después de haber pasado unos minutos a nuestro lado.

Que no nos envuelva la sombra de la muerte: somos del equipo de la luz.

Esta noche todo serán abrazos y lucecitas por doquier. Todo felicitaciones, brindis y belleza.

Pero harán falta velas que iluminen apagones durante los próximos 365 días. Harán falta interruptores que enciendan lámparas de cristales e incluso bombillas colgando de los casquillos. Harán falta linternas, fogatas, cerillas y mecheros. Harán falta espejos que reflejen los tímidos rayos de sol cuando asoma entre un mar de nubes.

Haremos falta. Mucha falta.

Y en esos momentos tendremos que demostrarle al mundo que la Navidad no es cosa de un solo día. Que el Niño Dios nace a diario en cada corazón que le da un sí rotundo.

Te deseo que la Estrella de esta Navidad ilumine con fuerza tu camino cada vez que sientas que acecha la noche.

Y si en algún momento tienes dudas, respira y vuelve a ti.

Volver hacia dentro es la mejor manera de encontrarte con el Niño que está a punto de nacer.

Feliz Navidad.

Y gracias, con toda el alma, por acompañarme en este camino.

Obra: Adoración de los pastores, Bartolomé Esteban Murillo (s. XVII), ©Museo Nacional del Prado, Madrid

Asesoramiento artístico: Conchy González-Pecellín

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Noelia Jiménez