- El proyecto LIFE-IP NAdapta-CC impulsa la innovación y adaptación del sector agrícola, promoviendo estrategias de manejo del suelo que fortalecen su resiliencia y su papel en la sostenibilidad ambiental y el compromiso global frente al cambio climático
E. Fdez / Terabithia Media / INFO: LIFE-IP NAdapta-CC / Gabineteseis / Pamplona
Navarra, en los últimos años, ha impulsado la gestión sostenible del suelo para mejorar la resiliencia de los sistemas agrícolas de la región frente al cambio climático, trabajo realizado mediante el proyecto europeo integrado LIFE-IP NAdapta-CC. La Comunidad Foral cuenta con una red de ensayos agrícolas en cultivos extensivos entorno al fomento de diferentes estrategias de manejo de suelos. Entre ellas destacan la agricultura de conservación, las rotaciones de cultivos, la mejora de praderas, así como las enmiendas orgánicas experimentadas en los ensayos de largo plazo de Ilundáin / Ilundainy Arazuri, entre otros.
El proyecto europeo LIFE-IP NAdapta-CC de adaptación al cambio climático, que lidera la Dirección General de Medio Ambiente del Gobierno de Navarra, está trabajando desde el año 2017 en este ámbito. Lo hace en colaboración con las sociedades públicas Instituto Navarro de Tecnologías e Infraestructuras Agroalimentarias (INTIA) y Navarra de Infraestructuras Locales S.A. (NILSA) y la Universidad Pública de Navarra (UPNA). De este modo,se promueve un plan de gestión de suelos resilientes para optimizar la adaptabilidad de los agrosistemas al cambio climático mediante estrategias de gestión del suelo, la materia orgánica y los cultivos. Además, se quiere ampliar la visión de trabajo hacia el concepto de una sola salud (‘OneHealth’), teniendo en cuenta que la salud animal, humana y la de los ecosistemas están interconectadas.
La fertilización orgánica hace referencia a la realizada gracias a restos orgánicos como, por ejemplo, el compost obtenido a partir de la fracción natural de los residuos sólidos urbanos o del fango obtenido como resultante en el proceso de tratamiento de aguas residuales urbanas
Experimentación en estrategias de fertilización en Navarra
Dentro de esta labor realizada por INTIA, destaca la red de ensayos de largo plazo, con más de 25 años, que se llevan a cabo en localidades como Ilundáin / Ilundain y Arazuri. Estas prácticas de fertilizantes minerales y orgánicos en cultivos extensivos de los principales nutrientes (nitrógeno, fósforo, potasio y azufre) sirven para conocer las necesidades de los terrenos y determinar las mejores prácticas de fertilización. Por ello, se ajustan su dosis, momento y reparto a las necesidades de cada cultivo en las condiciones agroambientales de Navarra. Así pues, esta labor profundiza en el proceso de mineralización de los fertilizantes orgánicos y analiza su gradual liberación de nutrientes. De esta forma, se maximiza su aprovechamiento, fomentando la economía circular y reduciendo costos y riesgos ambientales. Nerea Arias, técnica de INTIA, recalca: “La fertilización tiene un peso económico importante en los costes de producción agrícola, lo que conlleva a que las personas productoras tengan que tomar una serie de decisiones importantes cada campaña. Por lo tanto, la realización de una gestión razonada de la fertilización puede ser un elemento esencial en la rentabilidad y sostenibilidad de las explotaciones agrarias”. Además, se evalúa su impacto a largo plazo en la fertilidad y la estructura del suelo, claves para la sostenibilidad agrícola.
En el marco del proyecto LIFE-IPNAdapta-CC, INTIA está trabajando específicamente en un ensayo de resiliencia del suelo basado en el uso de abonos orgánicos. Estos ensayos determinan el coeficiente de equivalencia del nitrógeno orgánico aportado por residuos orgánicos y se indica la cantidad de nitrógeno mineral que puede sustituirse con el aporte de los mismos en diferentes cultivos. Además, sirven para evaluar los nutrientes que aportan los abonos orgánicos y, gracias a su uso, calcular el ahorro potencial en fertilizantes minerales. Como resultado, el uso racional de este tipo de fertilizantes en suelos no solo aumenta su materia orgánica y mejora su estructura, sino que también refuerza la rentabilidad de las explotaciones agrícolas.
Fertilización orgánica
La fertilización orgánica hace referencia a la realizada gracias a restos orgánicos como, por ejemplo, el compost obtenido a partir de la fracción natural de los residuos sólidos urbanos o del fango obtenido como resultante en el proceso de tratamiento de aguas residuales urbanas. En este punto, el uso del compost aporta la materia orgánica y los nutrientes necesarios a los suelos de manera paulatina a través de un proceso de transformación denominado ‘mineralización’. Por ello, NILSA ha aportado enmiendas orgánicas como abono y fangos tratados a los ensayos agrícolas realizados por INTIA y UPNA. Estos productos, obtenidos mediante procesos optimizados de compostaje y secado solar en instalaciones piloto, fomentan la bioeconomía y mejoran la fertilidad del suelo. A raíz de estos ensayos, se ha demostrado que el uso de estas enmiendas contribuye al almacenamiento de carbono, reduce la dependencia de fertilizantes químicos y mejora la sostenibilidad de los sistemas agrícolas.
Por ello, se han realizado varias pruebas piloto de compostaje y de secado solar en Tudela para tratar los lodos de depuradora y la fracción biodegradable de los residuos sólidos urbanos. Por un lado, estas instalaciones piloto de compostaje han permitido comparar el proceso de compostaje más o menos automatizado, mejorar la relación estructurante-residuo y monitorizar la evolución de algunos parámetros fisicoquímicos y microbiológicos. Por otro lado, en la planta piloto de secado solar se ha mejorado el porcentaje de materia seca del lodo para su compostaje posterior.
Así pues, la colaboración ciudadana se vuelve indispensable en este ámbito. NILSA destaca quela sociedad tiene todos los días en sus manos la posibilidad de contribuir a la lucha contra el cambio climático y a la economía circular, separando la materia orgánica que producen en sus hogares. Así lo recalca también el Plan de Residuos de Navarra, que establece el año 2027 como meta para conseguir reciclar un mínimo del 70% de los residuos orgánicos producidos. De esta manera, se consiguen restar toneladas de materia orgánica del contenedor de resto. Sin embargo, es importante resaltar que el mejor residuo es el que no se genera y que, por ejemplo, también está en las manos de la sociedad evitar el desperdicio alimentario.
Estrategias de manejo del suelo
Sin embargo, los trabajos del proyecto LIFE-IPNAdapta-CC en materia de suelos no solo se centran en la fertilización orgánica. El grupo de evaluación y gestión sostenible de suelos de la UPNA participa en todas las fases de esta acción del proyecto europeo, que incluyen el diseño de la zonificación específica, la evaluación de las limitaciones de suelo de cada zona, el diseño y realización de los muestreos de indicadores de suelo, y el análisis y evaluación de los resultados.
En esta labor, la Universidad Pública de Navarra, en colaboración con INTIA, ha monitorizado varios indicadores de resiliencia del suelo en Navarra, dividida en 12 zonas homogéneas, para evaluar el efecto de estrategias de manejo del suelo. Entre estas estrategias se incluyen la agricultura de conservación, las rotaciones de cultivos, el uso de enmiendas orgánicas y la mejora de praderas. Estos indicadores corresponden a las funciones del suelo más comprometidas por el impacto del cambio climático en los suelos agrícolas de Navarra. Así pues, están centrados en el almacenamiento de carbono, la retención de agua y la estructura del suelo. Dichos indicadores han permitido determinar cómo de vulnerables son los suelos agrícolas al cambio climático y cuantificar los beneficios derivados de un manejo adecuado con las estrategias propuestas, adaptado a las condiciones específicas de cada zona. De todas formas, según el catedrático de la UPNA Iñigo Virto, “esa alta variabilidad de las condiciones de clima y suelo de nuestra Comunidad Foral hace que no sea posible proponer un manejo específico de manera general”. Y es que Navarra es un territorio una amplia gama de zonas climáticas la región donde, por ejemplo, en 100 kilómetros de distancia las precipitaciones varían de 2.000 milímetros por año a 300. “Se ha observado que la respuesta en el almacenamiento de carbono orgánico a la agricultura de conservación es mejor en zonas limitadas en agua de manera natural, que en zonas más húmedas”, añade Rodrigo Antón, investigador del grupo de evaluación y gestión sostenible de suelos de la UPNA.
Los retos de la gestión de suelos en Navarra
En la actualidad se están ultimando los resultados de la última campaña de verificación de los indicadores de suelo, que se van a integrar con los indicadores socioeconómicos considerados en una guía metodológica de manejo resiliente.
No obstante, la Comunidad Foral de Navarra, con el sector primario como eje estratégico de su desarrollo, asume una importante responsabilidad en la gestión sostenible del suelo. Su diversidad de paisajes y su variabilidad climática la convierte en un laboratorio natural único para el estudio y la mejora de la salud del suelo, clave para enfrentar el cambio climático. Además, su sólida base de datos sobre suelos, mapas detallados y estadísticas agrarias, junto con la red de parcelas demostrativas gestionadas por INTIA, ofrecen una ventaja competitiva para investigar y aplicar estrategias sostenibles. Entre ellas destacan la gestión de materia orgánica, las rotaciones de cultivos y la agricultura de conservación.
Además, el sector primario de la Comunidad Foral, altamente organizado y comprometido con la sostenibilidad, cuenta con un gran potencial de innovación. La colaboración entre entidades públicas y privadas fomenta la investigación, formación y transferencia de conocimientos, fortaleciendo su capacidad para adaptarse a nuevas normativas europeas emergentes relativas a la absorción y captura de carbono. Además, la evaluación de la calidad del suelo mediante indicadores físicos, químicos y biológicos permite medir su salud y sostenibilidad bajo distintas prácticas de manejo. Esta capacidad para identificar vulnerabilidades y desarrollar soluciones adaptadas refuerza la posición de Navarra como referente en la gestión sostenible del suelo y en la lucha contra el cambio climático.
A su vez, el sector agrícola enfrenta el desafío de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero mientras aumenta la capacidad de los suelos para secuestrar carbono mediante técnicas como el uso de compost, la agricultura de conservación y la rotación de cultivos.
Así pues, y con el objetivo de revitalizar las zonas rurales a través de proyectos piloto en cooperación para la innovación agraria, el Departamento de Desarrollo Rural y Medio Ambiente ha lanzado una convocatoria de ayudas por importe de 1,5 millones. Esta convocatoria está dirigida a financiar proyectos que resuelvan las necesidades y retos concretos del sector agrario y/o agroalimentario, primando la modernización de la producción, el desarrollo de proyectos de innovación o el fomento de la competitividad y para mejorar la competitividad de las explotaciones agrarias y establecer medidas de adaptación y mitigación al cambio climático.
Repositorio documental de datos y publicaciones – LIFE NAdapta – navarra.es