La esperada declaración de los Lugares de Memoria Democrática en Madrid
Conforme al art.49 de la Ley de Memoria Democrática 20/2022, de 19 de octubre, pueden declararse Lugares de Memoria Democrática a aquellos sitios en los que “se hayan desarrollado hechos de singular relevancia por su significación histórica, simbólica o por su repercusión en la memoria colectiva vinculados a la memoria democrática, la lucha de la ciudadanía española por sus derechos y libertades, la memoria de las mujeres, o la represión y violencia sobre la población como consecuencia de la resistencia al golpe de Estado de julio de 1936, la Guerra, la Dictadura, el exilio y la lucha por la recuperación y profundización de los valores democráticos”.
Siguiendo el procedimiento previsto en la Ley, el pasado 24 de octubre se publicaron en el BOE las Resoluciones de la Dirección General de Atención a las Víctimas y Promoción de la Memoria Democrática sobre los Acuerdos de incoación para la declaración de tres Lugares de Memoria Democrática en Madrid: la Dirección General de Seguridad de la Puerta del Sol, las Tapias del Cementerio de la Almudena, y la Cárcel de Carabanchel. Estos son los primeros que se declararían en Madrid desde la publicación de la Ley en 2022.
Luego de la guerra civil y tras la victoria del bando sublevado liderado por Franco, comenzó una persecución sistemática contra quienes eran considerados opositores y opositoras por haber apoyado a la República o por desafiar de cualquier modo el modelo y los valores promovidos por el nuevo régimen de gobierno. Madrid fue uno de los escenarios donde se experimentó una intensa represión. Por ello, hay determinados sitios en la capital española cuya historia no puede desconocerse dejándolos disimulados bajo otros usos.
Justo en medio de la ciudad, donde se alza la Sede de la Comunidad de Madrid, en la Puerta del Sol, funcionaba la Dirección General de Seguridad (DGS). Este organismo desempeñó un papel fundamental en la represión política y social durante varias etapas de la historia española, pero especialmente durante el régimen franquista, en la que asumió un rol protagónico en las tareas de vigilancia, control y represión. En sus dependencias se llevó a cabo la detención, interrogación y tortura de miles de personas por motivos políticos e ideológicos.
La instauración del miedo en la sociedad, ejerciendo un verdadero terrorismo de Estado, se convirtió en la principal herramienta de control y represión psicológica. Este edificio fue un símbolo del terror estatal y su mera mención evocaba imágenes de brutalidad y sufrimiento. A pesar de los numerosos testimonios de los sobrevivientes que pasaron por allí, la impunidad de los funcionarios de la DGS hizo que estos abusos fueran imposibles de denunciar o evitar.
Durante la dictadura, los cementerios de España se convirtieron en espacios de fusilamiento y terror. La Tapia de la Almudena, en el Cementerio Este de Madrid (Cementerio de la Almudena) constituye un espacio único que, por su ubicación geográfica, duración temporal de los hechos, y número e identidad de las víctimas, conforma por sí solo un hito que representa a todos esos espacios llenos de dolor, pero también de recuerdo y resistencia.
Durante la etapa comprendida entre mayo de 1939 y febrero de 1944, 2.934 personas fueron fusiladas en la tapia. Los cuerpos sin vida eran depositados en fosas comunes. Entre las 80 mujeres allí encontradas, se identificó a las Trece Rosas, fusiladas en la tapia el 5 de agosto de 1939.
Por último, la Prisión Provincial de Hombres de Madrid (Cárcel de Carabanchel) es el tercer sitio que pretende ser reconocido como Lugar de Memoria. Por sus celdas pasaron líderes sindicales, comunistas, socialistas, anarquistas, sindicalistas, intelectuales, estudiantes, dirigentes vecinales y todo tipo de opositores al régimen franquista. Si bien en su mayoría los presos eran hombres republicanos, también hubo una minoritaria presencia de mujeres presas en algunas de sus dependencias, como en el hospital penitenciario o el hospital psiquiátrico.
La Cárcel de Carabanchel fue un símbolo de la política carcelaria de aquel entonces, caracterizada por hacinamiento, malnutrición, falta de atención médica y malos tratos por parte de los guardias, y está profundamente vinculada a los abusos de poder y la represión política del régimen franquista. Aunque actualmente solo queda en pie su puerta de entrada, simboliza un foco de resistencia y lucha por los derechos humanos en España.
La declaración de estos sitios como Lugar de Memoria Democrática rescatará del olvido a quienes allí sufrieron la represión y la tortura, o que incluso encontraron la muerte dentro de sus dependencias. Al recordar a las víctimas, se favorece una reconciliación basada en el reconocimiento de su dignidad por parte de las instituciones democráticas actuales, asumiendo su responsabilidad. La preservación y resignificación de estos sitios constituye un paso fundamental para garantizar que las víctimas no sean olvidadas, restando impunidad social a los crímenes allí cometidos y representando un faro de resistencia y esperanza para las generaciones presentes y futuras en la lucha por la democracia y los derechos humanos.
Macarena Bertone, colaboradora de FIBGAR