Crítica de "Espectros" de Henrik Ibsen - Masteatro

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Perturbación de Carlos Herrera Carmona

Ibsen perturba. Ibsen rechaza frontalmente un auditorio pasivo. Ibsen se contradice. Tal vez para que esa perturbación que él mismo postula  alcance en la platea a sus cotas máximas. Sus obras, por todos es sabido, también se contradicen entre ellas. Tesis y antítesis una y otra vez. Versus es la preposición que enfrenta y al mismo tiempo hace de ligazón entre sus temas. Como gran observador de la sociedad de su época, el autor escudriña sin escrúpulos –y sin que aún sepamos en qué lado se posiciona, cuál es su alter ego en escena- tal y como Darwin hacía con los objetos que investigaba. Ibsen se mueve entre el ciudadano y el individuo. Esto queda palpable en Espectros. Manders es el hombre domado: se adapta, es inmóvil, cómodo. Por contra, Helena es la romántica, el espíritu libre en búsqueda de su autorrealización. Espectros se enmarca, según algunos críticos, en el tercer período de su producción dramatúrgica, ahí donde se atisba el simbolismo, algo que en la escenografía de este montaje se puede visualizar con sus muebles de cristal en un hogar donde todo se oculta todo y la mentira campa a sus anchas. La maqueta del edificio que arde (¿fuego purificador puritano?) también es transparente, y, tras los biombos, los personajes se mueven como bultos borrosos, turbios: su otra cara, como la de la luna. Desconozco igualmente si las transparencias en los tejidos de parte del vestuario querían transmitir lo mismo.

Espectros, bajo la batuta de Fernández Acha, se muestra como un montaje ortodoxo con interpretaciones correctas salvo la de Osvaldo que, tal vez por pautas de dirección, lleva el empuje de la acción a niveles estratosféricos e impacta magistralmente. Se trata del joven Andrés Picazo, con su tormento hamletiano, con su duda incorporada, con la rabia frente a su padre (otro fantasma) y con su herencia que no es otra que una enfermedad degenerativa.

Sabia adaptación asimismo que la obra, en tan sólo 90 minutos, logre condensar el universo espectral ibseniano. Por otra parte, me inquieta –tal vez como sevillano que soy- el uso del acento del sur de España para diferenciar una vez más a las clases humildes de las superiores, algo que yo creía demodé. Desconozco cómo está tratado este aspecto en el texto original y si las palabras malsonantes son una licencia de dirección y/o de adaptación. Suena forzado el seseo de Albalá y una mezcla extraña, irreconocible, de fonemas –no del todo sureños- de Carla Díaz.

La sala Margarita Xirgu resulta ser idónea para este montaje tal y como está concebido ya que aporta la cercanía, la intimidad necesaria que lo convierte en teatro de cámara donde, al igual que los naturalistas, nos permite como espectadores detectar cualquier gesto por mínimo que sea, como la acuosa y bella mirada de mater dolorosa de Ache encarnando a Helena.

Noté igualmente que el público rumoreaba, e incluso reía quedamente ante algún parlamento. Bravo. Las conciencias de este siglo siguen siendo removidas desde el diecinueve.

Creo en la ferviente necesidad de que se recuperen estas obras que, por lo que sentí, tanto en primera persona como en la respuesta del público (vítores y en pie muchos espectadores), siguen calando, enseñando y demostrando la fuerza que desde el pasado nos transmiten estos autores donde la palabra es líder. Los dramas familiares siguen en boga y se agradecen, siempre y cuando tomemos nota de que la verdad es la única vía de escape al tormento. Decía Zola que los personajes son documentos humanos. Era la fiebre del Naturalismo. Y con Espectros podemos comprobar que las décimas en el termómetro continúan al alza, y perturban.

Carlos Herrera Carmona es autor, director y crítico de teatro, además de profesor para la Comunidad de Madrid. @carlosherrerateatro

Espectros de Henry Ibsen. Adaptación y dirección: María Fernández Ache. Elenco: María Fernández AcheJavier AlbaláCarla DíazManuel MorónAndrés Picazo. Diseño de espacio escénico y vestuario: Ikerne Gimenez. Diseño de iluminación: Felipe Ramos. Diseño de sonido: Nacho Bilbao. Asistente de dirección: Sonia Almarcha. Ayudante de dirección: Philippe Nadouce

Una producción del Teatro EspañolTerritorio Violeta y Philippe Nadouce. Madrid, 4 de febrero de 2023.

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Carlos Herrera