*Luz*, el emotivo poemario de Laura Iglesias, nos invita a un viaje introspectivo y lleno de contrastes. A través de sus versos, la autora despliega fragmentos de vida que oscilan entre el dolor y la esperanza, la oscuridad y la luz, construyendo un espacio para sanar y renacer. En estas páginas, la autora no solo reflexiona sobre pérdidas personales, sino también sobre la capacidad de amar, perdonar y encontrarse con una misma. Este artículo busca desentrañar las emociones y los temas que Laura explora en su obra, ofreciendo una mirada más cercana a su creación y al impacto que puede tener en sus lectores.
- ¿Qué te llevó a elegir *Luz* como título para tu poemario?
Decidí llamar *Luz* al poemario porque siento que evoca a la perfección lo que pretendo transmitir con él: que los momentos oscuros no son para siempre y que, por tanto, es posible hallar luz en ellos (sobre todo cuando los observas desde la distancia).
- ¿Cuál fue el momento más difícil de plasmar en palabras dentro de esta obra?
Hay un poema titulado “Sentir la nada”. Siento que con él me costó no tanto encontrar las palabras adecuadas para plasmar el sentimiento, sino, más bien, lo que me resultó complicado fue el reconocer que, a veces, cuando experimentas situaciones muy dolorosas tu cerebro puede bloquearse y no te permite sentir. Yo, desde mi posición de persona enormemente sensible, tuve problemas para aceptar que también puedo no sentir nada.
- En tu prólogo mencionas el proceso de avanzar hacia una existencia plena. ¿Qué significado tiene para ti una vida plena?
Para mí una vida plena es una existencia alejada del miedo paralizante, del desconocimiento de uno mismo y de una mentalidad fatalista. Mi verdadera vida empezó cuando dejé todo esto atrás; cuando me hice cargo de mí misma y de lo que no estaba bien en mí (los traumas del pasado, las heridas más recientes, la falta de autoestima, …). Es decir, cuando pude liberar mi amor por mí misma y por la vida, y también, en cierta manera, cuando me reconocí como ser humano atravesado por una gran sensibilidad.
- ¿Cómo influyó la pérdida de tu abuelo en la creación de este poemario?
El dolor que experimenté al perder a una figura querida de manera definitiva (además, por primera vez) me generó un dolor tan grande que no pude sino refugiarme en la escritura. Expresar el sufrimiento me ayudó, no a dejar de sentirlo, pero sí a darle espacio. Muchas veces creemos que, cuando algo duele, lo mejor es ignorarlo o no darle importancia… Pero nada más lejos de la realidad: desde mi experiencia, lo que te ayuda a cicatrizar las heridas es, precisamente, dejarlas sangrar el tiempo que tengan que sangrar. El dolor y la tristeza, igual que la felicidad y la calidez, también necesitan ser acogidos, también precisan amor.
- La luz y la oscuridad son elementos recurrentes en tus versos. ¿Cómo ves la relación entre ambos conceptos?
Siento que son conceptos interdependientes, ya que no existen el uno sin el otro. La vida es una perfecta combinación de luces y sombras. Habrá momentos en los que lo bonito tenga más peso (y viceversa), pero todo lo que vivimos tiene también un lado adverso. La clave, igual que con el dolor y la tristeza, es reconocer la oscuridad como parte de la luz, en vez de negarla.
- ¿De qué manera el amor propio juega un papel crucial en tus poemas?
Empecé a escribir poesía al mismo tiempo que empecé a quererme, así que todos mis versos nacen del amor propio. Para mí escribir es una forma de mostrarme ante los demás sin miedo, de confiar en mi voz, en concreto, en su capacidad para expresar ideas interesantes e importantes.
- El poemario refleja una evolución personal. ¿Cómo eras antes de escribirlo y cómo te ves ahora?
La Laura que escribió *Luz* era una chica que sentía muchísimo, y eso era (y sigue siendo) precioso, aunque es cierto que su sentir muchas veces la desbordaba porque no sabía gestionarlo. Esto la hizo incapaz de lidiar con el dolor de la muerte de su abuelo y con el desengaño de su primera ilusión romántica. Pero lejos de quedarse estancada, ahogada en sus propias lágrimas, decidió buscar ayuda psicológica para mejorar su autoconocimiento y conducirse hacia la luz.
La Laura de ahora sigue sintiendo igual, pero ya ha aprendido a regular las emociones fuertes. Su forma de pensar es mucho más positiva, no se rinde con facilidad ante la adversidad y tiene mucha ilusión por la vida. Soy la misma persona, pero más fuerte y mejor para mí misma, porque me quiero más y me hago la vida más fácil.
- Muchos poemas aluden a la fragilidad humana. ¿Crees que reconocer nuestra fragilidad nos fortalece?
Absolutamente. La imperfección forma parte de nosotros, y reconocerse como frágil no es más que una manera de aceptarlo. Y, como en todo, cuántas más partes de ti asumas y quieras, más feliz y más libre te sentirás.
- ¿Qué papel jugaron la música y las referencias literarias en tu proceso creativo?
Inevitablemente, cuando escribo siempre hay algunos poemas que resuenan con canciones. Por eso, he querido añadir notas a pie de página con la pieza musical a la que me recuerda un determinado poema.
En cuanto a las referencias literarias, el poema «Fragilidad» está inspirado en el concepto del poemario «Fragilidades» de Sara Búho. Se trata de una poetisa que, como yo, se reconoce como alma sensible y lo muestra en unos versos puros y sinceros. La descubrí hace relativamente poco, pero admiro muchísimo su trabajo.
- En algunos poemas, hablas de relaciones amorosas difíciles. ¿Qué quisiste transmitir sobre el amor romántico?
Está bien y es completamente normal que tu primera experiencia romántica no sea tan bonita como imaginabas. Y más si das con ella en un momento en el que todavía no te tienes a ti misma del todo, es decir, no sabes quién eres ni lo que necesitas emocionalmente con certeza. Aun así, vale la pena atreverse a vivirla. A día de hoy, aunque fuera una experiencia tremendamente dolorosa, no la borraría porque me hizo darme cuenta de muchas cosas sobre mí misma y, sobre todo, porque en aquel momento consideré que, aunque el terreno que pisaba no fuera seguro, debía arriesgarme a enamorarme por primera vez.
- ¿Hay algún poema que consideres el corazón de *Luz*?
Siento que el primer poema, «Luz», refleja muy bien las ideas principales del libro: la vida como luz y sombra a partes iguales y la importancia de avanzar hacia el autoconocimiento. Además, recuerdo que fue el primero que compuse, poco después de superar un trastorno de ansiedad que me había estado acompañando durante muchos años. Por esto en los primeros versos hablo sobre volver a nacer. Cuando te pasas tantos años paralizada por el miedo, una vez te libras de él, sientes que por fin puedes avanzar hacia la vida que quieres, que por fin puedes vivir de verdad.
- ¿Qué esperas que los lectores encuentren al adentrarse en tus versos?
Calidez y acompañamiento. Quiero que, aunque conecten con el dolor que plasmo en muchos de ellos, sean capaces de sentir la luz que los baña.
- ¿Cómo definirías la catarsis emocional que viviste al escribir este poemario?
Escribir estos poemas me ha ayudado, como ya he comentado, a darle espacio a la oscuridad. Esto me ha hecho posible ver sus sombras más pesadas desde la luz… Reconocer lo que sientes por escrito es sanador.
- Si pudieras enviarle un mensaje a la Laura que vivió los momentos más oscuros, ¿qué le dirías?
Le diría: no te rindas, sigue luchando. Todo va a estar bien de nuevo, e incluso mejor que antes.
- ¿Qué le dirías a alguien que está atravesando un proceso similar al que tú describes en *Luz*?
Le enviaría un abrazo muy fuerte y le diría que el dolor pasará, que todo volverá a brillar. También le recordaría que pedir ayuda psicológica es una opción, y una muy valiente además.