Acceso al Gráfico de la Semana
Institución Futuro acaba de hacerse eco de los últimos datos publicados al cierre de 2024 sobre el traslado de sede social de empresas. ¿Adivinan dónde está Navarra? Si se temen lo peor están equivocados y llenos de prejuicios contra el gobierno foral de progreso, sólo hemos sido los segundos peores de la tabla. Estamos llegando a un punto en que cada vez que no somos los peores en algo tenemos que celebrarlo.
Para afinar el impacto y el significado de los datos de la tabla anterior, interesa poner en relación la cifra de empresas que se van con su facturación, no sea que vengan menos empresas que las que se van pero con más facturación. Lamentablemente no es el caso de Navarra. El resultado es absolutamente negativo tanto en el saldo numérico de empresas que vienen respecto a las que se van como en el balance de la facturación.
El dato más demoledor con todo es la persistencia en el tiempo de esta situación y su intensificación. En los 10 últimos años de gobiernos del “cambio”, sólo 3 de esos años hemos tenido un saldo positivo entre las empresas que llegan y las que se marchan. Este es el resultado de un régimen foral desnaturalizado, usado para penalizar la inversión en vez de para atraerla. Por si fuera poco, el balance de 2024 es el peor de los últimos 10 años.
¿Por qué existe esta evidente fuga de empresas si no es verdad que hemos creado para las empresas un infierno político y fiscal? ¿Tiene sentido seguir negando la realidad? ¿No es el propio gobierno el que por otro lado presume de ser el que peor trata a las grandes empresas? Eso sí, después llegan los lamentos cuando una gran empresa cierra o se va. No deja de ser cierto sin embargo que todavía Navarra va medio bien. Estamos perdiendo una gran oportunidad de progresar mientras el viento sopla a favor y aún tenemos una situación de crecimiento internacional, pero el verdadero problema lo tenemos delante. Estamos sentando las bases para un futuro desastre. Cuanto el iceberg todavía estaba a 100 metros, dentro del Titanic todo el mundo estaba bien pero la catástrofe ya estaba escrita: el rumbo de colisión era inevitable. ¿No ve María Chivite lo que está sucediendo? ¿No ve que delante tenemos un iceberg?
