Cada forma farmacéutica tiene un propósito específico. Las diferentes formas se han desarrollado para mejorar la eficacia del tratamiento, facilitar la administración y reducir los efectos secundarios. Esto demuestra que la forma de un medicamento no es una elección aleatoria, sino una herramienta clave para su funcionamiento adecuado.
En este artículo hablamos de por qué existen diferentes formas farmacéuticas y cuáles son, cuándo sí y cuándo no se puede partir o modificar las mismas, así como algunos ejemplos de reacciones adversas producidas por el mal uso de ellas.
¿Por qué los medicamentos vienen en diferentes formas farmacéuticas y cuántas existen?
Los medicamentos están diseñados en una amplia variedad de formas farmacéuticas para adaptarse a las necesidades específicas de cada paciente y tratamiento. Algunas de las formas más comunes son:
- Comprimidos y cápsulas:
- Comprimidos estándar: Fáciles de administrar, ideales para dosis exactas.
- Comprimidos de liberación controlada o prolongada: Diseñados para liberar el principio activo de manera lenta y sostenida a lo largo del tiempo.
- Comprimidos recubiertos: Tienen una capa que protege el principio activo, evita el mal sabor o facilita la deglución.
- Comprimidos efervescentes: Se disuelven rápidamente en agua, mejorando la absorción del medicamento.
- Comprimidos de liberación entérica: Con un recubrimiento que protege el medicamento de la acidez gástrica y permite que se libere en el intestino.
- Cápsulas: Permiten encapsular el medicamento de forma más estable, pudiendo tener una liberación controlada o proteger el principio activo.
- Jarabes y suspensiones: Indicados para niños o personas con dificultad para tragar comprimidos. Facilitan la administración en dosis ajustables.
- Inyectables: Aseguran una acción rápida al introducir el medicamento directamente en el torrente sanguíneo o tejidos específicos.
- Cremas, ungüentos y geles: Diseñados para tratar afecciones locales en la piel o mucosas, minimizando los efectos sistémicos.
- Supositorios y óvulos: Útiles cuando no es posible la administración oral, ya sea por náuseas, vómitos o condiciones específicas del área rectal o vaginal.
- Parches transdérmicos: Proveen una liberación sostenida del medicamento a través de la piel, mejorando la adherencia al tratamiento.
- Inhaladores y nebulizadores: Permiten una acción directa en los pulmones para condiciones como el asma, minimizando los efectos sistémicos.
- Colirios: Soluciones estériles administradas en los ojos para tratar infecciones, inflamaciones o enfermedades oculares específicas.
¿Cuándo es adecuado partir o modificar un medicamento y cuándo está prohibido?
Dividir o alterar un medicamento depende de la forma farmacéutica y del diseño del producto. Algunas tabletas están diseñadas para partirse, lo cual se indica con una línea de división, mientras que otras formas farmacéuticas no deben modificarse bajo ninguna circunstancia.
Aquí se muestra una guía según la forma farmacéutica:
- Comprimidos estándar: Si tienen una línea de división, pueden partirse para ajustar la dosis. Sin embargo, esto debe hacerse bajo la supervisión de un médico o farmacéutico.
- Comprimidos recubiertos o entéricos: No deben partirse, ya que el recubrimiento protege el principio activo del ambiente ácido del estómago o evita irritaciones gástricas.
- Comprimidos de liberación prolongada: No pueden partirse ni triturarse, ya que alterarían el mecanismo que libera el principio activo de manera controlada durante varias horas.
- Cápsulas: No deben abrirse, ya que el contenido podría perder su estabilidad o alterar el tiempo de liberación diseñado por el fabricante.
- Jarabes y suspensiones: No necesitan modificaciones, ya que están diseñados para ser ajustados en dosis líquidas.
- Parches transdérmicos: No deben cortarse, ya que esto alteraría la liberación uniforme del medicamento a través de la piel.
- Supositorios y óvulos: Modificarlos puede impedir su correcto uso o afectar la liberación del principio activo.
- Cremas, ungüentos y geles: Aunque son formas flexibles, no se deben diluir o mezclar con otras sustancias sin orientación profesional.
- Colirios: No deben ser alterados ni diluidos, ya que su formulación es estéril y precisa para asegurar su efectividad en el tratamiento ocular.
Los riesgos de alterar la forma farmacéutica original
Alterar la forma original de un medicamento puede tener consecuencias graves y comprometer tanto su eficacia como la seguridad del paciente. Cada forma farmacéutica está diseñada para asegurar que el principio activo se libere en el lugar y momento adecuados, y modificarla puede alterar este equilibrio. Aquí algunos ejemplos de los riesgos más comunes:
- Comprimidos de liberación prolongada o controlada: Si se parten o trituran el principio activo puede liberarse de manera rápida y en grandes cantidades, lo que aumenta el riesgo de efectos secundarios graves. Por ejemplo, si un comprimido de liberación prolongada de morfina se parte, puede causar una sobredosis, ya que todo el medicamento se liberaría de golpe, en lugar de hacerlo de forma controlada durante varias horas.
- Comprimidos entéricos: Si se parte o se aplasta, el principio activo puede ser destruido por el ambiente ácido del estómago, lo que no solo reduce su efectividad, sino que también puede irritar la mucosa gástrica.
- Cápsulas de gelatina blanda: Si se abren o se parten, el principio activo contenido en la cápsula podría perder su efectividad debido a la exposición al aire o a factores externos. Además, algunos medicamentos encapsulados están formulados para liberar su principio activo de forma controlada o en lugares específicos del tracto digestivo. Alterarlos puede interferir con esta liberación controlada y reducir su eficacia. Un ejemplo claro sería el caso de medicamentos como los que contienen aceites esenciales o sustancias de liberación retardada que, si se liberan de golpe, pueden causar irritaciones o efectos adversos.
- Colirios: Alterarlos, por ejemplo diluirlos o compartir el frasco, puede no solo comprometer su efectividad, sino también poner en riesgo la salud ocular del paciente debido a la contaminación bacteriana. Al modificar la forma farmacéutica, se corre el riesgo de perder la esterilidad, lo que puede llevar a infecciones graves, como conjuntivitis.
En resumen, alterar la forma farmacéutica original no solo reduce la eficacia del tratamiento, sino que puede ocasionar efectos secundarios peligrosos, e incluso poner en riesgo la vida del paciente. La integridad de la forma farmacéutica es crucial para garantizar que el medicamento funcione como se espera y de manera segura.
Las únicas formas farmacéuticas que pueden partirse son los comprimidos estándar con línea de división, siempre bajo supervisión profesional. En todos los demás casos, modificar el medicamento puede comprometer su eficacia y seguridad.