Yo comunico, tú comunicas. - AEDRH

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Hace unos meses estábamos inmersos en una negociación. A última hora de la tarde, un colaborador recibió un mensaje de la otra parte preguntando por enésima vez por novedades. Su respuesta fue: “Ya no voy a contestar”; la mía, y a esas horas, fue: “Déjale en leído, que molesta más, sobre todo si es joven“. Me miraron y se rieron, “¿Por?”, preguntaba mi jefe. “Porque los adolescentes dicen que es como un silencio en una conversación”, aclaré. Todos rieron, era la única con hijos adolescentes.

Fuera de esta broma, cada vez pienso más en el cambio que se está produciendo en la comunicación. Antes llamabas; ahora, primero, envías un mensaje, a ver si esa persona está disponible para llamarle. Sin embargo, aún hay personas que no quieren entrar en ese bucle y simplemente no tienen aplicaciones de mensajería instantánea. “Si quieres algo de mí, llámame”, me decía una compañera de carrera, hoy procuradora con un volumen importante de clientes.

Podemos hablar de datos, de tiempo de conexión, de capacidad de respuesta, de si es bueno para los niños o no, podemos seguir dando vueltas a lo que aporta o a lo que se deja de hacer por seguir en redes y mensajería, pero yo quiero ir al origen y reflexionar sobre lo que sería la educación, en estos casos.

¿Qué consideramos por persona educada a efectos de la mensajería?, ¿aquel que nos contesta siempre? ¿aquel que no deja ningún mensaje pendiente?, ¿alguien que contesta aún sin tener casi relación con quien le escribe?

Las relaciones humanas son de lo más diverso y, si no quieres contestar a alguien siempre es más prudente comentar que no vas a seguir esa conversación, pero, eso es más fácil de escribir que de hacer, no estamos preparados para decir que no, simplemente nos escondemos detrás de no responder.

Y esto nos está pasando a todos, en la vida personal, pero en determinadas profesiones, entramos en un terreno que afecta a las expectativas de los demás.

Cuando tu trabajo consiste en gestionar personas, el mensaje cobra vida propia y lo que notifiques por esa vía va a tener repercusión en los procesos en los que estemos inmersos, sean de selección, o en la gestión del día a día. Lo cierto es que lo que intentas transmitir puede no acabar recibiéndose con esa idea, y finalmente acabar en un malentendido entre ambos. Para esto, deberíamos tener claro unas reglas básicas, y pensaremos que es una tontería, pero hemos de escribir de forma concreta y pensando en la persona que recibirá ese mensaje si realmente se entiende como nosotros lo estamos enviando, insisto en este tema, porque aclarar algo por medio de un mensaje no es tarea baladí.

Y todo esto sucede cuando ya mantenemos esa conversación con otra persona, pero si realmente no vamos a contestar, no sigamos adelante con ese medio. En la selección el candidato tiene unas expectativas que se ven truncadas por no recibir un mensaje e igualmente las compañías esperan una respuesta o en ocasiones, esperan a contestar con un cambio de circunstancias, si es así, digámoslo.

Si tenemos todos los medios a nuestra disposición para hacerlo bien, si podemos comunicarnos de forma directa con una persona, hagámoslo fácil y mantengamos una disciplina de respuesta, hablemos directamente con las personas con las que compartimos el día a día, de forma clara, y cuando se necesite.

*** Mercedes Vázquez es Directora corporativa de Personas y Operaciones en Grupo Antípodas Solutions y miembro de la Asociación Española de Directores de Recursos Humanos (AEDRH).

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