Representantes del tejido empresarial y vecinos de los municipios colindantes a la central nuclear de Santa María de Garoña, situada en la comarca de Valle de Tobalina (Burgos), han remarcado los efectos negativos producidos en la economía local y en la población como consecuencia del cierre de la planta doce años después.
La central, propiedad de la empresa Nuclenor -formada por Iberdrola y Endesa- se encargaba en el año 2011 de generar el 1,4 % de la electricidad producida en España y el 10,7 % de la energía de Castilla y León, hasta que puso fin a su actividad de manera definitiva en julio de 2013.
“La central de Garoña generaba riquezas a través de la explotación y de los impuestos, lo que repercutía en las arcas municipales de los 14 ayuntamientos cercanos a la planta”, ha afirmado, en declaraciones a EFE, el exalcalde de Valle de Tobalina y antiguo trabajador de la central, Rafael González.
El exmandatario del municipio burgalés ha explicado el freno a la actividad que se ha producido en esta mancomunidad y en el conjunto de territorios que la conforman tras el cierre de la planta, que afronta la primera fase de su desmantelamiento desde el año 2023.
Menos comercios en la zona
Por su parte, el regidor actual de Valle de Tobalina, Jesús Ángel López, ha incidido en los efectos en la economía local, donde varios comercios desaparecieron debido al descenso de empadronados en el municipio, “que pasó de más de 1.100 a unos 850” durante este periodo.
Este impacto económico ha provocado que algunos establecimientos, como el Hostal-Restaurante José Luis, en Trespaderne, haya bajado su facturación “en un 40 %” en los últimos años, según ha narrado su propietario, Abel Fernández.
Dicha situación se ha repetido en otros comercios como la pizzería y bocatería de Miranda del Ebro ‘La Corrala’, cuyo gerente José Navarro ha advertido de una bajada en el “ticket medio de comidas” motivada por una menor capacidad adquisitiva de los clientes en comparación con los empleados que desempeñaban su actividad en la central.
Incidencia en la población
“Era la milla de oro del norte de España, teníamos una central nuclear en la que trabajaba gente con unos salarios extraordinarios”, ha asegurado, a su vez, el presidente de la agrupación FAE Miranda de Ebro, Eduardo Araguzo.
Según datos del instituto Nacional de Estadística (INE), Miranda de Ebro cerró 2024 con un censo poblacional de 36.018 habitantes, 2.000 menos en comparación con el año 2011, cuando vivían 38.341 personas en esta ciudad.
En la misma línea, Ricardo Fernández, ex trabajador de la planta de Garoña, ha contado el “impacto negativo” que ha desencadenado en los servicios de la comarca del valle en la que, tras la desaparición de varios comercios, solo queda un centro social “para poder reunirnos los vecinos del pueblo”. EFE