La agricultura está experimentando una evolución radical, impulsada por la adopción de nuevas tecnologías y enfoques que permiten a las empresas mejorar la rentabilidad, la sostenibilidad y la eficiencia de sus operaciones. El cultivo del olivar, en particular, ha sido testigo de una revolución gracias a los sistemas superintensivos que están transformando la forma en que se cultivan y cosechan los olivos. Esta nueva forma de cultivar, caracterizada por alta densidad de plantación y mecanización de la recolección, no solo mejora los rendimientos, sino que también reduce significativamente los costos operativos y la dependencia de la mano de obra.
Un ejemplo claro de cómo estos avances tecnológicos están dando forma al futuro del sector agrícola es el caso de Agromillora, una empresa que ha llevado la multiplicación ‘in vitro’ de especies leñosas a un nivel global. A través de sus 11 laboratorios y 12 viveros en todo el mundo, Agromillora ha transformado la producción de plantas de olivos, frutales y cítricos, proporcionando un suministro constante de material genéticamente verificado que garantiza una mayor calidad y resistencia de las plantas. Sin embargo, más allá de la propia compañía, su éxito es un reflejo de una tendencia más amplia que está remodelando el sector agrícola: la innovación como motor de cambio.
Tecnología y sostenibilidad moldean el futuro del olivar
La adopción de cultivos en seto ha sido uno de los avances más disruptivos en el cultivo del olivar. En lugar de los tradicionales olivos dispersos en grandes extensiones de terreno, el cultivo en seto permite plantar más de 1.500 olivos por hectárea, optimizando al máximo el uso del suelo. Esta técnica hace posible la recolección mecanizada, lo que reduce el costo laboral y mejora la productividad. Además, al emplear la mecanización de la poda y el aclareo, se logra una mayor eficiencia en el manejo del cultivo, lo que se traduce en un retorno más rápido de la inversión inicial.
El impacto de esta innovación no se limita a los beneficios económicos. La sostenibilidad es otro factor crucial. Al emplear métodos de cultivo más eficientes, se reduce significativamente el uso de productos fitosanitarios, fertilizantes y recursos hídricos. Este modelo de producción, en el que se integra la digitalización y el uso de tecnologías como la inteligencia artificial y la robótica, contribuye a la reducción de la huella de carbono y la huella hídrica, lo que lo convierte en una opción más ecológica en un contexto de creciente preocupación por el medio ambiente.
Mejora genética: la clave para la adaptabilidad y resistencia del cultivo
La mejora genética también juega un papel esencial en la evolución del cultivo del olivar. A través de la investigación colaborativa entre universidades y centros tecnológicos, como el Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria (IFAPA), se han desarrollado nuevas variedades de olivo como la Oliana, Coriana y Lecciana. Estas variedades están diseñadas para prosperar en sistemas de cultivo en seto y ofrecen una mayor resistencia a enfermedades como la Xylella Fastidiosa, que ha causado graves pérdidas en varias regiones productoras de oliva. Esta capacidad de adaptación a nuevas condiciones y la mejora de las características productivas y sanitarias de las variedades de olivo permiten que el sector olivarero siga evolucionando con vistas al futuro.
A través de la micropropagación, Agromillora ha establecido un modelo que garantiza la producción de plantas genéticamente idénticas, utilizando un proceso controlado en condiciones estériles. Este método asegura que cada planta es apta para la reproducción comercial y cumple con los estándares más exigentes en cuanto a calidad genética y sanitaria. Con esta tecnología, las empresas del sector pueden mejorar la calidad de sus cultivos, reducir riesgos de enfermedades y asegurar una producción constante de alta calidad.
Una estrategia global para transformar el sector agrícola
El enfoque global de las estrategias de Agromillora es otro aspecto clave de su éxito. Con presencia en los cinco continentes y una red de clientes que supera los 3.500 en todo el mundo, la empresa demuestra la importancia de la colaboración internacional y el intercambio de conocimiento para impulsar la innovación en la agricultura. El trabajo en conjunto con universidades y centros de investigación es esencial para seguir desarrollando nuevas tecnologías que ayuden a resolver los desafíos del sector, como la eficiencia de los sistemas productivos y la sostenibilidad ambiental.
Además, la apuesta por la sostenibilidad se extiende al uso de métodos que permiten reducir la huella de carbono y la huella hídrica en el cultivo. Gracias a la mecanización y la mejora genética, la eficiencia de los procesos de manejo y recolección se maximiza, lo que no solo mejora la rentabilidad, sino que también contribuye al desarrollo socioeconómico de las regiones rurales. Estas prácticas no solo generan un impacto positivo en el medio ambiente, sino que también impulsan la creación de empleo cualificado y fomentan el desarrollo de una agricultura moderna y sostenible.
La innovación tecnológica en el cultivo del olivar y la mejora genética de las variedades de plantas no solo están transformando el sector agrícola, sino que también abren nuevas posibilidades para los productores agrícolas de todo el mundo. La eficiencia, la sostenibilidad y la alta calidad genética se han convertido en los pilares sobre los que se construye el futuro de un sector que enfrenta retos cada vez mayores. Este cambio no solo es una oportunidad para las empresas como Agromillora, sino para toda una industria que está reimaginando su enfoque hacia un futuro más productivo, sostenible y competitivo.
Fuente: El Economista