El fin de la guerra en Ucrania y el futuro de la relación energética Unión Europea-Rusia

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Tema
Las posibilidades de un regreso de la energía rusa a la Unión Europea después de un eventual cese de las hostilidades en Ucrania.

Resumen
En un escenario de fin del conflicto en Ucrania, incluso en términos muy desfavorables para Kyiv y los intereses europeos, es previsible que se reabra el debate sobre un posible retorno de la energía rusa a la Unión Europea. Este análisis descarta esta posibilidad con base en cuatro argumentos: gran parte de la infraestructura necesaria para el transporte de energía ya no está disponible, los contratos de suministro a largo plazo han sido cancelados, la seguridad jurídica se ha visto profundamente erosionada y levantar el régimen de sanciones impuesto a Rusia requiere una unanimidad poco probable entre los 27 Estados miembros del Consejo de la Unión.

Análisis
Tal y como prometió en campaña, la llegada de Trump a la Casa Blanca ha abierto un proceso de negociación con Rusia para poner fin a la guerra en Ucrania. Parece improbable que estas negociaciones no incluyan el sector de la energía, principal fuente de ingresos de la Federación Rusa y objeto de importantes sanciones y restricciones por parte de los países del G7 desde febrero de 2022. Previsiblemente la Unión Europea (UE) no participará en estas negociaciones, pero un acuerdo de paz en Ucrania abrirá, de nuevo, el debate sobre el futuro de la energía rusa en Europa.

Este análisis explora la viabilidad del retorno de la energía rusa a la UE tras un eventual cese de las hostilidades en Ucrania. Para ello, presenta inicialmente el estado actual de la desconexión energética e identifica cuatro factores que impedirían una reversión de este proceso: la infraestructura disponible, la existencia de contratos en vigor, el estado de los arbitrajes internacionales y la posible reversibilidad de las sanciones impuestas sobre el sector energético ruso. El documento concluye que, en el actual contexto geopolítico de una paz impuesta por negociaciones bilaterales entre Washington y Moscú, ese escenario resulta poco realista.

1. Las relaciones UE y Rusia en 2025

Tres años después de la agresión, la UE ha avanzado sustancialmente en el objetivo principal de REPowerEU: cesar las importaciones de energía rusa para 2027 (Figura 1). Se han prohibido las compras de carbón y, con algunas excepciones, de petróleo ruso. A pesar de la ausencia de sanciones, el comercio de gas natural se ha reducido en un 75%. La UE ha pagado un alto precio, pero ha logrado diversificar sus suministros de hidrocarburos y desprenderse de la dependencia energética que tanto condicionaba su relación con Moscú.

En términos económicos, el déficit comercial energético[1] de la UE con Rusia ha pasado de más de 40.000 millones de euros en el primer trimestre de 2022 a unos 6.000 millones en el último trimestre de 2024 (Figura 2). Los remanentes corresponden principalmente a las compras de gas natural, las de petróleo crudo de Eslovaquia y Hungría, y en menor medida, al combustible nuclear, cuya sustitución por motivos técnicos es más compleja.

Figura 2. Balanza comercial con Rusia por productos, 2021-2024 (miles de millones de €)

Fuente: EU trade with Russia – latest developments (2025).

La UE se ha desvinculado energéticamente de Rusia en términos cuantitativos, tanto en volúmenes de comercio como en valor económico, pero también en términos cualitativos, debido a la reconfiguración de la infraestructura gasista y petrolera, la cancelación de contratos, el desarrollo de complejos procesos de arbitraje y la imposición de sanciones. Todo ello hace del retorno de la energía rusa a la UE algo improbable, al menos, en el actual contexto geopolítico.

1.1. Infraestructura y demanda

Tres años después de la invasión, gran parte de la infraestructura que hacía posible los intercambios energéticos entre Rusia y la UE ya no está disponible, especialmente para el gas natural, o ha sido adaptada para acomodar a nuevos suministradores.

Los principales gasoductos que abastecían a Europa han visto reducida o condicionada su operatividad: el Nord Stream 1, que conectaba Rusia con Alemania a través del Báltico, quedó inutilizado tras los sabotajes de septiembre de 2022; el gasoducto Yamal-Europa, que transportaba gas a través de Bielorrusia y Polonia, ha sido cerrado y su tramo polaco nacionalizado; los gasoductos ucranianos, que aún conectan Rusia con Europa, estarían disponibles, pero sin un contrato de tránsito vigente.  Por último, el TurkStream, que transporta gas a través del mar Negro, opera a plena capacidad, sin margen para incrementar sus volúmenes.

Sobre los gasoductos ucranianos, el contrato de tránsito de gas natural a través de Ucrania terminó el 31 de diciembre de 2024 sin que se alcanzara, ante la negativa de Kyiv, un acuerdo para su renovación. Desde entonces, Eslovaquia ha estado presionando a Bruselas y al gobierno de Zelenski para reanudar los flujos, utilizando su poder de veto en el Consejo de la UE y las exportaciones de electricidad a Ucrania como herramientas de presión. Sin embargo, tras la última operación rusa en la región de Kursk, el estado actual de estos gasoductos es incierto. Las tropas rusas emplearon los gasoductos vacíos para penetrar las líneas de defensa ucranianas, en una ofensiva que incluyó ataques con drones y artillería pesada en las inmediaciones de los gasoductos y la instalación de medición de Sudzha, el único punto de entrada operativo para el gas ruso a Ucrania desde febrero de 2022.

El caso del Nord Stream 2, que nunca llegó a estar operativo, es quizá el más incierto. Aunque la operación de sabotaje sobre Nord Stream 1 dañó también parte de esta infraestructura, todavía mantendría el 50% de su capacidad de transporte.[2] No obstante, Nord Stream 2 nunca llegó a obtener los permisos administrativos en Alemania para entrar en funcionamiento y es propiedad en un 100% de Gazprom a través de la empresa suiza Nord Stream 2 AG, actualmente sancionada por Estados Unidos (EEUU) y en proceso de concurso de acreedores. Diversos rumores publicados recientemente plantean la posibilidad de que inversores estadounidenses compren Nord Stream 2 AG en paralelo a un levantamiento de las sanciones por parte de la Administración Trump. Esta maniobra, que hubiese resultado inverosímil hace unos meses, debería contar con el visto bueno del nuevo gobierno de coalición en Alemania, que ya ha descartado esta posibilidad.

En lo que respecta al gas natural licuado (GNL), la infraestructura de importación y regasificación europea no presenta limitaciones técnicas para continuar importando GNL ruso o, incluso, si hubiese nueva oferta, aumentar los volúmenes, teniendo en cuenta que utilizaron únicamente un 42% de su capacidad disponible en 2024.

Figura 3. Gasoductos y terminales de gas natural licuado (GNL) en Europa

Fuente: elaboración propia con datos de The European Space Agency.

En el caso del petróleo, la infraestructura sigue en funcionamiento con algunas restricciones. Los oleoductos del sistema Druzhba permanecen operativos: el ramal norte, aunque con volúmenes reducidos, transporta crudo kazajo hacia Alemania y Polonia, mientras que el ramal sur continúa abasteciendo a Hungría, Eslovaquia y la República Checa con petróleo ruso gracias a una exención otorgada en el octavo paquete de sanciones de la UE. Las terminales petroleras de la UE también podrían reanudar sus compras de petróleo ruso de forma inmediata, aunque desde el inicio de la guerra, las refinerías han realizado importantes inversiones para adaptar sus operaciones y reducir su dependencia del tipo de crudo que exporta Rusia. Con el carbón ocurre algo similar, mientras que los puertos y las líneas de ferrocarril continuarían disponibles para reanudar las importaciones, las plantas térmicas que operaban con carbón ruso han adaptado sus operaciones para acomodar las compras de carbón colombiano, estadounidense y sudafricano.

El comercio de electricidad, mucho menos relevante económicamente que el de los hidrocarburos, difícilmente podría retornar a los niveles anteriores a la guerra. Estonia, Letonia y Lituania completaron en febrero de 2025 su desconexión del sistema BRELL y su sincronización con la red eléctrica de la UE, desactivando 16 líneas de interconexión con Rusia y Bielorrusia. Ucrania, por su parte, también desconectó su red eléctrica del sistema ruso en febrero de 2022 y, en marzo del mismo año, sincronizó su red con la europea.

1.2. Contratos de suministro a largo plazo

El marco contractual del gas ruso en Europa ha quedado prácticamente desmantelado. De los más de 120.000 millones de metros cúbicos (bcm) contratados en 2019 (Figura 1), 25 bcm han expirado sin ser renovados y 47,3 bcm han sido cancelados por diversos motivos: la exigencia unilateral de pago en rublos impuesta por Rusia en 2022, el incumplimiento sistemático de Gazprom en las entregas comprometidas y la indisponibilidad de la infraestructura clave para su transporte (Nord Stream y Ucrania). Aunque en términos formales aún permanecen vigentes contratos por unos 50 bcm anuales, menos de 15 bcm se encuentran operativos. Actualmente, Hungría, Eslovaquia[3] y Grecia son los únicos países de la UE que siguen importando gas ruso a través de TurkStream y cuyos contratos a largo plazo con Gazprom no están sujetos a arbitraje internacional. Los 35 bcm restantes están inmersos en distintas fases de arbitraje, iniciado por los propios compradores tras las diversas interrupciones en las entregas desde febrero de 2022.

La sentencia del Instituto de Arbitraje de Estocolmo de junio de 2022 con respecto del mayor contrato de gas natural en Europa, el de la alemana Uniper con Gazprom, puede ser decisivo para el futuro del gas ruso en la UE. El Instituto ordenó a Gazprom pagar una compensación de 13.000 millones de euros por la suspensión de los flujos de gas a través de Nord Stream y permitió a la empresa alemana dar por terminado su contrato bilateral de suministro, incluyendo las obligaciones de take-or-pay. Esta sentencia podría servir de referencia para los otros procesos de arbitraje en curso como el de la alemana RWE, la francesa Engie y la italiana Eni. En todos estos casos, las entregas de gas se han detenido por completo pero sus contratos se encuentran en un limbo legal a la espera de la decisión de sus respectivos arbitrajes.

Como afirman Stern, Yafimava y Ason con respecto de la cancelación del contrato de Uniper asociado al Nord Stream 1: “Mientras los contratos a largo plazo siguieran vigentes, incluso con los suministros suspendidos, siempre existía la posibilidad (por remota que fuera) de que el final de la guerra de Ucrania, especialmente si se combinaba con un cambio político en Rusia, pudiera crear las condiciones para que volvieran a Europa volúmenes sustanciales de gas ruso.”Por lo tanto, aunque irrelevante en este momento desde el punto de vista comercial, la terminación de los contratos sí sería una importante barrera para el retorno del gas natural ruso al mercado europeo.

En el caso del GNL, los contratos vinculados al proyecto Yamal de Novatek siguen en vigor, con acuerdos a largo plazo firmados con empresas como TotalEnergies, Naturgy, SEFE, Gunvor y Shell, con vigencias que se extienden hasta 2041. Desde mayo de 2024, la legislación de la UE sobre los mercados de gas permite a los Estados miembros prohibir la importación de GNL ruso en sus terminales de regasificación. Hasta la fecha, ninguno de los principales importadores de GNL ruso en la UE (España, Francia y Bélgica) ha mostrado la intención de utilizar esta potestad. En un escenario de paz negociada o incluso de congelación del conflicto, es probable que se evitara una medida de este tipo, dado el impacto que tendría en la seguridad del suministro de estos Estados miembros y en la estabilidad financiera de las empresas involucradas, además del creciente riesgo geopolítico asociado a su principal alternativa: el GNL de EEUU.

Figura 5. Contratos de empresas europeas con el proyecto ruso de Yamal LNG

VendedorCompradorVolúmenesInicioFinal
Yamal LNGGazprom Germania (SEFE)4,2 bcm20182038
Naturgy3,5 bcm20182038
TotalEnergies5,6 bcm20182032
Novatek PortfolioTotalEnergies1,4 bcm20182041
Gunvor0,7 bcm20182038
Shell1,26 bcm20182041
Fuente: Urbasos (2024).

Para el petróleo y el carbón, la cuestión contractual es irrelevante, ya que estos mercados operan con acuerdos de suministro a corto plazo y en el mercado spot. Las importaciones de carbón ruso cesaron en su totalidad tras la prohibición impuesta por la UE en 2022, lo que significa que cualquier contrato previamente vigente (normalmente tienen una duración de tres meses) ya ha expirado. En el sector petrolero, las compras de crudo y productos refinados rusos han caído drásticamente debido a las sanciones, con excepciones puntuales como las importaciones de Hungría y Eslovaquia. Dado que las compras de crudo y carbón no están estructuradas en torno a contratos a largo plazo, cualquier intento de retorno de la energía rusa a Europa en estos sectores requeriría negociar desde cero nuevas condiciones de compra y estarían condicionadas al levantamiento de las sanciones y las restricciones vigentes, tanto europeas y nacionales como aquellas de EEUU y con carácter extraterritorial.

Finalmente, las importaciones de combustible nuclear de Rosatom, reguladas por contratos de entre 10 y 20 años, han continuado y cinco Estados miembros siguen adquiriendo tecnología y combustible de Rusia para sus 19 reactores VVER de diseño soviético. Aunque no es muy relevante económicamente, las compras anuales rondan los 300 millones de euros, la sustitución de este suministro resulta compleja, ya que requiere la adaptación de las cadenas de suministro en un sector con opciones limitadas. Actualmente, los operadores de estas centrales trabajan con la francesa Framatome y la

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Ignacio Urbasos Arbeloa