¿Por qué el ejercicio físico nos ayuda contra el cáncer de mama?

Compatibilidad
Ahorrar(0)
Compartir
  • ONCONEWS

Hacer ejercicio físico es beneficioso para nuestra salud, entre otros, nos puede ayudar frente a la aparición o avance de un posible cáncer. Pero ¿qué efectos reales se observan en nuestros tejidos cuando practicamos deporte?

Todas nuestras células necesitan energía para poder realizar sus funciones diarias. Todos los procesos del cuerpo que tienen como objetivo obtener energía se conocen con el nombre de metabolismo. Habitualmente, este metabolismo es dependiente de oxígeno, es decir, las células necesitan aporte de oxígeno para hacer las reacciones que les van a permitir obtener energía (metabolismo aeróbico). En algunas circunstancias, las células pueden activar otras vías que son independientes de oxígeno, en lo que se conoce como metabolismo anaeróbico.

Cuando realizamos deporte, pueden entrar en juego ambos tipos de metabolismo. Las actividades de baja intensidad y mayor duración permiten que las células sigan haciendo reacciones aeróbicas mientras que las actividades de alta intensidad y poca duración requieren energía de manera más explosiva y por lo tanto entran en juego las reacciones anaeróbicas que permiten obtener energía en menor tiempo.  

Fig 1. Esquema del metabolismo que usan nuestras células según el tipo de deporte que hagamos. Según cuanta energía necesiten y según la intensidad y duración de la actividad, nuestras células harán metabolismo aeróbico o anaeróbico para obtener la energía que necesitan en ese momento.

Una característica de nuestras células es su plasticidad, su capacidad de adaptación. Esta plasticidad se da tanto en positivo como en negativo. Cuando realizamos deporte de manera regular, nuestros músculos se preparan para poder recibir mayor cantidad de oxígeno y nutrientes para realizar sus funciones. Se ha demostrado que los músculos pueden aumentar el número de capilares que tienen para que les lleguen cantidades más altas de sangre. Durante el periodo que dura la actividad, se adaptan a aquello que necesitamos. Del mismo modo, el sedentarismo hace que nuestros músculos sean más fatigables porque no estarán preparados para recibir grandes cantidades de oxígeno y nutrientes y tendrán menor capacidad para funcionar.

Fig 2. Representación esquemática de un corte transversal de un músculo esquelético. En condiciones basales tenemos un número definido de capilares sanguíneos. La realización de deporte de modo constante y prolongado en el tiempo hace que nuestros tejidos se adapten a las necesidades que tienen. Para hacer llegar mejor el oxígeno y nutrientes a las células musculares, se ha visto que los músculos aumentan el número de capilares sanguíneos.

Al mismo tiempo, cabe destacar que el ejercicio físico es uno de los mejores antiinflamatorios que hay. Si bien es cierto que las reacciones metabólicas producen sustancias tóxicas de deshecho para el organismo, el deporte aumenta por diez la capacidad de nuestro cuerpo de detoxificarse y de desechar estas sustancias nocivas, de modo que eliminamos los factores proinflamatorios.

El efecto antiinflamatorio también tiene un mayor beneficio en el caso de mujeres en etapa postmenopáusica. En esta etapa vital, el tejido graso está relacionado con el aumento de estrógenos y de moléculas proinflamatorias. Esto provoca un estado inflamatorio crónico de baja intensidad. Mediante el ejercicio físico y una dieta equilibrada, se puede reducir el tejido graso, de modo que se reducirá también la cantidad de moléculas proinflamatorias. Además, la realización de ejercicio físico contribuye a la secreción de moléculas antiinflamatorias, contribuyendo así a reducir el estado inflamatorio crónico. Por todo esto, la realización de ejercicio en la postmenopausia tiene efectos muy beneficiosos para las mujeres.  

Fig 3. Durante la postmenopausia el tejido graso produce mayor cantidad de estrógenos y moléculas proinflamatorias, contribuyendo así a generar un estado inflamatorio crónico de baja intensidad. La práctica de ejercicio y el seguimiento de una dieta equilibrada ayudan a reducir la cantidad de tejido graso y por lo tanto disminuyen los niveles de estrógenos y de moléculas proinflamatorias. A su vez, el deporte también contribuye a la producción de moléculas antiinflamatorias. Todo esto ayuda a reducir el grado de estado inflamatorio crónico de baja intensidad.

Sumado al beneficio que tiene el deporte a nivel muscular, también tiene efectos a nivel cerebral, aumentando nuestro nivel cognitivo. Por ejemplo, la práctica de yoga ayuda a un mejor reconocimiento de los segmentos del cuerpo. Realizar yoga a mitad o al final de un entrenamiento aeróbico tiene un efecto beneficioso en el control de nuestro equilibrio. 

Ejercicio físico y cáncer de mama

¿Y en qué medida puede ayudar el ejercicio a mujeres con cáncer de mama?

El cáncer es un proceso multifactorial pero la evidencia científica avala que hay una relación beneficiosa entre la realización de actividad física y la disminución del riesgo de padecer ciertos tumores.

Las células tumorales tienen una alta demanda energética, así que van a desarrollar mayor riqueza de capilares que permitirán un mayor aporte de oxígeno y sustrato para contribuir a su desarrollo. A su vez, las células del interior de la masa tumoral viven en un ambiente de baja disponibilidad de oxígeno y pueden soportar estas condiciones mucho mejor que las células sanas. Estas dos características, hacen que las células tumorales ganen la batalla frente a las células de su alrededor.

Fig 4. El crecimiento tumoral causa un aumento de los capilares sanguíneos aportando así más nutrientes y oxígeno a las células cancerígenas.  Por otro lado, las células del interior del tumor viven en condiciones de aporte inadecuado de oxígeno. 

Delante de esta situación, ¿qué beneficios nos aporta el ejercicio físico?

Cuando realizamos ejercicio físico, conseguimos estimular las células sanas tanto para trabajar con un gran aporte de oxígeno y nutrientes como para estar en un ambiente de aporte inadecuado de recursos. De este modo, optimizamos tanto el metabolismo aeróbico como el metabolismo anaeróbico de estas células. Estas adaptaciones de los tejidos harán que las células sanas sean capaces de sobrevivir bien en situaciones más desfavorables y van a poder competir con las células tumorales que necesitarán más generaciones para triunfar frente a las células sanas.

¿En qué momento es recomendable realizar ejercicio físico?

Estudios científicos avalan la práctica de ejercicio físico tras el diagnóstico resultando en una mejora de la capacidad funcional de las pacientes y en una disminución de la percepción de fatiga. Otros estudios, también destacan el efecto beneficioso que tienen las actividades físicas dirigidas por profesionales y aquellas actividades mixtas en las que se combinan distintos tipos de ejercicio como podrían ser ejercicios aeróbicos y de fuerza. Se ha visto que este tipo de ejercicio es más efectivo y tiene mayor beneficio para el cuerpo y un mejor impacto en el curso de la enfermedad.

En un estudio de 2021 publicado en el Journal of the National Cancer Institute se agruparon las pacientes según si habían realizado deporte antes del diagnóstico de cáncer de mama o no. Las pacientes se agruparon según si habían hecho ejercicio recreativo o ejercicio a la intensidad definida por las guías. En el caso del grupo que realizó el ejercicio según las guías, se vio que las pacientes que habían hecho ejercicio antes del diagnóstico y seguían haciéndolo 2 años después, reducían el riesgo de recaída y también mejoraban su tasa de supervivencia global. A su vez, también se observó que las pacientes que no habían realizado ejercicio físico previo al diagnóstico pero que sí que lo realizaron con intensidad adecuada a los dos años de seguimiento, también se podían beneficiar de esta práctica.

Fig 5. Esquema representativo de un resultado parcial del estudio publicado en el 2021 en el Journal of the National Cancer Institute.

Todos estos resultados reafirman el hecho de que realizar ejercicio físico previo al diagnóstico tiene un papel preventivo y que realizar ejercicio durante el tratamiento también tiene un efecto beneficioso. Igualmente, también es importante destacar que introducir la actividad física durante el tratamiento pese a no haber realizado deporte previo al diagnóstico también tiene efectos beneficiosos para la paciente.

¿Cómo hay que realizar ese ejercicio para que sea beneficioso?

Las guías recomiendan realizar de 150 a 300 minutos de intensidad moderada a la semana. No basta con salir un día y realizar ejercicio por todo este tiempo seguido, lo importante es la periodicidad. Cuando el estímulo cesa, el cuerpo deja de adaptarse. Por eso es importante que haya una periodicidad para mantener la adaptación a lo largo del tiempo. Es muy importante ser constante y tener una adherencia a la realización de actividad física.

La intensidad del ejercicio tiene que ser suficiente para estimular el organismo, pero a su vez, no tiene que llegar a causar fatiga o molestias locales en los músculos. Se considera un ejercicio de intensidad moderada aquel ejercicio que provoca un poco de dificultad para mantener una conversación normal.

Aparte de evitar llegar a sentir fatigas o molestias, es importante mantenerse bien hidratado y estirar bien los músculos. Controlando estos dos factores, conseguiremos evitar los calambres musculares tras la práctica de ejercicio físico.

El mejor ejercicio es el mixto, aquél que combina trabajo de equilibrio, de fuerza, etc. Hay muchas formas de hacer ejercicios de fuerza, como por ejemplo, intentar mantener el propio equilibrio, elevar las piernas, etc. Este tipo de ejercicios también facilitarán que podamos aguantar mejor las sesiones de 150 minutos de actividad física, ya que tendremos bien trabajados los músculos.

Hacer alguna sesión grupal de ejercicio también es beneficiosa, ya que compartir un entrenamiento con un grupo trae beneficios positivos a otros niveles más allá de los beneficios a nivel muscular. 

Tenemos que tener en cuenta que pueden haber determinado tipo de ejercicios que sean recomendables para un subgrupo de pacientes y que no lo sea para otro. Es muy importante que durante y después del tratamiento se realice el ejercicio físico que aconsejen los/as oncólogos/as.

Si este artículo te ha parecido interesante, ¡compártelo en redes sociales!

Y si todavía no te has suscrito a nuestra newsletter para pacientes ONCONEWS, ¡hazlo clicando en el siguiente botón!

Detalles de contacto
Mari