Parar, frenar, detenerse, pero no con la idea de coger aire y volver a empezar, sino con la intención de proponer otros ritmos de vida. La parada propone un compás lento y tranquilo, opuesto al frenesí productivo y a la exigencia de estar siempre conectadas. Cuestiona con parsimonia los modelos laborales que premian el agotamiento y abre el debate sobre la desaceleración y los cuidados. Defiende el tiempo como espacio vital y no como recurso económico. Parar es un gesto político, ético y humano.
Hay en la acción de parar una intención de resiliencia colectiva frente a la crisis ecosocial, una propuesta de modelos alternativos no productivos, no extractivistas, no eficientes y no individualistas. Ritmos que reivindican la calma, el descanso, lo tardo y reposado, la lentitud y el derecho a la pereza.
En este marco, en 2025, a la exuberancia vegetal del Refugio del año pasado, hemos sumado una instalación que recoge esta intención de parar, un conjunto de dormideros y artefactos de descanso que hemos denominado el siestódromo.
También la actividad del Refugio está salpicada por prácticas cotidianas que resisten sutilmente a la exigencia de la híperproductividad: siestas colectivas; lecturas comunitarias; encuentros que reivindican la cocina como resistencia, etc.
Os animamos a disfrutar del ritmo sosegado y pausado del fuego lento: quizá es así como se cocinan las revoluciones. Os invitamos a parar. Bienvenidas al Refugio Climático.