El Festival Hispanoamericano del siglo de oro (Clásicos en Alcalá) ha comenzado su XXIV edición. Con ella, multitud de historias cobran vida en la escena de espacios tan diversos como el Auditorio Centro Cultural Gilitos o el Teatro Salón Cervantes. Y, en este último, pudimos conocer a Marcela y su historia en la sesión del pasado domingo 22 de junio. Un canto feminista en la novela madre de todas las creadas en la literatura hispánica que, por fin, eleva su voz y encarna un grito presente y necesario en nuestros días. Y es que, ¿quién no se ha sentido criticado e injuriado alguna vez por la sociedad? El público tiene en su reflexión la respuesta.
Marcela (una canción de Cervantes), dirigida por Leticia Dolera con la dramaturgia de María Folguera, nos presenta la historia de una pastora que nació libre y quiere seguir siéndolo; a pesar de los pesares. Creada por Cervantes en el capítulo XIV de ‘El Quijote’, siguiendo el alma de la narración, que no es otra que el contar historias dentro de las historias.
De esta manera, nos encontramos ante una rara avis, a la altura de la Laurencia de Lope, que alza su voz y deja claro que no es la culpable de nada por querer vivir su vida. Y es que, debido a su belleza y su aparente desdén, ha muerto un hombre por la mano del suicidio, como salida a su tragedia al ser no correspondido.
Crisóstomo es el nombre del pastor suicida por amor. Ante su tumba improvisada por sus colegas y amigos, se hace un ritual y se juzga a Marcela por la pérdida y la desgracia. Ella, que es libre de toda culpa, se defiende y don Quijote, como buen hombre libre y soñador, se une a su bando. Esta parte es la conocida de estos hechos, pero ¿y si le diéramos una vuelta de tuerca?
Así, se crea un monólogo en el que, por medio de la palabra, la música y lo audiovisual, se reflexiona ante la historia de la pastora. El público, rompiendo la cuarta pared, asiste a este viaje siendo espectador y actor al mismo tiempo. De esta forma, se analizan canciones (como ‘Déjate querer’ de José Manuel Soto) y se revisa la opinión ante la vida y forma de ser de una mujer que lucha por ella misma. Porque, incluso hoy en día, sigue habiendo muchas Marcelas a las que se las enmudece mediante el asesinato y otras prácticas atroces y sin perdón posible.
De esta forma, estamos ante una obra muy bien construida en la que se muestra el grito desesperado que fue silenciado, además de reivindicar el papel de la mujer en el siglo de Oro. Ya sabía don Miguel que la mujeres tenían que tener su lugar, como fue el caso de ‘Las Cervantas’ a las que las debió su vida en alguna ocasión.
La historia de Marcela sigue más viva que nunca y deja claro que, antes y ahora, se tiene que seguir luchando. Incluso con cuestiones como la destrucción de la cultura mediante el fuego u otras acciones. Lo que se considera peligroso, se elimina. Pero, gracias a personas como el propio Alonso de Quijano, la esperanza sigue presente y nunca se borraran sus voces del todo. Un hilo pequeño o una simple llama puede convertirse en una hoguera. Esa que iluminó a nuestras antepasadas y se ha convertido en guía ahora.
Todo ello, lo lleva sobre los hombros la actriz Celia Freijeiro. Ella realiza este trabajo en el que interpreta a una Marcela clásica y otra, más contemporánea, que expone su caso como si fuera una investigadora del mismo. En los dos momentos, su trabajo es excelente y no hay nada que se le pueda reprochar. Alma y cuerpo dedicados al personaje 100 por 100.
La puesta en escena ha sido creada por Pablo Chaves, que es maravilla en escena. Minimalista, con una blancura infinita en contraste con lo tenebroso (a priori malo, pero no lo es), que es perfecta para el montaje. También destaca el vestuario, dado vida por Marta Murillo, que sigue con la dicotomía de colores y con lo clásico y lo contemporáneo reflejando la personalidad de Marcela.
Marcela (una canción de Cervantes) es un canto a libertad, un grito feminista del que sus ecos resuenan a través de los siglos que nunca debe callar. Un aplauso al equipo y a la Sociedad Cervantina, sita en la madrileña calle Atocha y lugar donde se imprimió ‘El Quijote’, por darle un cuerpo maravilloso y hacerle andar por los escenarios de nuestro país.
Un hombre ha aparecido muerto: Grisóstomo. Una mujer ha sido acusada de su muerte: Marcela. Los pastores sospechan de Marcela, no les gusta su hermosura, ni su orgullo. Estamos en 1605 y todos creen que merece un castigo, pero Marcela no acata la norma y habla en su propia defensa. Marcela es uno de los personajes más célebres de Cervantes. De la mano de tres creadoras actuales, Leticia Dolera, Celia Freijeiro y María Folguera, descubriremos los muchos fuegos que iluminan este mito. En esta función se incluye el texto íntegro de la Pastora Marcela tal y como aparece en el capítulo XIV del Quijote de Cervantes.