Causas sistémicas de las adicciones: Enfoque sistémico de la terapia familiar

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Desde la perspectiva de la terapia sistémica, el ser humano no es un ente aislado, sino que está inmerso en un entramado de relaciones familiares, sociales y culturales que lo moldean profundamente. Las adicciones, vistas desde este enfoque, no se entienden solo como un problema individual, sino como un síntoma que emerge del sistema al que pertenece la persona. En otras palabras, el adicto no es “el problema”, sino el portador de un conflicto más amplio dentro del sistema familiar.

Cuando alguien desarrolla una adicción, ya sea a sustancias (alcohol, drogas, tabaco) o a comportamientos (sexo, juego, dieta, ejercicio, trabajo, internet), esa conducta no aparece de forma aleatoria ni responde únicamente a una debilidad personal. La adicción se convierte en una vía patológica de buscar alivio, evasión o recompensa. Desde la neurobiología sabemos que tanto las adicciones a sustancias como las conductuales comparten las mismas bases cerebrales: impulsividad, dificultad para regular emociones, falta de control de los impulsos y una búsqueda compulsiva de placer o evitación del dolor.

Pero desde la terapia sistémica vamos más allá: preguntamos, ¿qué está pasando en el sistema para que esta persona necesite anestesiarse o destruirse de esta forma?

El significado de las adicciones en terapia sistémica

Para comprender una adicción es fundamental observar el contexto en el que se produce. Dentro del enfoque sistémico, encontramos seis causas principales que explican por qué una persona podría desarrollar una adicción como una respuesta al sistema al que pertenece:

1. Identificación sistémica

Una identificación sistémica ocurre cuando un miembro de la familia, consciente o inconscientemente, asume la historia o el destino de otro miembro del sistema que ha sido excluido, olvidado o silenciado. Esta repetición puede darse incluso generaciones después, como una forma de “incluir” simbólicamente a esa persona en el sistema.

Ejemplo: Supongamos que una mujer desarrolla una adicción al juego. A lo largo de la terapia se descubre que su abuelo paterno, a quien nunca conoció, fue un jugador compulsivo que perdió todo su dinero y se suicidó. Este hecho fue mantenido en secreto. Nadie hablaba de él. La familia decidió ocultar su historia y su existencia. Inconscientemente, esta mujer se identifica con su abuelo excluido y repite su patrón, como si dijera: “yo lo veo, yo cargo con lo que él vivió”.

2. Lealtades sistémicas

Una lealtad sistémica es un vínculo invisible que nos ata a nuestro sistema familiar por amor. Es una forma de fidelidad inconsciente que nos lleva a repetir sufrimientos, enfermedades o fracasos, como una manera de permanecer conectados con nuestros antepasados o con el grupo familiar.

En ocasiones, este amor es ciego: actuamos sin cuestionar si lo que hacemos nos perjudica, solo por no “traicionar” a nuestra familia. En sistemas donde hay muchos miembros con adicciones, puede parecer que la adicción es “lo normal”, y repetirla se vuelve una forma de pertenecer.

Ejemplo: Un joven que desarrolla adicción al alcohol descubre que tanto su padre como sus tíos, y su abuelo, también tuvieron problemas con el alcohol. En el fondo, repite esa conducta por lealtad al sistema, como si dijera: “yo también pertenezco, yo también bebo”.

Si quieres profundizar en cómo las historias familiares no resueltas se transmiten entre generaciones, puedes leer nuestro artículo sobre la terapia transgeneracional.

3. Atracción a la muerte

Cuando una persona ha vivido una pérdida muy dolorosa, especialmente en edades tempranas o con vínculos afectivos muy profundos, puede desarrollar una atracción inconsciente hacia la muerte. Esta atracción no siempre se expresa con deseos explícitos de morir, sino a través de conductas autodestructivas como una adicción.

Ejemplo: Una adolescente comienza a consumir drogas tras la muerte de su hermano mayor, con quien tenía un vínculo muy fuerte. Nunca pudo elaborar ese duelo. Su consumo compulsivo es una forma de buscarlo, de acercarse a él, de “irse con él”.

4. Falta de energía paterna

La figura paterna representa simbólicamente el impulso hacia la vida, el movimiento, el propósito, los límites y la estructura. Cuando un hijo no puede tomar a su padre —por ausencia, rechazo, violencia, abandono o porque la madre no le da permiso simbólico para hacerlo—, es común que desarrolle vacíos internos que intente llenar con una adicción.

Esto no significa culpar a los padres, sino entender que el vínculo interrumpido con el padre puede generar una carencia de fuerza vital que busque compensarse con una sustancia o conducta.

Ejemplo: Un hombre alcohólico creció con un padre ausente y una madre que hablaba mal de él constantemente. Nunca sintió que podía admirar o tomar algo de su padre. Su adicción al alcohol se convierte en un intento de calmar el dolor de esa desconexión.

5. Falta de energía materna

La madre representa la fuente de la vida, el alimento emocional, el sostén y la presencia afectiva. Cuando un hijo no puede tomar a su madre —porque ella está deprimida, ausente emocionalmente, excluida por la familia, o porque no pudo vincularse por su propia historia—, se interrumpe el flujo de la energía vital.

El resultado puede ser una sensación profunda de vacío, de falta de sentido, que el individuo busca compensar a través de una adicción.

Ejemplo: Una mujer con adicción al sexo relata que su madre estuvo físicamente presente, pero siempre distante, fría y deprimida. Nunca se sintió amada ni deseada. Su adicción no es solo una búsqueda de placer, sino una necesidad desesperada de sentirse viva y vista.

6. Desorganización familiar

En una familia desorganizada no hay límites claros, ni jerarquía, ni reglas que den estructura y contención. Esto genera un entorno caótico donde los hijos crecen sin referentes estables, sin guía emocional y sin una red de apoyo saludable.

En estos contextos, la adicción puede surgir como una forma de regulación emocional: frente a la falta de límites y protección, la sustancia o la conducta adictiva se convierte en el único “anestésico” disponible.

Ejemplo: Un adolescente con adicción a los videojuegos proviene de una familia donde los padres están constantemente en conflicto, sin acuerdos de crianza ni presencia emocional. El hijo se refugia en el mundo virtual como único espacio seguro y predecible.

Conclusión

Desde la mirada sistémica, la adicción no es un problema aislado, sino un síntoma de un sistema que no ha podido integrar su historia, sus pérdidas, sus duelos o sus exclusiones, lo que significa no poder dejar atrás sus dolores. La sanación no pasa solo por la voluntad del adicto, sino por mirar al sistema, reconocer las dinámicas ocultas y dar un nuevo orden a lo que fue desordenado.

La buena noticia es que cuando un miembro del sistema se atreve a mirar con conciencia, a sanar los vínculos y a integrar lo excluido, toda la red familiar puede transformarse. La adicción entonces deja de ser un castigo y se convierte en una oportunidad de despertar y evolucionar.

Preguntas frecuentes sobre las adicciones desde un enfoque sistémico

¿Qué significa ver las adicciones desde una mirada sistémica?

Implica entender que las adicciones no son solo un problema individual, sino un síntoma que expresa desequilibrios o conflictos dentro del sistema familiar y relacional al que pertenece la persona.

¿Las adicciones pueden ser una forma de lealtad familiar?

Sí. Muchas veces, quien desarrolla una adicción lo hace de forma inconsciente como acto de fidelidad hacia un familiar con una historia de sufrimiento o exclusión, repitiendo patrones para sentirse parte del sistema.

¿Cómo influye la historia familiar no contada en las adicciones?

Las historias familiares silenciadas, como secretos, duelos no elaborados o exclusiones, pueden transmitirse inconscientemente. Las adicciones pueden surgir como una forma de representar o expresar ese dolor no dicho.

¿Cuál es el papel del padre y la madre en las causas de las adicciones?

Una desconexión emocional con el padre o la madre —por ausencia, rechazo o trauma— puede generar vacíos que llevan a la persona a buscar compensación emocional a través de sustancias o conductas adictivas.

¿Puede una desorganización familiar causar adicciones?

Sí. La falta de estructura, límites y vínculos afectivos claros puede hacer que una persona busque en una adicción la contención emocional que no encuentra en su entorno familiar.

¿Qué es una identificación sistémica y cómo se relaciona con las adicciones?

Es cuando alguien repite inconscientemente la vida o destino de un antepasado excluido o olvidado. En las adicciones, esto puede manifestarse como un intento inconsciente de “incluir” a ese familiar en el sistema.

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Ángeles Wolder