Es en los momentos de incertidumbre cuando se revela, sin adornos ni retóricas, el verdadero valor de las personas. Y también el de quienes trabajamos para ellas. Cuando todo tiembla —la salud pública, la economía, la energía, la confianza—, el área de Personas, o de RRHH o Laboral, según la empresa, deja de ser un departamento de apoyo para convertirse en el eje que sostiene a la organización. Porque en los tiempos difíciles, la gestión del talento es solo una parte del reto; el verdadero desafío está en cuidar, acompañar y sostener a los equipos mientras se garantiza la continuidad del negocio y se prepara el terreno para lo que está por venir.
En los últimos años, las empresas hemos atravesado situaciones tan excepcionales como imprevisibles. Desde la pandemia del COVID-19 hasta Filomena, pasando por ciberataques, apagones o crisis energéticas. En cada una de ellas, el área de Recursos Humanos ha tenido que dar un paso al frente —muchas veces en silencio— para rediseñar protocolos, implementar medidas urgentes, adaptar modelos laborales, contener emociones, tomar decisiones difíciles y, sobre todo, mantener el pulso humano de la organización.
Pero el rol de las áreas de Personas va mucho más allá de lo visible. Hoy, los directores de RRHH deben estar al día de los constantes cambios normativos que afectan a trabajadores y empresas. Cada modificación legal implica revisar procesos, ajustar sus políticas internas, elaborar nuevas adendas de puestos de trabajo, introducir las modificaciones en los sistemas de control horario o trabajo a distancia, elaborar nuevos protocolos… Todo ello dentro de plazos exigentes y con el máximo rigor, porque cualquier error puede traducirse en sanciones, conflictos o, peor aún, en un daño reputacional que afecte a la marca empleadora. Esta labor, a menudo invisible, es crítica para garantizar el cumplimiento, proteger a la empresa y mantener la confianza de los equipos.
Gestionar personas en tiempos inciertos no consiste en aplicar un manual. Se trata de actuar con estrategia, pero también con sensibilidad. De pensar en la sostenibilidad no solo del negocio, sino del bienestar físico y emocional de quienes lo hacen posible. Porque cuando las certezas desaparecen, la cultura organizativa, la comunicación interna y la confianza en los líderes se convierten en los únicos anclajes capaces de mantener unido al equipo.
Por eso, hoy más que nunca, el papel de los profesionales de Recursos Humanos es esencial. No por moda ni por imagen, sino porque somos quienes escuchamos cuando otros corren, quienes piensan en las personas cuando otros solo miran cifras. Nuestro trabajo está en la base de cualquier recuperación, de toda transformación y de cualquier futuro posible.
La dirección de cualquier empresa debería tener siempre presente que lo que marca la diferencia no son solo los procesos, ni la tecnología, ni siquiera la estrategia. Lo que realmente sostiene a una organización —y la impulsa incluso en mitad de la tormenta— son sus personas. Y ahí reside la clave: en cómo las cuidamos, cómo las escuchamos y cómo las hacemos parte de algo que merezca la pena construir, incluso en tiempos inciertos.
** Gemma Martos es directora del Área de Laboral y directora corporativa de Personas y Organizaciones en CE Consulting y miembro de la Asociación Española de Directores de Recursos Humanos (AEDRH).
