El giro estratégico de Lego: una lección de marca

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El giro estratégico de Lego se ha convertido en uno de los casos más citados en el ámbito del marketing y la gestión de marca. La compañía danesa, que llegó a estar al borde de la quiebra a principios de los años 2000, es hoy una de las marcas más valiosas del mundo y un referente en la construcción de vínculos emocionales con el consumidor.

La transformación de Lego no solo ha implicado decisiones financieras y de producto, sino también una visión clara sobre cómo reforzar su identidad de marca y cómo hacer de la innovación un motor al servicio de la estrategia, evitando desviarse de su esencia.

El giro estratégico como punto de inflexión

El inicio del milenio fue un periodo crítico para Lego. Tras pérdidas millonarias, la compañía reconoció que su diversificación excesiva había debilitado su propuesta de valor. Productos alejados de su núcleo —como ropa, parques temáticos o joyería— generaron costes elevados sin consolidar un retorno relevante.

El plan de acción que siguió marcó un ejemplo de cómo reenfocar la estrategia empresarial. Bajo el liderazgo de Jørgen Vig Knudstorp, Lego definió un proceso en fases: primero la supervivencia, luego la creación de una base rentable y finalmente el crecimiento orgánico. El mensaje era claro: recuperar la esencia del ladrillo y el sistema de juego Lego como centro de su propuesta.

En términos estratégicos, la compañía aprendió que el crecimiento no puede desligarse de la coherencia de marca. Reforzar la identidad, simplificar procesos y priorizar los productos con mayor rentabilidad resultaron claves para recuperar la confianza tanto de consumidores como de inversores.

La construcción de una identidad cultural

Más allá de los resultados financieros, Lego consolidó su éxito al transformarse en una marca culturalmente relevante. La colaboración con franquicias globales como Star Wars, Harry Potter o Marvel no solo amplió la oferta de producto, sino que situó a la compañía en el corazón de comunidades de fans en todo el mundo.

Este tipo de alianzas no respondieron únicamente a la lógica comercial, sino a una estrategia de conexión emocional con los consumidores. La marca supo capitalizar fenómenos culturales ya establecidos, integrando sus productos en universos narrativos que amplificaban su atractivo. Así, el fenómeno fan se convirtió en palanca de crecimiento y en un activo intangible de enorme valor.

Al mismo tiempo, la apuesta por los consumidores adultos —a través de líneas como Lego Architecture, Art o Botanicals— reforzó la idea de que el juego es también una experiencia para profesionales, vinculada al desarrollo de creatividad, concentración y bienestar emocional. Una diversificación inteligente que, lejos de diluir la marca, amplió sus posibilidades de consumo y reforzó su carácter de love brand.

Innovación y marketing como motores de crecimiento

La innovación de Lego ha estado guiada por una premisa: debe servir a la misión central de la empresa. Desde la creación de líneas adaptadas a distintos públicos hasta la integración en el entretenimiento audiovisual y digital, cada paso se ha enmarcado en un plan coherente con su identidad.

En paralelo, la compañía ha elevado su estrategia de marketing, apostando por campañas globales de gran impacto, como “Never Stop Playing”, y reforzando su presencia en eventos de alto valor mediático, como el acuerdo de patrocinio con Fórmula 1. Esta capacidad de integrar la marca en contextos aspiracionales ha potenciado su visibilidad y su atractivo para audiencias diversas.

Otro pilar ha sido la sostenibilidad, un factor que hoy determina la percepción de los consumidores. Con la introducción de piezas fabricadas con materiales sostenibles y un discurso cada vez más alineado con la responsabilidad ambiental, Lego ha logrado anticiparse a los cambios de sensibilidad del mercado, reforzando así su legitimidad como marca global.

El caso Lego evidencia que la reconstrucción de una marca requiere visión a largo plazo, humildad para reconocer errores y determinación para actuar con rapidez. La clave ha estado en combinar la fidelidad al propósito de marca con la capacidad de adaptación a un entorno en constante transformación.

La trayectoria de la compañía demuestra que una estrategia de marca sólida puede convertirse en un activo tan valioso como los propios productos. Lego ha logrado trascender el ámbito del juguete para consolidarse como icono cultural, con un modelo que inspira a sectores tan diversos como la moda, la tecnología o el entretenimiento.

En última instancia, la fuerza de Lego reside en haber sabido construir, ladrillo a ladrillo, un ecosistema de marca capaz de conectar con diferentes generaciones, integrar tendencias globales y proyectar una visión clara sobre el futuro. Una lección vigente para cualquier empresa que aspire a reforzar su relevancia y sostenibilidad en el mercado.

Fuente: Reason Why

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