Los puertos españoles se enfrentan a un reto silencioso pero cada vez más visible: el aumento de buques obsoletos abandonados. Al igual que ocurre con los vehículos terrestres, los barcos deberían gestionarse en desguaces autorizados, donde se descontaminen y reciban un tratamiento de reciclaje de sus componentes internos ya sean líquidos o sólidos. Sin embargo, muchos mercantes y pesqueros quedan varados durante años, sin un destino claro, bloqueando espacios portuarios y generando riesgos ambientales por motivos de índole variado.

Si echamos la vista atrás  recordaremos las fatídicas  imágenes del petrolero Prestige, el Exxon Valdez o el B Ladybug todos nos trasladaron a un escenario de catástrofes ambientales cuyas consecuencias todavía pesan sobre costas, mares y ecosistemas. Cada barco abandonado supone una amenaza latente: fugas de combustibles, aceites o materiales peligrosos como metales pesados, amianto y compuestos químicos altamente contaminantes.

En España, la OIT cifra en 27 los barcos abandonados en nuestros puertos, lo que representa un 7% del total mundial. Esto nos sitúa solo por detrás de Emiratos Árabes Unidos en número de naves olvidadas.

Un problema complejo

La crisis económica, la pandemia y la deslocalización han llevado a muchos armadores a dejar de mantener sus barcos. Las autoridades portuarias, astilleros y arsenales militares se ven atrapados en un entramado legal y burocrático que ralentiza cualquier solución. Además, la presencia de buques con bandera extranjera limita aún más la capacidad de actuación.

Mientras tanto, los puertos soportan pérdidas millonarias y un riesgo ambiental creciente. Algunos barcos llevan años atracados o fondeados sin control, acumulando sustancias nocivas que pueden agravar el cambio climático y dañar gravemente los ecosistemas marinos.

El reto del desguace

El desguace de buques, cuando se realiza correctamente, es una oportunidad circular: genera empleo, recupera materiales de valor (como acero, maquinaria o cableado) y reduce el impacto ambiental. No obstante, el 92% del desguace mundial se concentra en países asiáticos como India, Bangladesh o Pakistán, donde las garantías de seguridad y sostenibilidad son escasas.

Europa tiene una capacidad limitada —unas 350.000 toneladas LDT anuales— y España solo desguaza barcos menores, lo que deja a los grandes mercantes fuera de una solución inmediata.

Hacia una respuesta coordinada

La normativa actual ofrece un marco claro pero exige mayor aplicación práctica. La Ley 7/2022, de residuos y suelos contaminados para una economía circular, que transpone las últimas directivas europeas, obliga a los Estados y comunidades autónomas a elaborar planes de gestión de residuos que incluyan a los buques. Sin embargo, su puesta en práctica en el sector marítimo sigue siendo insuficiente.

Además, la normativa portuaria sobre residuos MARPOL se ha reforzado recientemente con nuevos requisitos técnicos y operativos, lo que aumenta la presión sobre los puertos para que gestionen de forma más ágil estos barcos abandonados.

En paralelo, la UE impulsa nuevas normas de seguridad marítima —como la propuesta de regulación del transporte de pellets plásticos tras el desastre de Galicia— y exige a partir de 2025 límites más estrictos de emisiones de azufre (0,10%) en todo el Mediterráneo. Esto refleja una tendencia clara: más control sobre la contaminación generada por buques en desuso o en activo.

El papel de las subastas especializadas

Las subastas industriales permiten dar salida a estos activos de forma transparente, generando valor económico y reduciendo los tiempos de gestión. No se trata solo de vender, sino de preparar el proceso: reparaciones, limpiezas, gestión de residuos, desmontajes y trámites legales. Todo ello garantiza que el impacto ambiental sea mínimo y que se cumpla la normativa vigente de seguridad y salud.

Un caso emblemático fue la gestión del portaaviones Príncipe de Asturias, en el que SURUS aplicó un modelo de economía circular que demostró que es posible dar una segunda vida a materiales e infraestructuras de gran complejidad. Por eso la importancia de un acuerdo público-privado es necesario para contar con especialistas en la materia que nos ayude a entender mejor los procesos de circularidad.

SURUS: soluciones circulares y sostenibles

En SURUS llevamos más de una década impulsando proyectos que combinan eficiencia económica y sostenibilidad. Con más de 1.000 proyectos circulares ejecutados, hemos acompañado a empresas y administraciones públicas en la transición hacia un modelo más responsable, en el que los activos se valoran antes de destruirse.

Nuestro trabajo ofrece:

  • Control y trazabilidad en todo el proceso.
  • Certificación de la gestión, alineada con estándares internacionales (ISO, ENS).
  • Transparencia y agilidad, integrando los resultados ambientales en los informes financieros de las organizaciones.

Creemos que cada activo puede transformarse en una oportunidad para reducir residuos, generar valor y luchar contra el cambio climático.

Conclusión

El abandono de buques no es solo un problema marítimo: es un desafío ambiental, económico y social que requiere la implicación de administraciones, empresas y ciudadanía. La solución pasa por una gestión circular, coordinada y transparente, en la que el desguace responsable y las subastas especializadas juegan un papel clave.

En SURUS apostamos por convertir los problemas en oportunidades, contribuyendo a que puertos y mares estén libres de riesgos y más preparados para un futuro sostenible.

Artículo redactado por: Miguel Vázquez


En SURUS, acompañamos a quienes nos rodean en la transición de modelos de negocio lineales a modelos más circulares y sostenibles. SURUS fue creada en el año 2010 para dar respuesta a una necesidad existente en el mercado nacional en cuanto a la venta especializada de activos en el mercado secundario maximizando el valor económico, social y medioambiental y así ofrecer los mejores resultados en nuestros proyectos que además certificamos mediante herramientas de medición y la emisión de informes.

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