Kiyoshi Kurosawa. La venganza de la soledad - Círculo de Bellas Artes

Compatibilidad
Ahorrar(0)
Compartir

Kiyoshi Kurosawa (Kobe, 1955) se inició en el rodaje de películas en 8 mm en los 80 durante sus estudios de sociología en la Universidad de Rikkyo bajo la tutela de una figura capital de la crítica y el cine japonés en las últimas cinco décadas, Shigehiko Hasumi. Durante esa década también dirigiría pequeñas producciones destinadas al mercado del vídeo y trabajaría como ayudante de directores como Shinji Sômai, quien seguramente influiría en uno los recursos más reconocibles del cine de Kurosawa, los largos planos secuencia desde un punto de vista distanciado. Una época de formación que probablemente también le aportaría la economía de medios y el tono realista de su cine.

Kurosawa alcanzaría la madurez como director a finales de la década de los 90, cuando protagonizó una explosión productiva dirigiendo quince largometrajes entre 1997 y 2002. En esa época dirigiría los dos clásicos del cine de terror que le darían fama internacional, Cure y Pulse/Kairo. Son películas fruto del cambio de milenio que se vieron beneficiadas por el boom global del J-Horror, pero que, en realidad, el director reconoce no haber creado desde la perspectiva de las reglas del género a las que se asocian, que no le limitaron y que no tuvo en cuenta a la hora de hacer un cine que rebosa todas las etiquetas.

Al terror parece llegar por accidente intentando hacer un retrato psicológico del ser humano contemporáneo. Este retrato es también contemporáneo del final del milenio, que impregna, con su aviso de cambio de época y de amenaza del final de los tiempos, las películas de este periodo. Estas películas que nos permitieron descubrir la obra de un director diferente son las que recuperamos en nuestro ciclo.

Un periodo de su filmografía que anticipa además el cine que Kurosawa crearía en las siguientes décadas, películas en las que sorprende reconocer veinticinco años después temas y problemas que nos son muy cercanos: la incomunicación, el aislamiento y la falta de empatía que paradójicamente han potenciado las nuevas tecnologías, las crisis ecológicas, la viralidad, no solo pandémica, y, sobre todo, la soledad cada vez más presente en las sociedades contemporáneas. En su cine hay otro elemento común y reconocible, ante estas circunstancias, la violencia que explota después de estar agazapada tras una fachada de normalidad. Quizá una reacción entendida como venganza de la soledad con la que sus personajes abandonan cualquier responsabilidad que les oprima.

Con una mirada visionaria, Kurosawa parece haber reconocido estas tendencias en el cambio de milenio, y su curiosidad le lleva a investigar más sobre ellas y sobre unos personajes enfrentados a condiciones extremas, a escenarios que, en muchas ocasiones, son apocalípticos. Unos protagonistas que, sometidos al aislamiento y la incomunicación, son vulnerables al horror, al mismo tiempo que, por su ambigüedad moral, artífices de este.
Para este ciclo, hemos recuperado siete títulos fundamentales de esa parte de su filmografía, tan poco accesible hoy, en los que con su estilo sobrio y austero crea una atmósfera de in-comodidad, situaciones surreales y una poesía apocalíptica con los que apela a los miedos colectivos más contemporáneos.

La selección arranca, como no podía ser de otro modo, con Cure (Kyua, 1997), una de las películas más inquietantes de las últimas décadas, protagonizada por Kōji Yakusho, amigo y alter ego del director ante la cámara. Yakusho también aparece en License to Live (Ningen gôkaku, 1998), una tragicomedia sobre la búsqueda de nuestro lugar en el mundo en la que comparte elenco con un jovencísimo Hidetoshi Nishijima (Drive My Car), y protagoniza Charisma (Karisuma, 1999), una surreal fábula ecológica. Entre medias, Kurosawa dirigiría Eyes of the Spider (Kumo no hitomi, 1998) y Serpent’s Path (Hebi no michi, 1998). Rodadas en dos semanas y con un limitadísimo presupuesto, estás dos películas se complementan y dialogan para completar su díptico sobre la venganza.

El ciclo continúa con películas alejadas completamente del thriller y el terror, pero en las que Kurosawa continúa experimentando con unos personajes al límite. Barren Illusion (Ôinaru gen’ei, 1999), quizá la película más criptica de la selección, nos traslada a un poético y melancólico fin del mundo. Y continuamos con Bright Future (Akarui mirai, 2002), una historia de liberación protagonizada por dos jóvenes personajes unidos por la rabia interpretados por Joe Odagiri y Tadanobu Asano.

Y para finalizar, recuperamos la última cinta dirigida por Kurosawa, CLOUD (2024) en la que el director muestra la vigencia, y su interés, en los temas que comenzó a tratar en ese periodo en el que se centra nuestro ciclo. Una película que reconecta y actualiza esa visión apocalíptica del aislamiento y el individualismo como consecuencia del mal uso de la tecnología.

Coorganizado con Fundación Japón.

Detalles de contacto
Jimena Yagüe